Busco en cada rincón de mi cuerpo tus caricias, estoy lejos sin que mi voz te alcance, descargo mis palabras en vano contra el viento intentando que aunque sea una frase te tope tus labios.
Bella eres entre las mujeres. Bella eres entre los dioses, pero mi alma insiste en tenerte, como el pecado nato del edén, te espero sin cesar en mi lecho de locura de amor.
Solo espero, solo esperar, solo quiero viajar y romper las barreras que me atan a mi tierra y cobijarme en la libertad de tus ojos, en la dulzura de tus manos.
Cada momento cada segundo cada una de mis vidas, se resumirá en una vista a tus pupilas cuando me encuentre en frente de ti.
Mi Venus de cristal, frágil a una lagrima de pesar, a un suspiro sin cesar.
Mi Venus de cristal, tan delicada como el pétalo de una flor, tan simple como mis suspiros por la lejanía.
Desde el umbral de mi ser miro al acariciar la existencia de cada recuerdo de mi memoria al revisar tus fotos, al alejarme de mi pantalla, al tomarte de tus manos que no las alcanzo aun que mi alma desdoblada este en un sinfín de formas.
Deja que calle con un silencio tus pensamientos, que enmudezca tus labios con un beso.
No se a donde voy, camino sin formas ni recorridos, camino en un sinfín de abismos de soledades ocultos en los velos de tus sienes.
Quiero beber del elixir de tus caricias, quiero beber de tus lágrimas y arroparlas para que no desvelen tu rostro.
Déjame estar en ti. Déjame revivir cada amanecer en tu cuerpo, en tu silueta. Pues es lo que deseo con toda la profundidad del universo de mí ser.