Amo la piedra por lo insondable,
por su inmutabilidad eterna;
amo la piedra milenaria y dura
cubierta de siglos, horadada y simple.
 
La simplicidad profunda
tan llena de incanto imperceptible
es lo que me aquieta el alma
y  doma mis pasiones ocultas.
 
Piedra...yo te quiero.
Quiero a esa forma dura y bella
que engalana los paisajes áridos
y acaricia mi corazón solitario.
 
En cada cúmulo rocoso,
grita el alma profunda de la piedra.
Grita su soledad y majestuosidad.
Grita pero no llora, permanece incólume.
 
Por eso te admiro piedra quieta
porque llevas adelante tu existir
en silencio, pero magnífica...
No se te conoce doblez.
 
Me asombras piedra dura!
Quisiera ser como tú
magna y mágica,  desnuda y altiva,
estática y perfecta para toda la vida.
 
                                         CIELOCORRENTINO