Para quienes hayan leído el poema "Que no te sorprenda- Egipto-Libia-Túnez" de Gustavo Adolfo Vaca Narvaja, sin dudas el tema planteado es muy caro a los sentimientos de quienes seguimos de algún modo los procesos revolucionarios en Africa. Desde la revolución de Nasser, desde La Batalla de Argelia en aquellas imágenes conmovedoras del film de Pontecorvo, pasando por las dictaduras más sangrientas como las de Idi Amín, Africa siempre nos dolía por saberla pobre, olvidada, ninguneada por los poderosos. Sus pueblos, pese a todo,  fueron dándose formas diversas de organización. Allí confluían etnias, razas, religiones y ello daba paso a una convivencia multicultural muy compleja a la hora de diseñar una voz continental para esgrimir derechos -desde cada singularidad- en los foros internacionales.  Conciliar las exigencias de la calidad de vida de los pueblos con los procesos políticos que muchas veces se apartan de aquellas por mandatos externos o mesianismos desorbitados ha sido una constante -no solo aplicable al continente africano- que en los últimos años ha pesado a la hora de despertar las protestas. Es oportuno señalar también que mas allá de coincidir -como bien señala Gustavo-, con las cuestiones referidas al petroleo y la codicia que siempre ha despertado su control, lo cierto es que la Unión Europea tenía convenios petroleros firmados con Khadafi constituyéndose en su principal aliada, de ahí esta perplejidad -en todo el mundo- a la hora de unificar condenas ante hechos de inconmensurable gravedad. Pero volviendo al planteo anterior, los procesos políticos en sociedades donde la globalización también ha inoculado sus virus, no dejan de sorprender cuando -mediante mutaciones invisibles a los ojos del poder-, se producen subterráneamente y un día afloran con toda la furia acumulada. En el caso de Argelia muchos motines populares se hicieron sentir contra el alza de productos de primera necesidad que expresaban la degradación del nivel de vida y mostraban la pérdida de confianza del pueblo en sus elites dirigentes.  Un caso similar es el de Tunez , un régimen que llevaba  23 años donde los levantamientos tuvieron como partícipes a vastos sectores juveniles con estudios universitarios pero excluidos del trabajo y la sociedad.  En el caso libio, se conjugan además, las vicisitudes de un proceso que lleva más de 42 años, atravesado por los cambios de un mundo que comienza a debatir el futuro de sus recursos naturales y donde los pueblos también renuevan su protagonismo, en algunos casos tardío, pero finalmente haciendo honor a su razón de ser. Estas cuestiones son apasionantes, disparan un sin fin de reflexiones y en mi caso,  no pude reprimir la curiosidad de tomar un ejemplar de "El Libro Verde" de Khadafi, junto a su Exegesis -que felizmente conservo en mi biblioteca- solo para reflexionar sobre el paso del tiempo, sobre la voracidad insaciable del poder económico, sobre  Perón expresando que  "Solo el pueblo salvará al pueblo" y sobre las palabras que muchas veces nos hacen prisioneros y aunque tarde vale la pena releer:
 "Desde el momento en que el dirigente se convierte en ídolo, incluso un Dios, ante los ojos de las masas, la situación cambia de inmediato contra ellos. Ello ha sucedido en la época de la Alemania de Hitler y de la China de Mao ¿No había declarado él que era capaz de sentir lo que sentían las masas? En cuanto a las masas árabes, después de Nasser, ellas han conocido la misma suerte. Es porque él se había empleado durante su vida a servir sus intereses en su lugar que, a su muerte, ellas no dudaron en confiar sus destinos a otro, yendo hacia su pérdida.
 ¿ Los revolucionarios expresan los deseos de las masas ? Los revolucionarios no pueden pretender que hacen la revolución porque tienen las mismas sensaciones que las masas o porque tienen los mismos deseos y sueños que ellas. Allí, cometerían una falta grave y se convertirían en verdaderos charlatanes, en procura de engañar a las masas para dominarlas mejor.
Los revolucionarios son concientes de que ellos no expresan ni los deseos, ni los sentimientos, ni las aspiraciones de las masas, ya que les corresponde a ellas, y solamente a ellas, el dar cuenta de los mismos. Solo ellas tienen el derecho de ejercer el poder y de poner fin a la tutela y la hegemonía que les fueran impuestas hasta entonces."
                                                                                      Muammar El Gadhafi
                                                                                   Exegesis del  Libro Verde