Doña Inés y "La Paca" - Capítulo 4 (Novela).
Publicado en Oct 21, 2010
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Eran  ya pasadas las doce del mediodía cuando Don Antonio se despertó dando un grito sobresaltado.
- ¡No!. ¡¡La horca no, por favor!!.
Se dio cuenta de que había estado soñando una pesadilla. En ella se veía a sí mismo acorralado por el pueblo que, todos a una como si fuese Fuenteovejuna, gritaban a los alguacilillos que le colgasen de uno de los pinos de aquel bosque en donde Doña Inés leía mientras gozaba con el libro de aventuras titulado "Por esos pueblos del Wayne". Fue entonces cuando escuchó fuertes golpes en la puerta. Creyó que era verdad que todo el pueblo de Mijas venían a por él y su cabeza. 
- ¡No!. ¡¡No quiero morir de esa manera!!.
La puerta se abrió repentinamente...
- !Clara!. !Menudo susto me has dado!.
- Es que acaso soy tan fea...
- No... no quiero decir eso... esto... bueno... dónde se ha metido Inés.
- La señora se fue muy de mañana y no ha regresado todavía.
- ¿Que no ha regresado todavía?.
- Como lo está usted oyendo, Don Antonio.
- ¿Y se puede saber hacia dónde se ha ido y cuándo piensa regresar?.
- Perdone, Don Antonio, pero ¿usted se cree que yo soy Nostradamus para adivinar el futuro?. Ni sé dónde se ha ido ni tampoco sé cuando volverá. Por cierto, no creo para nada en Nostradamus sino en ciertas cuestiones que no son de mi incumbencia citar delante de usted.
- Está bien... está bien... !la próxima vez no aporrees tanto la puerta de mi alcoba!.
- Es que estaba usted gritando, Don Antonio.
- Basta. A ver si te acostumbras a no decir la última palabra. En esta casa la última palabra siempre es la del señor de la casa y el señor de la casa soy yo... ¿entendido, Clara?.
- Bueno, pero no se me enfade Don Antonio, que enfadarse supone doble fatiga para su corazón.
- ¿Mi corazón?. !Ah, ya recuerdo!. ¿Dónde has colocado mi mejor traje de fiesta?... porque hoy es 1 de mayo, ¿no es cierto?.
- Pues sí. Hoy es 1 de mayo. Fiesta para todo el pueblo y no sólo para usted.
- Vuelvo a repetir que hablas demasiado claro, Clara.
- Por eso me pusieron mis padres de nombre Clara. Por cierto... ¿como quiere los huevos, con clara o sin clara?.
- ¿Quién te ha dicho a ti que quiero deayunar huevos?.
- Sólo hace falta un poco de imaginación. Todos los días festivos usted tiene la costumbre de comer huevos. Eso, para una servidora, que lleva tantos años como empleada de hogar en esta bendita casa, no es ningún secreto.
- Está bien... está bien... sírveme un par de huevos sin clara.
- ¿Sólo la yema?.
- Parece que hoy te has levantado muy graciosa, Clara. ¡Sólo con yema he dicho!.
- No... si yo se lo pregunto es para advertirle que si come los huevos sin clara se puede manchar los dedos con la yema... bueno... quise decir la yema de los dedos...
- ¡Mira Clara, yo hoy no tengo ganas de pitorreo!... ¿entendido?... Así que sírveme rápido esos huevos y trae mi mejor traje de fiesta que tengo urgencias que hacer.
- El baño está a la derecha como siempre, Don Antonio.
- ¡O dejas ya el pitorreo o, en caso contrario, hoy quedas despedida definitivamente de esta santa casa!.
- Entendido, Don Antonio... pero que conste que la que me contrató, cuando usted se casó con ella, fue Doña Inés. No lo olvide Don Antonio. Soy empleada de esta santa casa sólo gracias a Doña Inés. Y sólo Doña Inés tiene las facultades y los poderes suficientes para despedirme a mí. Usted preocúpese de balancear bien sus cuentas corrientes bancarias que de balancear esta santa casa ya me encargo yo. Y como no tengo tampoco ganas de pitorreo ni de ninguna otra clase de cachondeo casero, en seguida le traigo los huevos, le preparo el mejor traje de fiesta que usted usa en ocasiones muy especiales y punto y final. Aquí acaba mi historia y empieza la suya, Don Antonio.
En efecto, Clara fue servicial y rápida. Don Antonio se comió el par de huevos sin clara y, rápidamente para que le diese tiempo antes de que regresara Inés, se colocó, como pudo, el elegante traje azul con corbata de color fucsia y salió rápido hacia el Camino Viejo de Coín manejando su flamante Chevrolet último modelo del año. Allí, en el Camino Viejo de Coín estaba aquel, para él, su particular paraíso terrenal. O al menos él creía que era su particular paraíso terrenal.
La Paca estaba, aquel día, verdaderamente resplandeciente en aquella casita rústica situada a las afueras de la ciudad. Allí se encontraba un bar de espera, salitas de agradable decoración y una terraza junto a la piscina, a la sombra de un olmo centenario. Sus habitaciones se adornaban con llamativas vigas de madera y los  baños estaban actualizados. En el bar de espera la encontró Don Antonio.
- ¿Qué haces tú aquí a estas horas tan tempranas?. ¿No te dicho ya mil veces que tienes que ser mucho más prudente?. ¡A saber la cantidad de gente del barrio que te ha visto venir hacia acá!.
- Perdóname Paca, pero he estado toda la noche pensando en ti y... como hoy es el Día del Trabajo, pensé que quizás querrías trabajar un poco más conmigo.
- Lo primero es lo primero. ¿Has traído la pasta?.
- Toma, Paca, hoy me siento especialmetne dadivoso y para que veas que soy espléndido aquí te regalo este cheque que puedes cobrar mañana directamente en la Banca March. Ya sabes que a mí a marchoso no me gana nadie.
- Ya veo... ya veo que tienes hoy muchas ganas de marcha... pero te esperas un poco que tengo que hacer mis reflexiones diarias. ¡A ver!. ¡Trae ese cheque para acá!.
Era un cheque auténtico, con la firma auténtica de Don Antonio y por un importe neto de 5.000 euros.
- ¿Cinco mil euros?. Bueno. Lo pensaré un poco. De momento cinco mil euros no están nada mal. Pero... ¿qué es de mi regalo?. Ya sabes que o me traes un regalo original o no hay marcha.
