El Trofeo
Publicado en May 09, 2011
Para ti he imaginado un cuento,
distinto a todo lo que has escuchado, sin princesas cautivas, sin castillos, sin ogros y sin príncipes osados. Era una joven, sin gracia, como hay pocas renga, desagradable y jorobada, con mal carácter. De su soez boca, mordaces, las palabras, le brotaban. No se libró ninguno de su entorno, ser blanco de sus críticas más duras. Tenía, en la saeta de su lengua, arma certera, insolente y aguda. Se hizo de mortales enemigos. Al herirlos, calmaba un vil deseo. Todos, gustosamente, habrían pagado, por tener esa lengua de trofeo. Un día, la emprendió con un vecino que aparentaba ser, la mar serena, Bajo esa calmada superficie, escondía otro ser, lo que realmente era. Su profesión formal, de cirujano, lo dotó de variados instrumentos para llevar a cabo la venganza, que con gran frialdad se había propuesto. Cuando la lenguaraz fue de consulta, las antiguas ofensas, emergieron, Sin bacilar, sus manos procedieron. Cercenó lengua. En su lugar cosió sonoros cascabeles. Se convirtió en otra, muy distinta, su boca, en una fuente de armonías, Notas, dulces sonidos cristalinos, que el viento esparció en siembra de alegrías. En la plaza principal del pueblo, del cirujano, se erige la escultura, hecha de acuerdo a su postrer deseo, el bisturí apuntando hacia la altura y en la diestra, el preciado, ruin trofeo.
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