¿Y las sirenas, dónde están?

 Métodos para escuchar cantilenas, coros, lamentos individuales o en grupo, de sirenas, sin perecer en el intento: El primero y más importante, no buscarlas en el mar.

Navegar solo por tu propia imaginación, sin marineros, sin más capitán que tus propias quimeras.

Vete a un desierto y espera alguna que comience a cantar. Debes estrujar en la mano izquierda un puñado de arena.

O siembra en tu jardín un samán y abónalo con fragmentos de papel rasgado, donde hayas escrito párrafos de John Donne y su libro Paradojas y devociones.

 Envuélvete en una túnica blanca, muy larga, arrastrándola por la arena, impregnada con perfume de rosas. Quédate en el viejo faro durante tres días, dándole la espalda al mar. O sube al minarete y entona alabanzas a Alá.

Lleva muchas palomas enjauladas y suéltalas en la playa. Si alguna regresa y quiere hacer nido en tu cabello, permíteselo. Solo entonces se te permitirá escuchar un quejido, o una palabra, o un verso, o un lamento, o la canción completa de alguna sirena.