NACIMIENTO
Publicado en Apr 06, 2012
“¡Es suyo, pa', le aseguro que es suyo!”, repitió Adelaida al borracho, golpeándose con ambas manos la barriga. Gritó: “Aguante tantico, pa'. ¿De quién más va ser? Un tantico y le verá su misma cara”. Su padre la empujó sobre un colchón que había en el suelo, gritándole: “Cuando nacites tu mamá dijo lo mismo, que no había hecho nada con mi hermano y mirate esa nariz, igualita a la de Bernardo”. “Pero es suyo pa', es suyo”.
Adelaida continuó golpeándose la barriga. El hombre no quiere ver ese hijo que puede ser suyo o de cualquiera. Adelaida perdió el temor a sus golpes y llega tarde. Huele a hombre pero sin plata, sin comida y sin cigarrillos, cantando esos malparidos tangos que tanta rabia me dan. Adelaida aumentó los golpes. “¡Espere pa', le muestro y verá!”.Por sus muslos se deslizó sanguinolento, rasgando la placenta a manotazos, un gordo sapo. “¿No le dije, pa'? Sus mismos ojos y su misma geta”, exclamó Adelaida, mientras el bebé abandonaba a largos saltos la habitación.
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