TRIGESIMOQUINTO YO
 
Me han llamado Barbegazi,
quizás por mis barbas gélidas
o porque hiberno en verano.
 
Soy uno de los gnomos
que viven en las montañas
del bello país de Francia
y de la ordenada Suiza.
 
No salgo nunca del bosque,
pues los pocos compañeros
que han caído en las redes
de leñadores y aldeanos,
han muerto poco después
en extrañas circunstancias.
 
Con mis silbidos anuncio
las avalanchas cercanas,
y salvo a los moradores
cuando empiezo a deslizarme
por los peñascos helados
como el mejor San Bernardo.
 
Soy distinto a los parientes
habitantes del perímetro,
quizás por mis grandes pies
que utilizo para esquiar,
y porque bajo mis carámbanos
llevo un pelambre común.
 
Me desplazo por los hielos
haciendo diez mil piruetas
sobre abismos verticales.
 
Puedo esconderme en la nieve
por unos cuantos segundos
y salir de igual manera
aunque me encuentre muy hondo.
 
Vivo en lugares complejos
junto a picos elevados,
con laberínticas galerías
y entradas que están ocultas
entre cortinas heladas.
 
Sólo aparezco en invierno,
con bajas temperaturas,
si hay ventiscas suficientes
para ahuyentar los intrusos
que viajan por zonas altas.
 
Mi voz es muy parecida
al grito de las marmotas
que habitan los Alpes suizos.
 
Acostumbro comunicarme
a larguísimas distancias,
aunque a veces me confundan
con vendavales alpinos
o el sonido de los cuernos
que lanzan los cazadores
cuando van por los caminos,
preparados para todo,
en busca de su pitanza.