Demasiado tarde
Publicado en Sep 16, 2011
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No podría decir si la razón del escozor en su pecho que parecía consumirle en mitad de la noche fue la certeza de descubrir que su mujer lo engañaba (cosa que sospechaba hacía algún tiempo) o la convicción de que aquella que aún dormía en su cama ya no le pertenecía, transformándose esa sensación como si tuviera dentro una rata atrapada que le royera interiormente en su lucha por conseguir su libertad. El peso de la evidencia lo partió en dos, sintió que el mundo se desvanecía bajo sus pies, una y otra vez se repetía que sólo se trataba de un mal sueño del cual intentaba despertar infructuosamente. Las sienes triturabánle el cerebro, el corazón oprimido por la angustia se encogía hasta el punto de sentir que estallaría en cualquier momento, su espalda en tanto, víctima de la carga insoportable (a pesar de su gruesa figura) se arqueaba ante la realidad.
 
Yacía echado sobre el berger de la habitación desde donde contemplaba a su amada que placidamente descansaba producto de los somníferos mezclados por él en su té. La tenue luz que despedía la lámpara del velador descansaba sobre sus mejillas pálidas, y algunos juguetones mechones de su cabellera oscura acariciaban sus labios finos que le parecían en ese instante una mueca de burla y desagrado, como nunca hubo imaginado. Las sensaciones de odio, pasión, desazón, ternura, venganza… se atropellaban por su mente, y martillaban su cerebro con punzadas lacerantes que tenían un efecto desgarrador. El llanto se le atravesó en la garganta y la tribulación le impidió el paso como un grueso pañuelo que le apresaba el cuello. Sentía dolor, la tensión se había apoderado de su espalda y se expandía como hiedra por los hombros hasta sus extremidades. Afortunadamente se veía paliado por el efecto del alcohol que lentamente iba haciendo su efecto, poco a poco se le secaba la boca y sentía que la pieza se movía de un lado a otro. El aire tibio de la noche, le provocaba  nauseas y un hormigueo incesante recorría sus piernas aletargadas.
 
