DECIMOTERCER YO
 
Visito las ruinas de un palacio
construido por la reina Circe.
 
El poder hechizante de la maga,
que emplea hombres en rituales
y en orgías, nada puede contra mí,
debido a que no sufro mutaciones
frente a las fieras hambrientas.
 
Eso porque el divino mensajero
me obsequió su narcótico sagrado
para salir indemne de la prueba.
 
Con mi daga de filo convincente
sugiero devolver la humanidad
a mis gruñones compañeros.
 
Obedece como una dócil sierva
porque anhela tener en sus dominios
navegantes que aplaquen sus antojos.
 
Por eso, cuando parto para Ítaca
en los cálidos meses del estío,
ella pretende secuestrar los barcos
y marinos que recalan en la ínsula,
hasta ver la llegada de un valiente
que, ayudado por míticos guerreros,
desmantela sin piedad su hechicería.