En la pista de baile ella se encontraba,
Muy fascinada por la cantidad de
Caballeros que ha ella llegaban.
Solicitaban una pieza y ella con un
Gesto impropio los rechazaba, parecía
Que nadie como bailarín agradaba.

Su vestuario era ostentoso y muy elegante
Para el gusto de muchos.
Una señora muy agraciada llego a ella y
Le dijo: “¿Puedo decirte algo?”
Ella respondió: “Dígame la escucho”
“Parece ser que hay un joven muy interesado
En ti” dijo la señora con aires de chismosa;
“No ha dejado de mirarte y parece que en
Su mano tiene una rosa” refino la señora
Curiosa.

Sus ojos saltaron de lugar cuando vio
Acercarse aquel joven bello;
Su corazón palpito fuerte y rápido,
Sus ojos se llenaron de destellos.
“¿Me permites una pieza?” dijo el
Elegante plebeyo.

Ella acepto y de inmediato ilusionada de aquel
Hombre quedó.
Parecían uno en la pista y muchas personas
Con aplausos los recibió cuando vieron
Lo bien que juntos bailaban que hasta los
Conmovió.

Un par de horas después en los brazos de
Aquel hombre se encontraba;
Preguntar el nombre de aquel joven por
Su mente no pasaba;
Estaba siendo seducida, ella en ese hechizo
De pasión tan dulce  estaba.
Los besos de él a ella dieron referencia de que
Le gustaba, la inocente joven no
Sabía lo que le esperaba.

Se termino la noche y con ella la pasión
Se llevaba, ella en su cama desnuda y fatigada.
Cuando despertó una nota en su abdomen
Encontró, ella aquel papel perfumado desplegó.
Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando
El texto leyó, “Bienvenida al mundo del SIDA”
Aquel joven le decía en la nota que la vida
De aquella hermosa joven perdía.   

Ella lloró como nunca y de la habitación salía
Decidida.
En la noche próxima en los brazos de otro se
Encontraba, para condenar con sangre lo que
A ella  le pasaba.

Así se cumplía la profecía que la sentencia de
Muerte a medio mundo pasaría, ella de
Por vida infeliz sería y de esta manera el ciclo
De condenación repetiría.