- ¿Y qué quieres que haga?. Sólo están abiertos los bares, las tiendas de golosinas y las floristerías.
- Escucha bien, Antonio. No me interesa ahora ninguna botella de champán, ni ninguna caja de bombones ni tampoco ningún ramo de flores... así que ingeniate como puedas el sorprenderme con un regalo original... y no admito nada de bisutería.
Don Antonio quedó meditando. ¿Estaría bien o no estaría bien regalarle a La Paca lo que estaba pensando?. La miró fijamente. Estaba deslumbrante. ¡Sí!. ¡Le regalaría el viejo reloj de oro puro que había pasado de generación en generación, desde su mismo bisabuelo, y que era para él uno de sus objetos más apreciados de su crapulosa vida. Pero también La Paca era un objeto bien apetitoso. Así que no lo pensó más tiempo.
- Toma. Te lo regalo. Es de oro puro y macizo. Algo así como tú. Por eso no tengo ninguna clase de reparo en regalártelo.
- ¿De verdad crees que valgo tanto?. ¿No sabes que soy rubia de bote?.
- ¡No he visto nada igual en toda la Costa del Sol!.
- Tú sí que eres un solete, Antonio... y ahora trae para acá ese reloj.
Antonio se lo regaló sin pensarlo dos veces.
- ¿Sabes una cosa, Antonio?, hay que contar hasta diez...
- ¿Hasta diez?. No comprendo.
- Cuando esté hablando yo haz el favor de no cortarme. Te quiero decir que hay que pensar hasta diez antes de hacer algo... y ahora, espérame, que tengo que arreglarme para estar más espléndida todavía. Si te aburres puedes leer la prensa. Por ejemplo, te recomiendo, "La Tribuna" de Marbella.
Don Antonio dió un largo suspiro y, mientras ella se introducía en su habitación particular, se sentó en el sofá y se puso a ojear "La Tribuna" mientras se mostraba nervioso e inquieto. ¿Qué sería de Inés?. ¿Dónde estaría Inés?. ¿A qué hora volvería a casa Inés?. Se concentró de nuevo en La Paca y abrió, lentamente, el periódico. Se detuvo en una noticia que venía en un recuadro. Una especie de sinopsis periodística.
"El momento más esperado de la Feria de San Pedro de Alcántara: el patrón desfila en procesión por las calles del núcleo poblacional con la vara de mando. Los sampedreños se vuelcan en el último día de su Feria y Fiestas. El tiempo este año fue clemente con San Pedro de Alcántara, y un sol radiante brillaba en la salida de la procesión del patrón de la que fuera Colonia. Así, pasadas las 12.30 horas, salía el desfile procesional, minutos después de que finalizara la misa de la Hermandad de San Pedro".
Miró la fecha. Era del año anterior. 14 de octubre del año 2009 después de Jesucristo.
- ¡Dichosos los ojos que le ven, Don Antonio!.
Dio otro respingo y dejó caer el periódico sobre la mesita central de la sala.
- ¡Señor Salinas!. ¡Menudo susto me acaba de dar!.
- ¿Es que acaso te has creído que soy un agente de la Interpol o qué te ocurre Antonio?.
- Nada. No me ocurre nada, sino que estoy asombrado de que usted venga por acá.
- ¿Por qué tanto asombro?. Sucede que hoy tengo la zapatería cerrada porque celebramos el Dia del Trabajo y me he dicho a mí mismo que, como usted sabe que soy un solterón empedernido, que bueno sería darme una vueltecita por estos lares.
- ¿Y a quién busca usted, si se puede saber y no es indiscreción por mi parte?.
- Es usted bastante indiscreto pero... no se preocupe... no estoy interesado en La Paca. Lo mío tiene que ver con Maika, si es que el "Rubio" Ocaña me lo permite.
Don Antonio carraspeó secamente antes de continuar. Le interesaba cambiar de tema.
- ¿Y cómo se encuentra "Currito"?.
-¿El canario?.
- ¡Claro!. Estoy interesado en saber algo del canario...
- Pues como siempre. Tan mal hablado como siempre. Ahora le ha dado por aprender a distinguir entre las diferencias de género.
- ¡Qué me cuenta!. ¿El canario es capaz de distinguir la diferencia de género?.
- ¡Como se lo estoy contando!. Parece milagroso pero es real.
- ¿Y cómo sabe usted que el canario sabe distinguir la diferencia de género?.
- Por las cosas que suelta...
- ¿Quiere usted decirme que suelta cosas cuando pasa la gente?.
- Oiga, Don antonio, por la Calle Velázquez no caminan gentes sino personas y es importante saber diferenciar entre ambas cosas. Lo que sucede es que "Currito" es tan mal hablado que pienso yo que ha leído el "Diccionario Secreto" de Don Camilo José Cela porque si no... ¿cómo es posible que sea tan mal hablado?.
- Señor Salinas... dudo mucho que un canario haya aprendido a leer a Don Camilo José Cela. Estoy de acuerdo en que suelte palabras más o menos groseras... !pero es imposible que sepa diferenciar los géneros!.
- Pues yo le afirmo de que lo sabe. Porque cuando pasa un hombre no hace más que decir marica, marica y marica y cuando pasa una mujer no hace má sque decir fulana fulana y fulana. ¿Qué opina usted de este asunto?.
- No lo entiendo. Y tampoco entiendo por qué está usted tan temprano aquí.
- Porque para echar una cana al aire no hay tiempo determinado. Hoy es Fiesta y en las fiestas todos los relojes se detienen para todos. No sólo usted tiene derecho... y no se preocupe... que le estoy diciendo que yo no soy ningún rival con usted por conseguir los favores de La Paca... pero tenga cuidado... que me han dicho que no es usted el único que se la trajina...
- ¡Hola caballeros!. ¡Buen día a los dos!. ¿Qué?. ¿Hablando de cosas interesantes?.
Era Maika que acababa de llegar con un buen puñado de churros envueltos en papel marrón y que ella llevaba, garbosa como siempre, en su mano derecha.
- Esto... hola Maika... nada... que estábamos hablando del tiempo...
- Del tiempo que hace que ustedes nacieron ya, Don Antonio o del tiempo que hace...
- No. Sólo hablábamos del tiempo que hace.
