Enrique: Este poema tuyo, escueto, sin regodeos metafóricos para mirar cara a cara a la muerte, tiene un grato tono narrativo que lo aproxima, si estuviera en prosa, a la forma del microrrelato por su humorístico, epigramático desenlace. La muerte es un valor en crisis, afirmaba el escritor español Ramón Gómez de la Serna, en su inquietante, lúdico, trágico libro que te recomiendo leer Los muertos y las muertas (Colección Austral. Espasa Calpe, Madrid, 1961). Tu poema tiene el tono irreverente de Gómez de la Serna, al afrontar un evento determinado de tal etapa de la existencia humana. Consolémonos con Lucrecio: "Ni muertos ni vivos debe concernirnos la muerte: vivos, porque existimos; muertos, porque ya no existiremos". Una hojita de perejil calarqueño para ti.