Tenerla en mi mano
la gloria infinita,
esperar una vuelta y
otra mas la felicidad.
Hoy deseo ir por ella,
contarle que los años
pasaron de golpe y
con golpes,
que incluso mis ojos
no vieron el fin,
los despojos de su
nombre condenado
a las afueras.
Llevarla una vuelta
apretada en  mi pecho
con el derecho de
hacerla mía,
cerrar los ojos,
quedarnos juntos
como prendidos en
un destino
y devolverla por los
que vienen,
por el camino que
no podemos disimular.
Porqué tan pronto
deje morir esa inocencia
de buscarte,
tesoro al márgen del mal,
sin garras que desgarren,
sin sangre de desencuentros.
Tenía en mis manos
la fuerza,
bastaba una vuelta
para triunfar,
ver sus rizos desafiando
el viento,
saber que estaría al día
siguiente blandiendo la
dicha.
En que final te atrapó
el invierno,
metal que no templa,
que añora el calor de
las manos crecidas,
firmando embargos,
oficios varios,
notas suicidas
para seguir perdido
en un mundo sin magia
y extender la mano
por si acaso,
sin ella,
sin vueltas,
por el fracaso siempre
de moda y porque
quiero seguir luchando.