- ¡Excelente, Señor Salinas!. Para que se ponga contento usted... pues sí... El "Rubio" Ocaña ha dicho que sí.
- Pero sí... ¿a qué?... si es que se puede saber.
- A que si... pero subiendo la tarifa...
- No se preocupe Señor Salinas, si usted no tiene suficiente en estos momentos, para eso estamos los amigos.
- ¿Es usted un excelente amigo o un excelente primo, Don Antonio?.
- Oiga señorita... que es verdad que el Señor Salinas y yo somos dos primos... y como yo soy más primo que él porque tengo más edad que él...
- Pues debe saber que la tarifa ha subido a 500 euros.
Don Antonio tragó saliva pero dominó los nervios.
- ¿Le viene bien que le firme un cheque?.
- Si es verdadero no hay problemas.
- !Y tan verdadero que es!. ¡Totalmente seguro además porque es de la Banca March!. Y usted sabe muy bien que la Banca March es una de las más cotizables y potentes de Europa.
- Está bien. Lo acepto. Lo más lamentable del caso es que el ochenta por ciento se lo va a llevar El Rubio.
- ¡Ese tal Ocaña es verdaderamente un miserable!.
- No todas las que nos dedicamos al oficio tenemos la suerte de ser tan libres como su queridísima Paca. Y bueno... ¿por qué no dejamos de hablar del Rubio y nos tomamos entre los tres un buen chocolate con churros?. No se proecupen, me los ha regalado el Señor Silva sin que la Señora Silva se haya enterado.
- ¿A qué Silva se está refiriendo?. ¿Al canario que habla tan mal?.
- Exacto Señor Salinas. Me refiero a su rival que es, dicho sea de paso, el que le ha enseñado a hablar tan mal a su canario. Como son canarios los dos por eso se entienden de maravilla.
- ¡En cuanto le pille a ese prejubilado canario que a sus 56 años de edad no tiene otra cosa que hacer más que enseñar a hablar mal a mi canario se va a enterar de quien soy yo!.
- No. Si él bien sabe quién es usted, Señor Salinas. Quien no sabe quien es él es usted.
- ¿Qué me quieres decir con eso, Maika?.
- Señor Salinas... ¿ha oído usted hablar alguna vez de la lucha canaria?.
-¿Qué es eso?.
- Mientras tomamos tranquilamente el chocolate con churros y no se preocupe que me los ha regalado El Rubio, pues tenemos suficiente tiempo...
- ¿Otra vez vamos a hablar del tiempo?.
- Usted coma y guarde silencio, Don Antonio, que ya sé que le gusta comer demasiado. Ya ha cumplido usted con el chequecito de los 500 euros. Bien. Señor Salinas... ¿usted ha oído hablar alguna vez de la lucha canaria?.
- Nunca.
- Se lo voy a explicar con bastantes palabras porque como hoy es Fiesta e invita Ocaña repito que tenemos mucho tiempo por delante... o poco tiempo según lo crea cada uno de nosotros. 
- Pues sí que estamos arreglados.
- Ya. Ya veo que vienen ustedes dos muy bien arreglados para una cita tan corta de tiempo.
- Pero... ¿es que siempre tenemos que terminar hablando del tiempo?.
- Que le repito que se tranquilice usted, Don Antonio, y guarde silencio mientras come a dos carrillos, que bien cebado está usted por cierto... y bueno... Señor Salinas, resulta que la lucha canaria es un deporte de lucha de las Islas Canarias de España.
- Simple. Muy simple eres hablando, Maika.
- ¿De verdad, Señor Salinas que me considera muy simple hablando?. Antes de seguir hablando tengo que advertirle que yo soy precisamente canaria. O sea que entre canarios y canarias anda el juego. ¿Le interesa el asunto o no le interesa el asunto?.
- Si no queda otro remedio...
- Eso lo tendrá usted que decidir al final. Ahora escuche atentamente. La lucha se desarrolla dentro de un círculo, que puede ser de arena, tierra u otros materiales, denominado `terrero´, cuyos dos círculos céntricos tienen unas dimensiones mínimas que han de ser de 15 y 17 metros de diámetro respectivamente. En él, dos luchadores se enfrentan agarrados intentando derribarse. El principio básico es el desequilibrio del contrario hasta hacerle tocar el suelo con cualquier parte de su cuerpo que no sea la planta del pie, empleando para ello, con un buen agarre, una serie de mañas o técnicas. No se permite la lucha en el suelo ni ninguna clase de llaves, estrangulaciones ni luxaciones, como sí sucede en el judo y conste que eso lo sé porque me contaron que lo practica un tal Maesto Zeta-Zeta de quien me parece recordarle haberle visto en algún lugar... pero bueno... ¿continúo o no continúo dejando al maestro Zeta-Zeta en el secreto del sumario?.
- Buen humor tienes hoy, Maika.
- Pues no es cuestión de humor, Señor Salinas.
- Continúa entonces... a ver donde vamos a desembocar...
- Estoy segura de que usted desembocará en no volver a abrir la boca sobre ciertos temas de familia.
- No entiendo nada.
- No entiende nada y no es necesario que entienda para que comprenda cómo sigue la historia.
- Sigue, sigue. Ardo en deseos de saber.
- Eso es. Hay que saber hasta latín en esta vida, Señor Salinas y no dárselas de vivo. ¿Así que es usted soltero de verdad?.
El Señor Salinas guardó silencio y se puso mas rojo que un tomate canario. Efectivametne no era soltero pero guardó silencio.
- Entonces, sigo. Anteriores a la conquista, los aborígenes de las distintas islas no tenían prácticamente contacto entre sí, y este tipo de lucha se extendía por las diferentes islas. Por tanto, la lucha debió surgir primero en el continente y más tarde se produjo la llegada de los pobladores. Se sabe que en el norte de África existen luchas similares, que pudieran emparentarse con la lucha que los antiguos canarios practicaban en Canarias o no. Los especialistas e historiadores de la Lucha Canaria han dividido su evolución en tres etapas: Época histórica: Es la primera época. Del cronista Alvar García de Santa María en el año 1420 es del que se han obtenido las primeras referencias conocidas sobre este deporte. Ya se utilizan algunas de las técnicas que hoy se siguen utilizando y aparece la figura de los jueces u "hombres de honor". Época folclórica: Con la llegada de la Ilustración este deporte quedó exclusivamente relegado al ámbito de las celebraciones y actos populares o festivos. Incluso en algunas publicaciones de la época se la consideraba vulgar y anacrónica. Debido a la guerra con Cuba muchos canarios emigraron a América y llevaron a esas tierras este deporte, siendo Argentina y Cuba los países donde más acogida tuvieron y se celebraron bastantes combates. En esta época, por el año 1872, se redactó el primer reglamento por lo que convierte a este deporte a uno de los más antiguos reglamentados. Época institucional: En los años 40 del siglo XX se comienza a regular el deporte y se crean las primeras federaciones provinciales, al principio dependientes de la Federación Española de Lucha y ya en 1984 se creó la actual federación, que esta dividida en insular o regional en Canarias.
