MANDINGAS
Publicado en Jun 18, 2009
MANDINGAS
Se han tejido sobre mí muchas leyendas que me afirman como espíritu del Mal, cuando soy en realidad algo tan bueno como el grito rebelde de la libertad. Me llaman con muchísimos apodos salidos de la hipocresía y el temor: Mandingas, Demonio, Buzirago, El Diablo, Biruñas, Belcebú, Ángel Maldito, Satanás o Lucifer; una lista tan grande que ni yo, el Putas, alcanzo a recordar. Ejerzo mi poder sobre la naturaleza y me gusta deslumbrar a los humanos ayudando a que rompan las cadenas que tiene el cepo de las supersticiones. Soy el protector de los mineros, los esclavos, las brujas y los duendes. Hasta tolero a usureros y ladrones que saben cómo manejar sus cosas. Protejo también la hechicería, los placeres y el ocio creativo de bohemios, poetas y pintores. Me entusiasman parranda y borrachera lo mismo que excitar a las doncellas que buscan sin cesar ser desfloradas en noches sin Luna y con tormenta. También a curas y hasta monjas que se masturban en las sacristías y en oscuros rincones del convento. Amo, lo obsceno, lo alegre y libertino porque la castidad es enfermiza, feo vicio de cobardes y cristianos. Aparezco en las fiestas religiosas y en muchas romerías pueblerinas, donde sienten el temor a los placeres que azotan con su látigo preciso a tartufos, rezanderos y cabrones. Aterro a los incautos que me pintan con pezuñas, con cuernos y con cola, echando llamaradas por los ojos y exhalando fuerte olor de azufre, cuando no como un macho cabrío que seduce las vírgenes impúberes, pues algunos idiotas despistados imaginan que saben predecir mis andanzas en noches de jaleo. Lo cierto es que soy muy expansivo, inteligente y gozador de los asuntos deliciosos que nos da la vida, pues esta realidad es muy efímera y tan pronto como hayamos muerto, ni Dios ni Diablo tendrá la eternidad.
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Verano Brisas
Carlos Campos Serna
Saludos