Un día de diciembre tomaba un café        en un centro comercial, en compañía de unos amigos.
A dos mesas de donde estábamos,
mientras mis compañeros hablaban
sobre temas de "adultos", se ubicaba un niño
de unos siete años.
Lo observé detenidamente por más de una
hora: es más interesante observar niños
que oír a los "adultos" pues esto algunas 
veces nos deja un sabor
amargo en nuestro espíritu. En cambio, los
niños arrancan una sonrisa bella.
 
Estaba solo y muy ocupado, quizá mientras su
mamá estaba de compras.
El niño empleaba su tiempo en aprender
a lanzar taquitos con pitillo o popote.
Tomaba una servilleta, hacía con el papel
pelotitas muy chiquiticas, las metía en su boca
y soplaba con fuerza hacia un punto en la pared.
¡Ésa era su gran satisfacción!
 
No sé por qué, pero pensé en la Navidad.
La Navidad no es para intelectuales,
sino para la gente sencilla;
 no es para gente religiosa,
sino para los que aman y tienen fe.
 
La Navidad no es para los amargados,
sino para los que juegan,
 sólo es cosa de niños
y de los adultos que se hacen como ellos.
Vive esta Navidad como si fueras un niño:
 
no tomes las cosas tan en serio es decir,
tómalas en serio, pero no tanto.
Cuando alguien te grite: "¡Te odio para siempre!",
no lo tomes tan en serio. Ahora bien,
cuando alguien susurre a tu oído:
 "Te amo profundamente",
tampoco lo tomes tan en serio.
 
Porque nadie odia para siempre
 ni ama profundamente.
Sólo Dios nos ama inmensamente y
 el demonio  es el único que odia para siempre
y tu prójimo no es Dios ni el demonio,
aunque lo parezca.
La vida es un juego en donde hacemos
moronitas de papel,
y las lanzamos al blanco de la vida...que es el amor.
Unas aciertan, otras no. 
Pero la vida continúa hasta el final.
 
¡Feliz Navidad 2010!
 
Ricardo Bulmez