Todo había perdido sentido a su alrededor, su trabajo, su vida… ella se había llevado con su engaño sus ganas de vivir, estaba acabado, destruido, inerte. Sobre el velador estaba el frasco blanco que tenía los estupefacientes que pensaba ingerir para acabar con todo. Ni siquiera su pequeña hija le parecía suficiente sustento para aferrarse a la vida, aquella que era sus ojos, su diamante, su perla mágica, no lograba revertir el dolor que lo consumía por dentro. La imagen de su mujer embarazada despidiéndole en su último viaje al extranjero, se diluía como una foto borrosa en su memoria, ¿Acaso su rostro no reflejaba una dicha enorme? ¿Acaso esa partida fue el comienzo de su engaño? Ella misma lo había empujado a tomar la decisión, es sólo un año, pasa luego, ya verás amor, yo estaré bien, ve, mi madre estará conmigo, no estaré sola…fueron las palabras que le decía en el lobby del aeropuerto antes de embarcar… Quería correr a los brazos de su madre y llorar como cuando era un niño, pero sabía que ya no era posible, debía enfrentarlo, su hermano un año menor tampoco era el apoyo que en este momento necesitaba. Miró la ciudad a través de la ventana, y las luces en la penumbra le parecieron un inmenso velatorio, sentía que la vida ya no valía la pena, sostenía con dificultad el vaso con licor en su mano izquierda, donde aún llevaba la argolla de matrimonio. Miró con ironía la mano de ella y comprobó que también la llevaba puesta. Quiso maldecirla, pero se abstuvo…sobre la cómoda la foto de los tres sonriendo las vacaciones pasadas, le pareció aberrante, al entender que para entonces, su mujer era compartida… ¿Cómo pudo hacerme esto? – se repetía una y otra vez, y entonces recordó la mujer que en Venecia se le acercó en el bar, luego de la conferencia. De cabellos rubios, piel aceitunada, ojos verdes, con ese vestido azul escotado, y una sonrisa seductora que por unos instantes le cautivó y que se retiró ofendida luego de haber rechazado su propuesta. ¡Idiota! ¡Mil veces idiota! Se maldecía arrepentido… ¿Cómo iba a pensar que ella, no titubeo en engañarlo?  ¿En que había fallado? ¿Acaso no le daba todo? Se sentía mareado, las fuerzas se le desvanecían, debía levantarse y tomar las pastillas, antes de que el alcohol le venciera. Tambaleando se dirigió al velador, pero se cayó sobre la cama, su boca quedó sobre el brazo de ella, lo besó una y otra vez tiernamente, pasó sus dedos por su delicada piel, no se resignaba que aquel cuerpo aparentemente frágil cubría a una mujer sin escrúpulos que lo compartía tanto con él, como con su amante. Lo mejor, hubiese sido permanecer en la ignorancia pensó por un instante cuando la desesperación se apoderaba de sus sentimientos, soltó el llanto desconsolado de un niño asustado, y balbuceó ¿Por qué? ¿Por qué? mientras acariciaba el brazo de su amada. Sabía que no podía vivir sin ella, pero no podría compartirla más, ahora que la verdad le había golpeado en el rostro. Su ego herido le pedía terminar con tanto dolor. Temblando tomó el frasco, vació las pastillas y se las echó todas a la boca, mientras sorbía un trago, la mezcla del alcohol y el sabor amargo de las píldoras, se mezcló en su boca, por lo que bebió otro sorbo, entre arcadas y sintiendo como los estupefacientes bailaban al interior, fue tragando hasta que la última atravesó su garganta. La vista comenzó a nublarse, todo le daba vueltas, cerraba los ojos, y tenía arcadas por las pastillas que aún se hallaban en la traquea. De pronto, todo se iba apagando cadenciosamente, cuando divisó unos pies descalzos que asomaban bajo un camisón rosa. Su hija se había despertado, y con el peluche en sus bracitos le gritaba ¡Papá, papá despierta! Él apenas la escuchaba, y trataba de decirle que se fuera a su cama, pero su cuerpo no le respondía. En un intento por tratar de incorporarse su cuerpo cayó de lado quedando su cabeza apoyada en la alfombra, muy cerca de los pies de su hija, que parecía dar saltitos asustada. Sintió convulsiones, vomitó y entre la baba vio que le colgaban restos de las pastillas a medio digerir, quería limpiarse, pero su brazo no respondía. Los pies de su nena habían desaparecido de su vista, no sabía donde estaba y que estaba ocurriendo, un escalofrío se apoderaba de su cuerpo, sólo pensaba en esos momentos en ella, sus ojos no respondían, apenas los podía entreabrir. En un instante todo fue silencio, podía sentir su respiración alterada y entrecortada, no tenía la certeza de seguir vivo, pensó que estaba atravesando el túnel de la muerte, el frío se apoderó de él. Todo se volvía tinieblas. De pronto, vio que algo se acercaba como una mancha oscura, pensó que era la muerte que venía a buscarle, pero al estar muy cerca, se percató que era una colcha que había ido a buscar su pequeña, que se acomodó a su lado. Abrazada a su peluche, le miraba mientras le hacía caricias en su rostro hasta que se quedó dormida. Se sintió infame, ¡No quería morir! ¡No quería abandonar a su niña! Le pedía a Dios, una segunda oportunidad, ante el horror de su tragedia, quería llorar, quería gritar, pero nada pasó, solo consiguió irse apagando lentamente.
                    
            
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Foto del autor Esteban Valenzuela Harrington
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Descripción

La infidelidad nos puede llevar a ...

Palabras Clave: Infidelidad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción



Comentarios (4)add comment
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Raquel Esther Gmez Aguiar

Felicitaciones muy buen relato, me dejas sin palabras.
Un abrazo
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July 29, 2012
 

Aquí está Elvira

Esteban, es un relato muy bien construído, creo que tiene el dinamismo necesario para que el lector se enganche y lea de principio a fin para resolver la intriga que se va generando. Es interesante también encontrar una sola escena y un solo personaje (con la intervención de la niña al final, que aún así sigue siendo circunstancial). Lo interesante aquí es el bombardeo de las emociones, como si esas sustancias que has dado a tomar al protagonista nos las dieras a los lectores y de pronto nos viésemos abrumados por cantidad de estímulos. Estos se van desvaneciendo poco a poco, a medida que termina la historia, quedándose con uno solo: el arrepentimiento, aunque en un plano desesperado. Muy buenos tus recursos. Saludos.
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October 06, 2011
 

Esteban Valenzuela Harrington

Gracias Elvira:

La idea primero era atrapar al lector con una historia para luego pillarlo despreenido y terminar con otra, e ahì la importancia de la hija. Me alegro haberlo logrado por lo que señalas en tu comentario. Mil gracias por leerme y comentar,

Saludos,

Esteban
Responder
October 11, 2011

PsykoGirL

...Felicitaciones...simplemente woooaaaooo!..me dejaste sin palabras
Responder
October 06, 2011
 

Esteban Valenzuela Harrington

Muchas gracias por tu comentario.

Saludos,

Esteban
Responder
October 11, 2011

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