Para mí nada tiene sentido, opinan los otros,
  mi mundo es un planeta minúsculo,
 me encuentro en terrenos desconocidos.
 Sola, grito desconsoladamente,
 mis dedos se aferran a mi cabellera
para no caer en un abismo.
Vuelvo a nacer en posición fetal
con los brazos cruzados entre mis piernas.
 Veo, escucho a las personas andar                  
 por ahí y por allá.
Odio las relaciones humanas,
 me siento incómoda
cuando me rodean con los brazos.
Soy una pensadora visual,
y si algo me perturba, sólo sonrió.
Una tarde, unas manos juguetonas de un niño
 me acariciaron mis piernas,
 sentí bichitos,
como aquellos que se meten al frasco
 que yo dejo destapado
cuando  endulzo el café.
Esa noche descubrí mi cuerpo,
sintiendo una sensación agradable,
toda, me encontré en el espejo
 no me sentí sola,
ni grite desesperada.
Con alegría,
me quedé aletargada,
así pasaron los días
y dormía con mi espíritu desnudo.                                      
Alguien se me acercó,
tocándome ferozmente,
que hasta los pelos de mi piel se electrizaron.
Me comentaron que  son vellos,
pero que importa,
pues coger y hacer el amor,
también es lo mismo.
Dicen que me violaron,
pero a mí me encantó
me perdí en cosmos coloridos,
concentrados en explosiones de esquizofrenia.
Me dijeron que estaba embarazada,
tenía que abortar
y desde ese entonces
también estoy llorando                                                     
por el amor perdido en mis entrañas