Del libro "Poemas de un esquizofrénico" - Decimosexto yo
Publicado en Jun 24, 2009
DECIMOSEXTO YO
Soy el espíritu del rayo y me gusta mucho el agua. En las épocas de lluvia me refugio entre los ríos que discurren por Australia. En las tormentas de estío me paseo entre las nubes con mis patas de gallina, haciendo extrañas piruetas mientras desciendo a la tierra. Superé la edad del sueño como la serpiente Arcoiris, y a los que hicieron los surcos por donde surgen rebeldes tibias aguas subterráneas. Persigo nobles doncellas hasta el borde de los cielos, y al frustrarse mis deseos desprendo con mi venganza muchos astros luminosos que descargo sobre el globo, formando los grandes lagos de las regiones australes. Soy propicio con las aguas, con las plantas y las piedras, pero exijo sacrificios en situaciones extremas, cuando se abusa del suelo ignorando las Potencias que son bienes naturales de la terrena existencia. Pronostico el porvenir a quienes bien interpretan el papel de mis leyendas, y desconozco los límites, las normas y los caminos cuando viajo por el mundo como una serpiente astuta que aparece sin aviso. Di lectura a los romanos en el libro de los cielos, y les cambié a los helenos el alfabeto existente para darles la escritura. Las deidades de los ríos, las fuentes y las montañas, sin descontar el mar hondo, son mis hijas predilectas, que tienen distintos nombres, de acuerdo con su vivienda. Buenas con la humanidad, juegan papel importante en lo agrícola y ganadero, reconociendo el futuro de aquellos que las respetan y viven bajo su manto. Seducen a los mancebos para prolongar su especie, ya que sólo diez mil años viven jóvenes y bellas. Las divinidades marinas del gran Pacífico Sur son mis fieles servidoras, como las diosas-ballena o los fieros tiburones que deben ser invocados cuando se viaja en canoa. Unas se ocupan de pesca, otras fabrican las redes y enseñan a navegar en medio de las tormentas. Hay dragones en la China que defienden o persiguen a los hombres en el mar. En los Urales y el Báltico hay espíritus acuáticos que trabajan a mis órdenes; algunos son agradables, mientras otros son hostiles. Los habitantes lacustres de las tierras finlandesas, dejan sus soledades cuando los simples mortales penetran para bañarse. En Hungría y otros sitios secuestran a las personas que les niegan homenajes con sacrificios humanos. Los gitanos que controlan los sentimientos locales, cuando se acercan al agua hunden escarpias de hierro en el tronco de los árboles, muy cerca de las corrientes, pues los clavos aprisionan a los duendes vagabundos, hasta que en todo el lugar no queda ni un campamento. Así, entre bosques y ríos, por llanuras y por mares domino todo el conjunto de la tierra y de los aires con mis patas de gallina y mis crestas relumbrantes, porque soy el dios del rayo y me gusta mucho el agua.
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