Entreabro los ojos y  me encuentro nuevamente con la misma realidad, estoy borracho, drogado y tirado en una esquina en quien sabe que suburbio de la ciudad y haciendo gala de una fuerza sobrehumana me pongo de pie. Después de estabilizar mi cabeza, que giraba como un carrusel, sentí esa desagradable sensación de querer vomitar sin tener nada en el estomago! ¡Un poco de bilis y saliva para comenzar el día!
Intento cruzar la calle, cuando un auto casi acaba con mis pena (lastima! Me hubiese hecho un favor! ), Pero en este punto de mi vida creo que los milagros no existen. Me dispara una sarta de insultos porque la luz del semáforo no estaba a mi favor, pero logre llegar al otro lado, tambaleándome, tanto de alma como de espíritu. Camino hasta un puente cercano desde el cual tengo una vista de la autopista de la ciudad; apoyo mis temblorosas manos en la baranda y miro hacia el horizonte. Tres pancartas determinan mi decisión:
¡Just Do it! (Solo hazlo)
¡Keep Walking! (Sigue caminando)
¡Free yourself! (Liberate)
            Muchas veces las respuestas están a simple vista, ¡solo hay que escuchar al gran psicólogo que es la ciudad!