Cuando cobran los tabacaleros
Publicado en Jul 28, 2009
Cuando cobran los tabacaleros
En la madrugada sanvicentina es la cola de gente, la anaconda gigantesca que se mueve perezosa buscando, su cabeza la puerta del Banco Macro que pone fin a la paciente espera a veces desde las dos o tres de la madrugada, una vez adentro disfrutan del espacio entre la puerta y la caja, del aire acondicionado que brinda la entidad bancaria. La columna de dos a cuatro en fondo según el humor de los policías, cada tanto se estrangula para dar paso algún pueblero. Una vez agarrado los pocos, o muchos pesos según haya sido la zafra y los descuentos de insumos que hayan retirado de la Empresa o Cooperativa acopiadora, saldrán a gastarlo. Basta recorrer las filas para ver hombres jóvenes o viejos, rubios o morochos, altos o bajos con sombreros o gorras, zapatillas, alpargatas u hojotas, pero todos con la misma esperanza, la de llevar al rancho el dinero que hará realidad algunos sueños propios y de la familia. Es el encuentro circunstancial del vecino y la charla que se hace en portuñol con el recuento de las aventuras de sacarle a la tierra las plantas más grandes y sanas, es la necesaria relación del incidente con el peligroso veneno: la pelea por la calidad en la puerta del acopio... Y la socialización de los logros y sueños: "euo vo comprá un radio '', otro que expresa: "salgo de acá y retiro el tractor, estoy cansado de romperme el lomo con el arado", no falta el que anhela comprar un cajón de cerveza y tomarla toda junta para apagar la rabia o el tiempo de la espera. También está el que hará la parada por la casa de citas, para quemar alguna amargura o de puro calavera nomás. Los que comprarán la provista para pasar el tiempo entre la siembra y la cobranza de la cosecha, los muebles o la ropa nueva. La heladera o el frezer, en fin todo aquello que, cuyo deseo de tenerlo se espera en el tiempo que dura la tierra en dar una vuelta alrededor del sol en un año. Después la boa se despedaza, se convierte en un hormiguero que en forma de espiral desde el Banco Macro se desparrama por la ciudad sanvicentina y todo se agita, los comercios, los bares, los remises, los almacenes al por mayor, las mueblerías, las tiendas de las buenas y de ropa USA. Es un gran día para todos hay más de tres millones de pesos en danza, incluso para los vendedores ocasionales de chipa, empanadas, hamburguesas, choripanes, casetes, y otras chucherías, hacen su agosto. Es la tormenta de gente y plata por doquier, es la vida verdadera de un pueblo con más de 40.000 habitantes, más de uno suspira aliviado con la caja llena y no falta el que diga "si no fuera por los tabacaleros, estaríamos todos muertos". Cuando la noche llega ahuyentando a los más rezagados en las compras, sobre la calle democracia quedan los vestigios del día de pago: colillas de cigarrillos, de los comprados y los "líos", servilletas, vasos, botellas rescatables de gaseosas y un olor a gente de trabajo. El ciclo se repetirá varias veces al año y San Vicente, tendrá su pulso vigoroso en el trajinar de la gente de la campaña. Viendo los vestigios del día de pago cualquiera que haya andado por el pueblo o pasa por allí dirá "cobraron los tabacaleros". En las chacras habrá jolgorio y alegría por unos días. Y luego a repetir el ciclo milenario de regar el suelo rojo con el sudor y hacer que "la tierra herida por la reja del arado, sangre en plantas nuevas", cuyo sino será celosamente cultivado por toda la familia, en una larga vigilia de luna, sol, lluvia, maduración y cosecha.
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inocencio rex
es usted un gran observador con ese tercer ojo que leí que tiene, siga mirando y viendo con él.
yo agradezco ese ritmo de polka, cumbia y chamamé que tiene su prosa.
5 perlas bien merecidas