SOMBRA DE SOMBRA VERDE
Publicado en Apr 05, 2012
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La sombra de sombra verde quema mi espalda. Todas las miradas se dirigen hacia el pastizal. La carnalidad del terreno enceguece a la humanidad entera sólo yo logro disfrutar el mundo. El día salta en la cuerda floja sobre la cual también rebota la Ceiba. La tarde se ve hermosa igual a un cielo nublado donde quinientas sesenta y dos palomas se sientan a firmar la paz de los buitres cromados de olores mortecinos. La carrera doce juguetea en la casa del sol con el 11-45 hecho vigía de pulgas y lagartos. 11-45 igual a un felino cuyo ladrido despierta al señor alcalde municipal. Municipio como un perro de pelaje azul semejante al delirio de cachirulo el mejor político de la historia de cuanto aire se enraíza en este poblado. El sombrero de camisa rosada ingresa al conservatorio cuando escucha el décimo clic en el icono correspondiente saca la cáscara madura la arroja a la cerámica parándose sobre ella y se va a recorrer la sala de musical del caos.  
De esto y aquello hablan los búhos de hoy en día. Comunican la tasca con el salmón dentro divulgando la prosapia de la esfinge. El clestelgo con su manía de cominear la aurora engancha el fogonazo salido de la cresta para pronto lanzarlo contra el tablero mitológico grabado en la sexta piel del agua. Alguien sopla la llama del cocuyo. En el resto del universo su vientecillo arrasa de templo en templo el gama púrpura de las vísceras ataviadas de eclesiásticos con epidermis de ovejas y linfa de lobo. Intenta asomarse la oscuridad en el laberinto por el cual circulan dinosaurios y el léxico amparado en el denuedo. La sombra verde salta de mi espalda embiste la noche me quito un peso de encima en tanto el verde es luminiscencia en estos callejones de un centímetro de largo por un milímetro de alto. El milagro está por realizarse la miga de pan para Bardiel se encuentra en tramite en un congreso internacional el cual será sancionado luego de la décima tercera posesión de Él para primer zorro de estos lares. Nadie reclama el oro. El dorado corre se hace moneda invisible en manos del necesitado. Avanza. Avanza. Sí. Avanza. Se fragua en monumento en la plaza donde Bolívar estacionó su caballo a relinchar las veinticuatros horas del día sin nombre. Bendita sea el protozoario ahumado.
 
Inserto pensamientos misericordiosos en mis oídos mientras otras orejas expulsan el comadreo ahuyentando voces salidas del portillo por el cual se propagan ecos melancólicas de espantapájaros. Culos de bellas mujeres se desplazan por los filos del caracol entre tanto omoplatos monstruosos van de espina en espina notificando la sangre utilizable en el conjuro. El ventanal abierto del viento revela el porvenir del diluvio en manos de la olla podrida. El vapor se encamina vía al cielo con el apoyo del ángel de la guarda fiel compañero de la gallina alimentada con maíz imaginario para preparar sancocho a la señora por llegar del siglo IV antes de prepararse la crucifixión del punto seguido. Tres luces negras en la sábana impecable dejan ver seis sombras levantando vuelo hacia la lámpara de Aladino de la cual sale Hitler dando discursos tiernos respecto cómo se deben cuidar los hornos crematorios no sin antes pedir excusas al mundo debido a la pestilencia judía. Un maullido hace a la humanidad interesarse más en el gatico y no en estas incineraciones sin ninguna significación.
 
Cuanto se vive es juego: la una de la tarde en el pavimento haciéndose pasar por silueta de alambres incrustados en la pared. La mujer cuya cabellera es filamento de cuernos de hombre apesadumbrado. El sí oblicuo a la mañana siguiente de la ubre dando media gota de agua y media de leche al orfelinato del costado izquierdo del universo. Tanta compasión conmueve al moribundo a dar gritos de rufián atosigado de bondad a tal grado de despertarse Lázaro y salir de su tumba injuriando la vida por la falta de respeto a su sueño eterno. El recién resucitado se aleja falda arriba Jesús lo mira con una risotada sólo comprendida en el interior del hombre perfecto. Cantan los grillos Es señal de las doce cuando el taxi negro pasó junto a don Quijote y Sancho Panza quienes embriagados daban tumbos de viento molido. En el lomo del horizonte se lee cuando Efraín y María hicieron el pacto de ir a visitar a Romeo y Julieta mientras Isaac y Shakespeare se iban de parranda a los prostíbulos de Caicedonia. Rocinante con su relincho idealista hace amistad con Palomo en tanto don Quijote y Bolívar tratan de emancipar el cascabel de la serpiente aquella. En un descanso le piden peras al olmo consumen ilusiones. Se indigestan de dicha. Como por obra y gracia del espíritu santo rebulle la mañana del haragán cuando observa la hormiga caer de la décima cuarta hoja de apio hasta el pajar escondite del ojo de la aguja paso obligado del camello mentiroso al cual le creció la nariz hasta el otro lado donde se libró la batalla de Boyacá ganada por pinocho el libertador de la madera enclaustrada por tiempos imposibles en la semilla de la verdad.
 
