Soy el conejo:
No dejo nada intacto.
No solo me gusta comer zanahorias
sino cualquier cosa menuda.
Soy un roedor muy domesticable.
Me puedo comer los muebles si me dejas.
Adoro salir de mis galeras
y meditar en el comienzo del pasto.
Soy más ameno que el ratón y más manso que él.
No cuestiono a mis amos.
Me escapo por las roturas que yo mismo fabrico
con mis pezuñas y mi conciencia recogida.
No tienes que sacerme de paseo todos los días:
Soy feliz en mi rincón o mi jaula.
Satisfago a los niños propios y ajenos
también soy agradable y de muy fina estampa
más que muchas acuarelas y óleos.
No sé por qué se obstinan,
desde el punto de vista de mi belleza única,
en cortarme las patas y llevarlas en el bolsillo
como livianos diges de muerto.
Eso no es Suerte: Es ceguera, brutalidad pura.
Adorno los años del Horóscopo Chino.
Padezco pocas veces de síncopes repentinos
o de la pavorosa muerte súbita.
Mi pelaje lo anhelan las ardillas y zorros.
Soy la mejor mascota que puedas obtener.
Tiendo a romper con mis pezuñas las manzanas tímidas
y hacer un banquete con cualquier tubérculo que sobre.