Me arrojaste de tu vida
con razones de un lado
de la biblioteca,
sin violencia pero justa
la vehemencia de tu
alegato.
Es mejor seguir la huella
que echar agua al destrato
y partir como alma loca
sin miedo al rumbo.
Revistas del corazón,
amigas de enciclopedia,
en el cadalso que me condena.
Con arte martirizar injustas
cadenas.
Destino de tragedia
muriendo de anonimato.
Y un día el click de lo
inexplicable te trae por
estas letras,
el ancla que se interroga
si habrá hecho bien tensar
la espera,
por verte entera,
inexpugnable,
echando al diablo los
estandartes de la ilusión,
arrodillarte frente a mi
puerta,
llorar como antes,
pedir perdon.