Lo que te cuento es real...
El príncipe de lustroso cabello y dentadura perfecta llego  galante en su automóvil blanco y recogió a su bello jovenzuelo a quien lo convirtió en su amante.
El chico era un moreno guapo, que al igual que la Cenicienta de ese cuento absurdo e infantil, se lamentaba de su vida sometida dentro del cañaveral, arrepentido de no haber utilizado en algunos de los burdeles y discotecas famosas, su belleza varonil, para luego convertirse en un modelo famoso. Así lo habían hecho algunos de sus vecinos. Pero la suerte le había llegado. Y no estaba tan mal de físico ese hombre que lo sacaría de la pobreza en que vivía... Con solo darle sus suculentas nalgas tendría  el mundo a sus pies...
Y así fue...
Ahora es todo un profesional. Es el diseñador de las estrellas...
¡Cuántos de sus hermosos trajes han desfilado por las alfombras rojas más importantes del mundo!
Esto no ocurrió de la noche a la mañana.  Pero no me digas que no se gano la lotería al encontrarse su príncipe azul.
¿Y mi príncipe azul?
Sí, porque mi situación es tan precaria que lo busco azul, verde, blanco o del color que sea. Al final de cuenta, un hombre de carne y hueso que me ayude y me entienda. No estoy para sueños de colores rosas. No me puedo dar el lujo de vivir con lo imaginario, ni me voy a dar el lujo de tirarme a mondongo.  Tampoco ando por ahí, regalando mis nalgas por unos cuantos dólares...Si llega, llega, y si no, espero...
Mientras tanto, déjame colocar estas chuletas en el refrigerador, que están tan baratas que ya los clientes se las han llevado todas. No veo la hora de dejar este maldito empleo.
¿Cuándo llegara ese pendejo príncipe azul que me saque de esta basura?