¡Truco!
Publicado en Jul 09, 2009
¡Truco!
Cuento Diego Luján Sartori Era un día hermoso de primavera, la gente salía a disfrutar de la tarde espléndida, y se reunía en torno al Cajero Automático para percibir sus haberes luego de un mes de trabajo, era lo que correspondía al fenecido septiembre. Allí se encontraron Lorenzo y Julio: -Hola... ¿como andá chamigo?... -Bien ¿y vó? -Dejá un poco de plata para los pobre -Ja... Ja... voy a ver si puedo sacar algo aunque sea. -Che, ¿vas a ir hoy de noche al club?... -¿Que va a ver por allá?... -Truco seguro, y después como siempre le damos 10 pesos cada a uno caraí González y el hace un asado de chuparse los dedos. -Ok, nos vemos a eso de las diez, diez y media, ¿eh? -Bueno, pero llevá aunque sea un doscientos... para armá el partido. -Allá estaré. -Nos vemos. Julio es empleados público, acostumbrado a las partidas de truco y Lorenzo es funcionario político. Pero la diversión no hace distinciones y suelen juntarse para uno de los más criollos de los juegos, como buenos amigos. El salón del club, es un recinto amplio con paredes sin reboque fino, ventanas torpes y un piso áspero. Cuenta con una mortecina luz que larga una llamarada amarilla que se vuelve más oscura en los rincones apartados, algunas mesas cuadradas y desvencijadas sillas son el mobiliario; cuelgan de las cabriadas sin cielorraso algunas serpentinas, recuerdo de algún festejo familiar: casi seguro un cumpleaños de quince. Hacia el fondo la barra amplia y detrás González, el encargado del bar, unas pocas botellas de bebida fuerte y una heladera con vino y cervezas son el mezquino stock del bar del Club, para colmo González no fía porque a causa de eso ya se fundió varias veces, con él están tomando una cañita Arturo, policía retirado, Ángel, un encargado de aserradero y otros que si sale un asado le ayudan a González a prepararlo y se prenden del mismo. Suena el teléfono celular y González atiende: - Si, ¿Lorenzo?,... ¿Qué pasa?, ...ajá, ... un asado, para las doce, bueno lo preparo. Tengo, una baraja nueva. Bueno... nos vemos... Promediando el espacio entre las 10 y las 11 llegaron Julio y Lorenzo y otros con tertulios. Afuera el fuego estaba ardiendo y un parroquiano comedido salaba la carne. González se apuró un poco pasó un trapo, que nada contribuía en limpiar la encardida mesa, puso una frazada sobre ella y dejó la baraja nueva, antes de que se iniciara el juego pidió los diez pesos a todos los que participaban de la truqueada: jugadores, jueces y mirones. Luego recordó: - Muchachos la chupandina es con pago adelantado, les digo ahora porque luego cuando ya están empedos quieren pelear por eso. Hay vino común, fino y de la casa.- El vino de la casa era un carlón en damajuana. Se armó la truqueada, la dos primera parejas eran: Julio y Arturo contra Lorenzo y Ángel. Todo transcurría con normalidad. ¡Truco!, ¡Quiero!, ¡Retruco!, ¡Envido!, ¡Falta envido!... ¡Quiero vale cuatro! con las sabidas bravuconadas y expresiones poco reproducibles: le rompimos el c... Tenemos hijos... Ya van a ver con la revancha. Julio estaba perdiendo, pero recibió el 7 de espada y el as de basto. Se jugó a fondo y lo desafió a Lorenzo aparte de lo que se jugaba 100 pesos solo a esa mano. Se inició la ronda, la pareja de Lorenzo y Ángel cantaron -¡Envido! - Julio se apuró en responder: -¡No quiero, Truco carajo! Ángel le preguntó a su compañero. -¿Y le damos? -Hasta ahí nomás... -Bueno, ¡quiero! Se comienzan a dar vuelta las cartas y julio dice: -La primera en casa- Y juega el as de basto. Su compañero juega un siete de copas y Lorenzo con sarcasmo golpea la mesa, con el as de espada en la mano. Se cayó la estrategia de Julio. Callado jugó el 7 de espadas y la segunda vuelta fue de ellos. Cuando vio que su compañero jugó un 6 de copas le recriminó: - Bolu... teníamos 33. •- Pero si vos Julio, ni me preguntaste y dijiste ¡No quiero! •- Voy allá- le dijo, pero Arturo le cerró los dos ojos, señal inconfundible que no había nada. •- ¡Retruco! - Exclamó Lorenzo. Ya sin convicción Julio dijo: -Quiero, -y jugó un caballo. Arturo tiró, casi decepcionado una reina. Lorenzo y Ángel remataron la vuelta con un dos, ganando la partida. Cuando Lorenzo iba a agarrar los cien pesos de la apuesta individual, dijo Julio: -¡Pará mierda!... - Levantándose y tirando la silla al suelo. -¿Qué te pasa, Julio, te doy la revancha? -¡Que revancha ni que mierda! y todos vieron como los ojos se le volvieron rojos y extraorbitados. Buscó en su cintura y sacó el cuchillo. No era un secreto que siempre Julio lo usaba, estaba tan bravo que Lorenzo no atinó a hacer nada, estaba cómodamente sentado en la silla y tirado para atrás, nada podría hacer ante un ataque. Julio dio un paso atrás y arremetió con el puñal, Lorenzo cerró los ojos y se aprestó a recibir el puntazo. -Ahhhh.... Ahhhh... Ayyy...Ahhh - Fue el grio mortal de Arturo y aún en trance Julio decía a su pareja en el juego: -Vos no sabés jugar al truco. La luz vaga fue la lágrima que lloró a Arturo y las coloridas serpetinas, extraña mortaja. En la confusión, dos perros hambrientos se llevaron el asado. Las luces de los patrulleros anunciaron con sirenas la tragedia.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|