- ¿Quién te ha enseñado todo eso?.
- Dígamos que, por ejemplo, el misterioso Maestro Zeta-Zeta.
- Pero... ¿quien es el Maestro Zeta-Zeta?.
- No se preocupe por él, Señor Salinas. Ya no está por el pueblo; así que no tiemble tanto. Lo malo es si vuelve... o sea... continúo o no continúo...
- Yo estoy bastante asustado y ya no quiero más chocolate, Maika, pero si quieres seguir sigue...
 
- Quiero seguir y usted siga comiendo, Don Antonio. Explico lo que son las mañas en la lucha canaria En lucha canaria, una maña es un movimiento o conjunto de movimientos con el único fin de derribar al contrario sin golpearlo. Para ello pueden utilizarse tanto piernas, brazos y movimientos del cuerpo siempre que respeten las reglas establecidas. Podemos dividir las mañas en tres grupos: Mañas de agarre. Son aquellas que consisten en aferrarse a alguna parte del cuerpo del contrario para tratar de derribarlo levantándolo y haciendo que pierda el equilibrio. Ejemplos de estas mañas son: cogida de muslo, cogida de tobillo, cogida de corva, cucharón, sacón (de aire, de camisa y de sobaco) y la cadera. Mañas de bloqueo. Son aquellas que consisten en bloquear el movimiento de alguna parte del cuerpo del contrario, tanto con los brazos como con las piernas, para desestabilizarlo y llevarlo a la arena sin llegar a la extrangulación o luxación que vuelvo a insistir que sí utilizan los judokas. Algunos ejemplos son toque por dentro, toque para atrás, toque por fuera, garabato, traspiés, pardelera o burra. Mañas de desvío. Son aquellas que consisten en mover el cuerpo para desviar la acción del contrario y con la propia fuerza del mismo desestabilizarlo. Algunos ejemplos son desvío, tronchada, toque por dentro, vacío o perro.
El Señor Salinas temblaba de pavor.
- ¡Yo me largo inmediatamente de aquí antes de que se entere Charito!.
- ¿Quién es Charito, Señor Salinas?.
- Otro día se lo explico, Don Antonio. Ahora sólo me queda esperar que San Antonio me acompañe y haga el milagro de que Charito no se entere.
- !Adiós, Salinas, que te vas sin despedirte de mí!.
- Lo siento, canaria. No tengo tiempo.
- ¿Otra vez el tiempo?.
- Don Antonio, su poroblema no es mi problema. Mi problema es que de estos 500 euros que gano el chulo de Ocaña se queda con 400 y me quedan sólo 100 para mí. ¿Comprende usted porqué es mentira lo que dicen de nosotras?.
- No entiendo nada.
- Que somos mujeres de la vida alegre. ¿Usted se cree que puede ser vida alegre tener que pagar a un chulo el noventa por ciento de lo que se gana?. ¡Señor Salinas, no se vaya tan deprisa que todavía no se ha terminado su chocolate y además quiero invitarle yo ahora a un mojo picón!.
- ¡¡No me interesa ya nada de mojo picón, Maika, me marcho y espero que San antonio me respalde con uno de sus milagros!!.
- ¿San Antonio o Don Antonio dice usted?.
- Da lo mismo. Que sea Don Antonio el que siga pagando. Yo ya me he quedado sin caudales. ¡Adiós!.
- Bueno, Don Antonio... ¿le explico a usted qué es el mojo picón canario?.
- No me interesa... pero para matar el tiempo ya que tan harto estoy del tiempo...
- Pues eso. Podemos matar el tiempo mientras le hablo del mojo picón. Verá usted qué ineresante es ligar con mojo picón. Usted imagine que está en una sesión de risoterapia que es tan interesante a la hora de vivir contando chistes.
- Me interesa escuchar.
- Bien. como ingrediente tome usted 2 pimientas de Cayena, 4 dientes de ajo, 1/4 de vaso de aceite de oliva, 1 chorrito de vinagre, 1 vaso de agua, 1 cucharada de pimentón picante o picoso como dice usted, 1 pizca de cominos y no se me pique por eso, Don Antonio, sal gorda y le repito que no se me pique que para contar chistes gordos las canarias también sabemos bastante y migas de pan. ¿Le interesa saber cómo se puede ligar con todo esto durante una noche toledana completa?.
- De acuerdo. Me interesa aprender...
- Bien. Voy a ver si es usted lo suficientemente inteligente como para ser un anciano en el arte de ligar a la canaria. Ablande las pimientas de Cayena, dejándolas en agua durante unos minutos, agregue el pimentón, los cominos y no se me enfade por esta palabra Don Antonio que es muy española por cierto; machaque todo bien; añada el vinagre, el aceite y el agua y remueva hasta que todo ligue bien. ¿Ha entendido como se liga a la canaria con el mojó picón y sin tener que pagar ni un sólo centavo por ello porque le invita la casa?.
- La casa de quien, Maika.
- La casa del Maestro Zeta-Zeta.
- Pero... ¿qién es ese tal Maestro Zeta-Zeta?.
- No se proecupe por eso. Sólo le puedo terminar diciendo que puede añadir un poco de miga de pan hasta darle a la salsa toda una consistencia muy especial, tan especial que usted ni se entera de como liga un Maestro por muy maestro que usted desee ser y, todo ello, con los pantalones bien puestos. Ligándolo todo muy bien para completar una noche completa y valga la redundancia que es palabra que aprendí de dicho Maestro Zeta-Zeta.
Don Antonio se quedó boquiabierto de los conocimientos de Maika.