En el restaurante mayor de la literatura clásica se derrumba la única servilleta escrita en el idioma de la rosa de los vientos se quiebra en 1111 aforismos olvidados por Breton el estruendo producido por la pieza de papel se convierte en algarabía escuchada sólo por Umberto. Un hombre se para frente al ventilador prendido el cual le remueve sus pensamientos. Arroja lágrimas de pescado revoleteando como vagina ardiente por el rocío semejante a un falo de hierba amarga. Rememora cómo un lunes aceitado aún de domingo carnavalesco miró hasta la última punta de la manzanilla. El vino refractaba de hombre en hombre el amanecer y para sorpresa suya la mujer del bolso de rayas lanzaba prefijos desde su hocico de acémila triste. Miró el caos del mundo en una piedra ensangrentada. Una de sus evocaciones más triste fue al divisar desde su lejanía la madre muerta de los pollitos de los cinco hemisferios en los cuales él vivía como ser omnipresente. Una niña pronta a nacer estira su piel abstrayéndose en los ciento ocho años por vivir. Se siente alegre porque está alegre. Estira su pierna derecha. Retoza en la concavidad del cielo de carne. Alguien setenta veces mayor se le acerca demandándole guardar silencio mejor la invita a degustar una crema cerca a la banca puesta en el césped conectado al teléfono el cual tiene el sonido del tulipán. Timbra. Al contestar la niña pronto a nacer escucha una voz de ultratumba. Es su madre quien le comunica el horario de servirse la teta materna.        
 
Debajo del techo de la casa circula un río el perro en el borde se camufla en la muerte mientras los vagabundos le observan una risa demoníaca y la mirada hacia el firmamento preñado de mariposas. El gris vierte su cristalino en el cántaro de la noche. El perro despierta se alimenta de metáforas. Maúlla. Después de meter el dedo en la llaga creo en la peregrinación de los muertos expiando su existencia perversa al enterrarse lancetas de bengala en el alma.
 
El acontecer… Fantasmas dando discursos de inauguración en las ruinas del coliseo. La hija de uno de los espectros come mendrugos de luna blanca sobrenadando en el estanque. Se encuentra mal nutrida. Se le ve pálida como la niña temerosa al verla alimentarse.  El toro con cabeza de hombre se acerca a Borges y Cortázar se deja soñar por ambos a la vez. Mundos inhóspitos reflejándose entre sí. En la nieve lo blanco para el vampiro es algo triste. En la dictadura de la fantasía sentenciado a la guillotina el último humano al decomisarle una realidad. En el accidente del pájaro quedó una gota de sangre resplandeciente. Es una parodia de trino dejada por el sol contra la lámina del automóvil. En un intervalo de centurias la planta carnívora recurre a un plato vegetariano teniendo en su rama central un comprimido efervescente por si las moscas. Por épocas imposibles de describir suben rejas. La monotonía desune el aquí y el ahora del meditador.     
 
La buena mamá juega con el gato mientras deja a su hija la más necia de sus ratas saltar sobre la sombra del ratón. Hay un silencio prolongado en el bosque. Un niño regresa de su vuelo matutino. Al posarse en el nido ve plumas desperdigadas. Cáscaras rotas. Una viscosidad rojiza y a sus hermanos muertos. Desde hace años por las calles del caserío pía la muerte de sus familiares con sus plumas húmedas de sangre sin importarle censura alguna. Demonios de un día se reúnen en la plaza de la noche para escarbarle a la sombra de sombra verde el averno como savia vital en las raíces de la arboleda perdida. Jamás ha de llover. Se verifica un MARTES DE NUNCA LLEGAR.
      
Capítulo de la novela inédita MARTES DE NUNCA LLEGAR
 
 
 
 
 
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Foto del autor Carlos Alberto Agudelo Arcila
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Descripción

Jamás ha de llover.Se verifica un MARTES DE NUNCA LLEGAR.

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Categoría: Artículos

Subcategoría: Entretenimiento



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