Carta a un Futuro Desconocido
 
Se sentó frente al escritorio que lo había acompañado tantas veces antes durante esta a veces gozosa, otras veces agobiante tarea. Ocuparía el lápiz tinta de su abuelo esta vez. Había decidido nada de borradores, solo una copia, solo una versión. Posó con cuidado la taza de té sobre la madera y dejó a su vez la pluma sobre el cuadernillo.
Se alejó del escritorio por un momento y admiró la escena. Ordenó sus ideas. Dudó por un momento. Miró a su alrededor, bebió un sorbo de té, solo para mojarse los labios y comenzó:
"Me duele decirte que esta será una de las últimas cartas que recibas de mi, pero me duele aun mas pensar en las razones que guardo y lo que tendré que hacer para cumplir con esta promesa.
Siendo que nunca te conocí realmente,  entenderás por que me asustan sobremanera las posibles razones que explican mi pena ante el final anunciado de esta historia.
Que el tiempo corre y yo no puedo hacer nada.
No sé si es por envidia, o por verdadero interés el que no pueda dormir bien sabiendo que esto se termina y eso, desgraciadamente, lo he decidido yo.
Tal vez ha sido el error más grande hasta ahora en muchos sentidos y aunque no me apene admitirlo, las verdaderas razones nunca saldrán de mi boca, aunque quizás puedas adivinar.
Si saber que en esta continuación solo yo no participaré me da envidia o me da pena me es indiferente, por que lo único que sé es que en cualquiera de los dos casos por orgullo no lo admitiré ni trataré de enmendar mi error, aunque quiero, créeme. Y por este mismo orgullo es que decido terminar con esto yo, ahora que siento que es momento de hacerlo.
Se siente extraño escribir esto, pero creo que es la única forma de lidiar con los pensamientos que tengo ahora, que he tenido últimamente y que espero pueda olvidar pronto. No creo que esta decisión te sorprenda, ¿Has visto como me pongo cuando intento explicarte algo? Incluso lo más mundano me causa problemas al intentar expresarme.
 De todas formas no son estos pensamientos los que me perturban, si no el por qué de ellos, ¿A que se deben? Y ¿Por qué ahora? , ¿Qué fue lo que cambió? y ¿Por que tan de repente?
Lo único que me molesta es el miedo de no saber por qué, a tener ideas, a poder hacer conjeturas y no ser capaz de asegurar nada.
No entender por que hay cosas tan tontas que me encantan y otras tan pequeñas que me molestan. Te burlas, nos burlamos de aquello, pero la verdad es que a mi no me provoca risa. Y me gustaría que así fuese.
Nunca me he sentido así, por que he querido a muchas personas antes, pero no así.
¿Amor? Sí, pero no ese tipo de amor.
No una relación, no un amor romántico, no.
Solo un abrazo, un "Hola" espontáneo y la posibilidad de tener el tiempo de conocerte mejor.
Pero no tengo ninguno de los tres por ahora y yo, yo no lo voy a pedir.
A esto se resume todo, orgullo. Por esto se termina todo. Por el orgullo de todos, el mío, el tuyo, el de ellos, por que prefiero creer que es por orgullo el que nadie diga nada.
Supongo que debo disculparme en parte por la carta, tal vez parezca débil o poco honesta y realista, podría creerse también exagerada y entiendo que pienses así, por eso y otras cosas que puedas pensar mientras la leas, te pido disculpas. No acostumbro a hacer esto, por ello no es perfecta, pero sí te puedo asegurar que por sobre todo lo que se pueda pensar,  es cierta. Y aunque falta mucho por decir, demasiado tal vez, sé que sabrás rellenar los espacios en blanco. Por favor hazlo  que yo no he podido.
Me parece correcto decir Hasta siempre, ya que mi memoria nunca falla a mi favor y sé que no me permitirá olvidar ciertas cosas que me hacen sonreír, pero que a la vez entristecen mi semblante al recordarme que todo tiene fecha de vencimiento.
Por ello, Tres semanas y contando..."
Colocó el punto final y se alejó un momento de la mesa. Con los brazos extendidos observó la carta, analizándola, repasando lo que había escrito, ¿Esto era lo que realmente quería expresar?  Había tenido malentendidos antes y en este caso no deseaba repetirlo. Suspiró. Su pierna no dejaba de golpear el suelo.
Recogió el lápiz del suelo, ni siquiera notó cuando este cayó a causa de los nervios. No había nadie, pero se sentía frente a miles de personas, exponiendo su interior, mostrando algo tan suyo.
Pluma en mano regresó frente al escritorio. Levantó el brazo, lo llevó hasta la hoja. Un último momento de duda.
Colocó la fecha y por último, la firma.
Estaba hecho.
La dobló con cuidado, como muy pocas veces hacía, y la guardó dentro del sobre.
La cogió entre sus manos y la lanzó hacia el frente, lejos.
Ya habrá ocasión de entregarla, de preferencia cuando sea demasiado tarde para ser respondida.
Bebió el resto de té que quedaba, apartó su pluma y apagó la luz. 
Su celular vibró. Al revisar la pantalla el rostro se le iluminó en una sonrisa.
Un momento después, la sonrisa había desaparecido y en sus facciones solo se leía tristeza.