- ¿Usted cree también que las chicas guapas somos tontas y nos dedicamos por gusto a estos oficios o por necesidad?. Bien. No se confunda conmigo. No vaya a ser que yo sólo sea una apariencia nada más. Preocúpese de su querida y amada Paca que se oyen rumores de que tiene usted a un rival muy fuerte. No tanto en lo económico como usted pero sí en lo social. Y yo creo que los rumores son, en este caso, bien fundados. ¿Sabe usted quién fundó este oficio?.
- Ni idea. Se pierde en la noche de los tiempos.
- ¿Ve cómo es muy importante hablar de los tiempos?. No fue ninguna Eva por cierto... la verdad es que fue algún Adán perdido. Más o menos como usted y su rival de esta noche... en otras palabras... un oficio de mujeres creado por hombres... ¿entiende ya o se lo digo más despacio?.
- Lo único que sé es que quiero ver de nuevo a La Paca.
- No es problema. Tampoco es problema, por cierto, para el Maestro Zeta-Zeta pero en sentido totalmente opuesto.
- ¿Pero quién es ese tal Maestro Zeta-Zeta?.
- Ya he hablado bastante de artes marciales ahora siga usted con su marcha... marcial...
- ¿Marcial?.
- Sí. De Marcial Lalanda hablo. Fue un extraordinario torero madrileño y como de cuernos se trata el asunto, me pareció oportuno citarlo.
- ¿Me puedes dejar ya en paz?.
- Pues claro que sí. Que la paz de Dios sea con usted, Don Antonio. Y no espere milagros de San Antonio, señor anciano. Aquí el único milagro que existe, en este caso, es la inteligencia. Entre el Maestro Zeta-Zeta y usted por supuesto. Me refiero a saber qué es llevar pantalones o no llevar pantalones o mejor dicho a ser o no ser mandarina... ¿me comprende, Don Antonio?.
- No le comprendo nada.
- Mejor. Es mucho mejor que siga usted disimulando. Yo me voy. Estoy harta del Rubio. Ocaña se queda, desde estos instantes, sin el ochenta por cierto de mis futuras ganancias... aunque tenga que enfrentarme esta noche con él. Se lo juro. Y tenga usted por seguro que mis ganancias, a partir de ahora, serán honradas, honestas, legales y lícitas. Piense usted lo que quiera pensar de mí, pero recuérdeme siempre como la canaria que le enseñó a saber como se liga sin tener que ser un pendejo pagando dinero por ello ni pasar los límites. ¿Que no sabe usted lo que son los límites?. Pregúntele usted a Dios... Adiós...
- ¿Qué gran placer verle por aquí, Don Antonio?.
Don Antonio, que se encontraba, en esos momentos, cabizbajo levantó la vista...
- Pero... ¡Don Ramón!. ¿Qué hace usted por este paraíso?.
- Pues que me he estado preguntando hoy, que es la Fiesta del Trabajo, venir por aquí a hacer un trabajito...
- No me diga que usted conoce a...
- ¡Chist!. ¡Guarde silencio que hasta las paredes escuchan!.
- O sea, que es usted mi rival...
- ¿Es que estamos en alguna guerra?. Que yo sepa la guerra terminó en el 39 del siglo pasado?. ¡Cuánto ha llovido desde entonces, mi querido Don Antonio!.
- Sí. 71 años son ya demasiados para mí...
- ¿Pero si está usted todavía como un toro, Don Antonio?. Me parece a mí que es usted el torero que más ha aguantado en los carteles.
- ¿De qué carteles me está hablando?.
- Pues a los de las famosas películas de los 71 años de edad. ¿Le parece bien que, mientras guardamos turno como si esto fuese una farmacia y sólo para curarnos un poco en salud que es muy saludable por cierto a nuestras edades, que 71 años cada uno suponen un total de 142 años en total si no me equivoco, que juguemos a las sinopsis de Frente de Madrid, Presente, Sierra de Teruel y Voluntarios alemanes en España, por poner ejemplos?.
- ¿Pero si yo de eso no recuerdo nada?.
- Yo tampoco pero no importa. El caso es que las traigo aquí apuntadas... mire... mire que divertido es el juego de las sinopsis mientras aguardamos nuestro turno.
- Le advierto, Don Ramón, que hoy llevo un día de perros.
- Perras habrá querido usted decir... que ya me ha dicho el Señor Salinas, que me lo he encontrado de paso, que lleva usted muchos cheques firmados hoy.
- Bueno. Sí. Quise decir de perras...
- Supongo que lo dice usted en el buen sentido... ¿verdad?.
- No lo sé. Ya no sé qué es eso del buen sentido o el mal sentido.
- Venga, venga, juguemos a las sinopsis que es manera más culta de pasar el tiempo que jugar al póker en el Casi-Casino del Polígono Cañadón de la Vega, número 31, con La Paca al lado desplumándonos que da gusto.
- ¿Cómo sabe usted eso?.
- Don Antonio, los curas también somos hombres. No soy ningún adivino como Nostradamus pero bueno, voy tirando poco a poco en esto de las averiguaciones. Venga, anímese que hoy es el 1 de Mayo. ¿Empezamos a jugar a las sinopsis o no?. Le repito que no es pecado esto de pasar el tiempo mientras guardamos turno.
- ¡Otra vez con eso del tiempo no por favor!.
- Pero si sólo es cuestión de cinco minutos nada más...
- Bien. Cuénteme lo que tiene apuntado en esa libreta.
- Escuche. Sinopsis de "Frente de Madrid" de 1939: El falangista Javier Navarro, destinado en la legión en la Ciudad Universitaria, un día recibe la orden de sus superiores de recorrer vestido de miliciano el Madrid republicano para entregar un mensaje a un jefe de la resistencia. Cumple la orden y aprovecha para visitar a su novia que vive en un piso de la calle Serrano, protegida por el padre de su doncella, fiel a la República. Cuando vuelve a la Ciudad Universitaria, es herido de gravedad y se refugia en una hondanada en la que se encuentra con un miliciano también herido. Juntos pasarán las últimas horas de su vida, comprendiéndose ambos en el trance decisivo y viendo la futilidad de una guerra fraticida. ¿Seguimos con el juego?.
- Pues resulta que es bueno de verdad. Sigamos. Sigamos.
