EL SAQUITO NUEVO
Publicado en Dec 23, 2010
Esta anécdota es de Nelson Ramírez, el cojo o "Tarántula", como lo apodamos después del accidente que voy a relatar. Este muchacho tenía una pierna más corta que la otra y andaba con bastón, como puede suponerse era uno de los objetos de burla en el barrio; además, se ponía de los mil demonios cuando era objeto de nuestras bromas y eso lo hacía más vulnerable porque mi amigo Ricardo P, también era cojo, pero no se la dejaba montar de nadie.
El papá de Nelson tenía fama de ser adinerado y tacaño, más de esto último que de lo primero, de manera que Nelson y sus tres hermanas (bien feas, por cierto) que llamábamos "Las repisas", vivían con la esperanza de heredar al anciano cuando falleciera pero el viejo no daba señales de agonizar y la esperanza se fue diluyendo con los años ya que el anciano parecía inmortal. Cualquier día Nelson sacó prestada una bicicleta para ir hasta el centro de la población a hacer un mandado, al llegar a la carretera principal no miró hacia los dos lados y salió sin precaución. Él que sale y una volqueta que lo atropella con chirrido de frenos, invocaciones a Dios y maldiciones del chofer por la imprudencia de Nelson. Como siempre ocurre en estos casos, en cuestión de segundos se amontonó medio barrio y gente de los barrios vecinos a fisgonear el incidente. El muchacho estaba tirado en mitad de la carretera, blanco como un muerto y quieto como si hubiera fallecido, en medio de un charco de sangre. Por fin, alguien se agachó, le tomo el pulso y acercó la mano a las fosas nasales: - ¡Está vivo, respira!- dijo. - ¿Qué hacemos? - Llamen a alguno de la casa. La mamá de Nelson, una señora gorda y perezosa llegó jadeando, preguntó cómo estaba y cuando supo que estaba vivo y sin heridas mortales pidió espacio para pasar a verlo. Se quedó mirándolo con lágrimas en los ojos y le dijo con tono de reproche: - ¡Preciso tenía que llevar el saquito nuevo...!
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Esteban Valenzuela Harrington