Hazme daño amor, tanto físico como moral.
Más de este útiimo porque necesito ser humillada.
Si tú, hombre cultivado en la violencia, quieres pegarme,
ver como la sangre de mi piel escapa a la huída,
se ahoga en el suelo, puedes hacerlo también,
pero yo necesito llegar muy abajo, ¿sabes?
Confio en ti para caer por mis precipiicios internos,
sentirme una mierda, menos que nada,
y todas esas cosas que se dicen...
Haz de mí un mujer nueva, y que nadie me reconozca
en la que he sido: Apátrida de mi pasado, odiosa
de la educación de casa, envilece la carne de mi alma
hasta desear no ser; es entonces, entiendo,
que me reconstruiré de nuevo, y sabré a que se juega,
de que va todo, para así marcar yo las normas
y los límites de mi piel. Hazlo ahora,
pero entonces, en el después, maldito cabrón,
ni te me acerques... ¿Estamos?