- No. Si el que está siguiendo soy yo. Usted limitese sólo a guardar silencio mientras le toca su turno. Ésta es la de "Presente" de 1939: Traslado de los restos de José Antonio desde Alicante hasta el Monasterio del Escorial y hasta el Valle de los caidos. ¡Esta sí que ha sido bien simple no es cierto!.
- Más simple que una mujer en brazos de Morfeo.
- ¿No habrá querido usted decir en brazos del Más Feo?.
- No lo sé. Ya no sé ni lo que digo.
- Bueno. Sigamos. Sólo quedan dos más y hemos terminado. La siguiente es "Sierra de Teruel" de 1939: En julio de 1936 empieza para Max Aub una odisea con la revuelta militar franquista contra el gobierno republicano, que le lleva en 1942 a un campo de concentración fascista en Francia y Argelia, y finalmente al exilio en México. Durante los años de la Guerra Civil Española filma con André Malraux la película Sierra de Teruel. Comentario de Víctor Erice:
"Para el realizador de El espíritu de la colmena, se trata de "una creación atípica. Se aparta del negocio cinematográfico por haberla financiado el Gobierno republicano, y es la única experiencia en cine del libro de Malraux La esperanza, lo que no quita que sea una película esencialmente española". Erice subrayó la narración discontinua debido a que los planes de rodaje no pudieron cumplirse: "Los huecos que en otros serían una frustración decisiva, en Sierra de Teruel reactivan las imágenes. Su estilo busca estimular la inteligencia del espectador". Y alabó la "original" síntesis entre el documental y la ficción: "Se anticipa a los rasgos del neorrealismo italiano, con actores profesionales y otros que no lo son". En 1939 se estrenó en Francia y hubo que esperar hasta 1977 para verla en una pantalla española.". ¿Qué le ha parecido ésta, Don Antonio, no me dirá que es falta de cultura?.
- No entiendo casi nada pero me parece que sí es cultura.
- ¿Pero no va diciendo usted por todo el barrio que la cultura no sirve para nada a la hora de pensar en Dios?. Mire Don Antonio... no pesan los años sino que pesan los kilos... no es frase origianl mía pero viene al pelo... porque usted tiene bastante pelo para ser ya todo un anciano... ¿o no es cierto?.
- Sí. Si me miro al espejo veo que sí.
- Ya. Dejemos eso del pelo para otra ocasión porque ¿sabe usted lo que es un "pelopincha"?.
- Ni idea.
- Pues un anciano con mucho pelo pinchando continuamente... ¿sabe a lo que me refiero verdad?.
Don Antonio ahora se queda tan cortado que se limita a no responder.
- Bueno. No responda. Dios sabe que es verdad lo que digo. Y vamos con la última. Es "Voluntarios alemanes en España: Primer informe sobre la lucha de la Legión Cóndor"... ¿Le suena a usted algo de la Legión Cóndor... porque me parece que el Maestro Zeta-Zeta sí lo ha descrito perfectamente en su novela "Morir por tí".
- Pero ¿se puede saber quién es ese dichoso Maestro Zeta-Zeta?.
- Yo tampoco lo conozco personalmente pero ha acertado usted de pleno. Es dichoso. De verdad. Dichoso con su querida y amada esposa que, además de joven, es guapísima.
- Pues no tengo ni idea de quién me está hablando.
- Yo tampoco. Yo sólo sé lo que oigo, escucho y anoto en mi Diario de Memorias de un Cura metido a Monje.
- Cada vez entiendo menos.
- Le ruego que no se preocupe por mí para nada. Ahora vamos a darnos prisa que ya me parece que nos llega el turno. La sinopsis es: Documental estrenado el 2 de junio de 1939 con una duración de 16 minutos, realizado por el Deutsche Wochenschau y del que se efectuaron 850 copias para distribuir en los cines germanos. La realización muestra por medio de imágenes de monumentos la historia de España. De repente, por corte directo, aparecen desórdenes sociales y manifestaciones: es la "República bolchevique". Otro corte directo e imágenes de la Legion Cóndor que acude a España a ayudar en la lucha contra el comunismo. Se ofrecen los pormenores de un ataque: el Staatsbilderteilung estudia una serie de fotografías, organizan el ataque y los aviones parten a la misión. También se muestra cómo los oficiales de la Legion Cóndor instruyen a las tropas españolas en el manejo del "sofisticado" equipo germano . El final: entrada de Franco en Madrid y despedida de la Legión Cóndor en mayo de 1939. Ya está. Ya hemos terminado. ¿Le apetece una copita de orujo?. Venga. Que tenemos que demostrar ahora la hombría. Para eso somos dos machistas. ¡Maika, sírvenos dos copitas de orujo, que los hombres que tenemos pantalones podemos con todo lo que nos pida el cuerpo!. ¿Verdad que sí, Don Antonio?.
- Por supuesto. ¡Venga acá esas dos copitas de orujo!.
Maika ha servido diligentemente las dos copas de orujo que Don Antonio y el cura toman de un sólo trago.
- Esto ya está mejor. Ahora ya hemos pasado el calentamiento como hacen los profesionales de la pelota. No piense mal, Don Antonio, me estoy refiriendo a la pelota vasca... que ese joven Maestro Zeta-Zeta también ha descrito maravillosamente el juego de pelota vasca en otra obra suya titulada "Los abuelos". ¡Ay, Dios mío, qué olvidados estábamos ya los abuelos!. Menos mal que a los mayores de setenta años de edad nos ha resucitado un poco.
- Diantres. ¿Quién será el Maestro Zeta-Zeta?.
- ¡Ya puedes entrar cariño!.
Era la voz de La Paca llamando, zalameramente canturrona, al cada vez más sorprendido Don Antonio.
- Aquí tenemos un problema. Pase usted primero Don Ramón. Yo sólo soy un laico y usted es un seglar.
- Por eso no se preocupe, Don Antonio. Donde hay confianza no hay por qué tener temor. Verá. El hábito no hace al monje y yo sólo he venido aquí a confesar. Así que... ¡adelante, caballero, por mi no se preocupe, está usted en su derecho de pasar primero!. ¡No se me vaya a cortar usted ahora!.
- ¿Cortarme yo?. Eso jamás.
- No. Si lo digo porque en el jueguecito se puede romper la botella de champán que pagamos siempre los primos y una cortadura con un cristal de una botella de champán además que deja señal también es dolorosa. No se corte. Pase. Pase. Que le repito que en esto del amor no pesan los años sino que pesan los kilos.
