Cuando llueva....
Publicado en Jul 27, 2011
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-Cuando llueva, llenaremos el patio de flores…
- Cuando llueva, veremos correr el agua en el arroyo…
Dejaremos que las finas gotas nos mojen la piel, aunque luego nos azoten con rigor.
Te haré barquitos de papel que  llevaremos al arroyo. La piedra lisa y gris, pulida  por el roce de nuestros pies, será el puerto de donde zarparán. Ya los  verás, empujados por la suave brisa, uno tras otro. Es posible que alguno voltee y se hunda. ¡No importa! Habrá muchos para reemplazarlo, ya verás… cuando llueva….
Los enormes ojos de Ezequiel, ávidos de las imágenes que  su madre inventa para él, sonríe encantado en su infantil inocencia.
 Una canción de cuna, apenas entonada, lo lleva,  suave y leve,  hasta el país de los sueños felices. Marisa, despierta de su embeleso, se levanta y sale del cuarto.
Las preocupaciones están dejando huellas en su rostro. El padre de Ezequiel  desapareció antes de saber de su embarazo. Ella decidió llevarlo adelante, en esa tierra inhóspita, donde nació y pasó toda su vida. A pesar de las dificultades, al niño que ya tiene tres años, no le falta nada. Tiene amor, cuidados, todo lo que ella puede darle. Es una mujer fuerte  y  no le esquiva a ningún trabajo.
En el lugar, son  pocos pobladores, algunos demasiado viejos para irse, prefirieron quedarse y morir en la tierra de sus ancestros. Esa tierra que supo de tiempos mejores, ahora, está condenada a la extinción. El río que  le daba vida, fue desviado arriba, para llevar agua a las  enormes plantaciones de un rico latifundista, emparentado con el gobernador y el que aporta para sus campañas. El arroyo que llegaba al vallecito y proveía para los cultivos se convirtió en un lecho de piedras.
 El padre de Ezequiel, llegó enviado por un diario de la ciudad, opositor  al caudillo gobernante. Su misión, buscar testimonios de la gente, perjudicada y condenada al exterminio por la avaricia de un terrateniente y la ambición de un político. En esas circunstancias, conoció a Marisa, que vivía con su madre.
 La joven, deslumbrada por la apostura y  la verba del muchacho, se convirtió en su fiel  seguidora, lo acogió en su  humilde  rancho y lo contactó con los que estuvieron dispuestos a dar testimonio del despojo del que fueron víctimas.
El periodista, siguió luchando por reivindicar los legítimos derechos de  los pocos habitantes, casi todos  ancianos. Los jóvenes partieron  hace tiempo, en busca de mejores oportunidades y con la promesa de volver por sus viejos.
Ella esperó para contarle la buena nueva. En su vientre se gestaba al fruto de un amor plenamente correspondido. Alguien le trajo el rumor de que estaba amenazado de muerte, pero dispuesto a buscarla a pesar de todo.
Esperó año tras año. En vano, como la lluvia, juntos se ausentaron.
Marisa  sale a  asegurar la tranquera, que protege a su rebaño de cabras.
El cielo  estrellado, no anuncia cambios. Si no llueve, tendrá que vender lo poco que tiene a precio vil y abandonar definitivamente el lugar.
Antes de dormirse, pide por Ezequiel y por una lluvia  milagrosa. Trata de borrar los pensamientos tristes que  la agobian.
Despierta sobresaltada.  Una fuerte explosión hace que su mente, se despeje de inmediato en respuesta al  peligro.  Por la ventana, alcanza a ver un cielo iluminado  por  zigzagueantes rayos.  
-Llueve! Llueve! Exclama alborozada.
La puerta se abre de par en par. En el vano, se recorta la silueta del padre de Ezequiel. Abrazándolo y entrecortada su voz, por el llanto, le dice – Sabía que vendrías con la lluvia,  lo sabía.
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Descripción

Una situacin de injusticia y corrupcin que sucede y se repite.

Palabras Clave: latifundista terrateniente

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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