Don Antonio no se lo piensa dos veces y, como siemrpe, se lanza en picado hacia la puerta detrás de la cual le espera La Paca.
- ¡Sólo una última observación antes de... usted ya me entiende... a ver cuándo me presenta usted a su cuñadita... esto... perdóneme Don Antonio... no sé en quién estaría yo pensando... lo que quiero decir es que a ver cuando me presenta usted a su verdadera esposa!.
Dos horas más tarde el Señor Silva subió desesperadamente las escaleras.
- ¡Maika!. ¡Maika!. ¡Hagámoslo rápido que mi esposa está por llegar a casa y le he dicho que la esperaba para llevarla al cine!.
- ¿Usted quién es?.
- Yo soy el Señor Silva, el temible rival del Señor Sainas en esto de ganarse los amores de Maika y que buenos euros nos cuesta esta guerra... ¿y usted quién es si se puede saber?.
- Yo soy Ocaña y todos me conocen como El Rubio. Si a mí me da la gana Maika lo hace y si no me da la gana Maika no lo hace... así que los 500 euros me los da a mí directamente si es que quiere irse a la cama con ella.
- Pero...
- Pero nada. Lo toma o lo deja.
- ¡Espara Rubio!. !Ni lo uno ni lo otro porque el que lo deja todo soy yo!.
- ¿Qué estás diciendo, Maika?. ¿Te has vuelto loca?.
- Sí. Me he vuelto loca. Y debes saber que una mujer, cuando se vuelve loca, es capaz de aplastar a un gusano como tú de una patada en ciertas partes que no quiero nombrar.
Por primera vez en su vida Ocaña "El Rubio" sintió que, por un lado la ira se le subía a la cara pero, por otra, el miedo se apoderaba de él. Era la primera vez que su "pupila" se le enfrentaba tan directamente que se dio cuenta de que ella había recapacitado lo suficente para defenderse con toda esa fuerza de voluntad que a veces hacen que las mujeres sean más fuertes que los hombres.
- ¡Se acabó, Rubio, se acabó!. !Ya no estoy dispuesta a que te quedes con el 80 por ciento de mis ganancias!. A partir de ahora trabaje en lo que trabaje, que eso a ti ni te importa saberlo porque ni eres mi esposo ni tan siquiera eres mi padre, mi hermano, mi tio o mi sobrino... ¡Chao Ocaña!... ¡Chao Señor Silva!... la que suscribe se despide con un beso imaginario... ¡Adiós y que pasen ustedes dos una buena noche de la Fiesta del Trabajo!. Ahora trabajaré libre en lo que Dios quiera que trabaje... ¡Se acabó, Rubio, se acabó!. ¡Me sé de memoria el número telefónico del teniente de policía Silvestre así que ni intentes hacer lo que estás pensando no sea que además de cornudo termines apaleado!.
El Maestro Papadópulos de Atenas y su grupo de universitarios y universitarias llegaron hechos unos zorros tras aquella terrible caminata, bajo el ardiente sol malagueño, de 10 kilómetros de distancia.
- Bueno, muchachos, entremos en el Bar "Dulcinea". ¡Nos hemos merecido unos buenos refrescos!.
Se encontraban allí unos pocos clientes a esa hora de principio de la tarde, porque es costumbre en Mijas echarse una siesta de un par de horas por lo menos. Entre aquellos clientes, bien disimulando su presencia, se encontraban el loco Ciriaco, enviado por el detective privado Andrés a ver si encontraba alguna pista sobre el asunto de las flores y Roberto, el desconocido inspector de policía, proveniente de la ciudad de Madrid, que había acudido para investigar el caso de las flores y el asunto de las drogas.
- ¡La mujer no es más que el hombre imperfecto!.
- ¿Ya estamos otra vez con la misma cantinela, Agustín Sabelotodo?.
- No, Mercedes. Es que es verdad. Lo dijo Averroes y es verdad. Lo que sucede con vosotras las chicas guapas es que ni entendéis ni comprendéís a nosotros los hombres geniales.
- Antes de que se vuelva a montar un cirio aquí, tened en cuenta que ahora estamos en un establecimiento público y nos pueden llamar la atención o expulsarnos sin remedio. Así que vamos a sentarnos alrededor de una mesa y hablad bajito por favor.
- Está bien. Muy bien. Magníficamente bien dicho Maestro.
- Además de machista es que de verdad lo pareces...
- ¿Qué insinúas, Mercedes?.
- Lo que tú quieras insinuar si te das por tan aludido.
- Yo tengo una opinión sobre las chicas como tú... primero habláis y luego pensáis...
- Y yo tengo una opinión sobre chicos como tú... primero habláis y luego no pensáis...
Era una lucha a muerte entre el presumido y vanidoso Agustín y Mercedes, la más atractiva de las chicas del grupo.
- !Vamos, muchachos, todos a sentarse!. ¡Buena tarde, Don Mariano, cuando pueda ser que nos sirvan limonada "Siti" para todos los muchachos y a quien no le guste que tome un buen vaso de agua que es bueno para limpiarse el cerebro!.
- ¡Eso está hecho, Maestro!. ¡¡Demetrio, sírveles por favor limonada "Siti" para todos los muchachos de Papadópulos!!.
- Voy en seguida. ¿Cuántas botellas necesitan, Maestro?.
- Como somos un total de ocho, por favor, sírvenos cuatro botellas, porque la caminata ha debido de dejarles la boca reseca a todos mis muchachos.
- Un momento, Maestro Papadópulos, yo no sé cuáles serán las costumbres en el hablar de los griegos pero... ¿no sería más perfecto que dijera para todas mis muchachas y todos mis muchachos?. Al menos eso es lo que indican las últimas normas de la Real Academia de la Lengua.
- Escucha, Mercedes, llevas razón... pero a mí no me metas en la pelea verbal que tienes con Agustín.
- No. Es para dejar las cosas bien claras.
- Eso está bien aclarado. Mercedes. ¡Demetrio, a mí me sirves una clara de cerveza que para eso soy el maestro de todas ellas y todos ellos!.
- ¿Es eso democrático?.
- No sé que entenderás tú por democracia, Agustín, pero eso es lo que digo yo y basta de discutir conmigo. Te digo lo mismo que a Mercedes, si estáis entablando una pelea dialéctica no me metáis a mí por medio.
Como las voces ya eran bajitas, no llegaban con claridad al micro que llevaba en el interior de la oreja izquierda el loco Ciriaco y que hacía que todo lo estuviera escuchando el detective privado Andrés.
- Ciriaco... por favor... cuando tengas una oportunidad muy clara, pon cualquier excusa para unirte al grupo como sea. ¿Me has entendido bien?.
- Okey, señor Andrés. Lo intentaré en cuanto pueda.
Una vez todos sentados, la lucha dialéctica entre el narcisista Agustín y la sexy Mercedes continuó, mientras el loco Ciriaco se acercaba lentamente hacia el grupo.
- Con razón Fernán Pérez de Oliva, el antiguo pensador cordobés, dijo aquello de "más que nunca allegaban a satisfacerse sin llegar a la perfección por falta de fundamento". Eso es lo que opino de ti y de las demás.
Todos los demás, chicos y chicas más Papadópulos de Atenas, sólo guardaban un sepulcral silencio. Julita, la única que estaba casada de todas ellas, sólo estaba pensando en su fiel esposo Juanito "Mostacho" y en lo mal que estaría pasándolo intentando hacer las tareas del hogar.
- Vamos por partes, Agustín. Aquí el único que se cree perfecto eres tú, impenitente narcisista, porque todas nosotras y el resto de los compañeros sabemos de sobra que la perfección no existe entre los humanos y, además, te cuento, por si no lo sabías, que ciertas imperfecciones nos hacen incluso más atractivas. Lo que sucede es que has citado a un pensador demasiado vetusto... tan vetusto que pertenecía a los siglos del medievo por lo menos. Eso es como querer comparar a una troglodita con cualquiera de nosotras. Y para que sepas que sé lo que digo te cito, a ti que te gustan tanto las citas de hombres famosos, la siguiente frase de Sebastián Fox Morcillo.
Alguien soltó una carcajada.
- ¿No te rías tanto, Samuel, es cierto que lleva razón Mercedes porque el segundo apellido de Sebastián Fox era precisamente Morcillo y no está queriendo decir que hablara de morcillas en vez de pensamientos que han quedado para la posteridad!.
Ante las palabras aclaratorias del Maestro Papadópulos ahora fueron todos los que se rieron de buena gana; excepto, claro está, el vanidoso de Agustín. Aquella era la oportunidad que decidió aprovechar el loco Ciriaco para intentar sentarse con el grupo.
- Por favor, me llamo Ciriaco y sé que estoy bastante loco o por lo menos eso dicen de mí. Como soy un loco me entusiasma reirme de todo y veo que todos ustedes y ustedas se ríen mucho. ¿Podrían dejarme sentar unos minutos con ustedes?.
- Tiene mi permiso para hacerlo, Ciriaco, pero no se dice ustedas... porque el sustantivo ustedes se refiere tanto al género masculino como al género femenino. No existe la palabra ustedas.
Todos volvieron a reirse ante la observación de Papadópulos de Atenas; excepto el ya molesto y malhumorado Agustín.
- ¿Soportar a otro loco más?. ¡Esto me parece ya una majadería!.
- Señor Agustín, haga el favor de tener un poco más de respeto y no utilizar el lenguaje para insultar a alguien que sólo nos ha pedido permiso para reírse. ¿Qué sabe usted de este hombre como para llamarle majadero?. ¿Acaso no tiene usted bastante con lo que le ha rebatido Mercedes?.
- Bien. Por mí no discutan. Sólo que me parece que todas estas chicas son muy guapas pero ¿que opinan ustedes de Doña Inés?. A mí me parece la mujer más atractiva y bonita de toda Andalucía. ¿Alguien está de acuerdo conmigo?.
El loco Ciriaco, con astucia, había logrado lo que esperaba el detective Andrés.
- Muy bien, Ciriaco, sigue por esa línea.
- Escuche, señor Ciriaco, a mí no me interesa saber si Doña Inés es la mujer más atractiva y bonita de toda Andalucía o de todo el mundo. Yo estoy fastidiado porque he venido hoy con la intención de jugar al fútbol y por culpa de este dichoso Agustín no hemos podido jugar un partido mixto.
Ciriaco rió de buena gana.
- Pues a mi no me hace nada de gracia.
- Perdón, colega... ¿cómo te llamas?.
- Me llamo Samuel y estoy fastidiado de verdad por no poder jugar hoy, Dia del Trabajo, un partido de fútbol mixto.
Aquello era suficiente para que Andrés eliminara de la lista que estaba esperando recibir de Silvestre al tal Samuel. Estaba bien claro que no era quien mandaba flores a Doña Inés. La voz sonaba completamente a sinceridad y lo dicho por él también.
En esos momentos sonó su móvil.
- Escucha, Andrés. Soy Silvestre. Ya tengo el listado de todo lo que he podido averiguar sobre los vecinos y vecinas de la barriada que tienen nombres que empiezan por S o apellidos que empiezan por S. Es todo lo que he podido averiguar gracias a mis contactos que, como te dije, no te puedo citar quienes son porque hemos pactado ayudarnos pero respetarnos nuestros propios espacios, ¿de acuerdo?. ¿Te sigue interesando dicha lista?.
- Mucho más que nunca, Silvestre.
- Entonces apunta despacio que te la voy a leer toda entera.
- Venga. Estoy ya con la lbreta preparada.
- Son los siguientes: Don Alipio Sánchez que es el médico que está atendiendo a Miguelito, el hijo de Doña Inés, y que me han contado que siempre la mira mucho; Samuel (un estudiante de la Universidad a Distancia); Sebastián (el monaguillo del cura Don Ramón que es huérfano de padre y madre); Señor Salinas (el zapatero del barrio); Señor Silva (el rival del Señor Salinas por ganarse los favores de una mujer de la vida alegre llamada Maika); Señora Sara (la esposa del Señor Silva que me cuentan que bebe los vientos por Doña Inés); Silverio (el amigo del pintor Nicasio); Silvestre (que soy yo mismo) y una pareja muy peligrosa, totalmente desconocida por mí y mis informadores pero que creen que les llaman El Sapo y La Sapa y que,o mucho me equivoco, o son gente muy importante en el comercio de drogas de nuestro barrio. Eso es todo lo que he podido conseguir sin saltarme el código legal. Si hay alguien más yo no lo he podido descubrir.
- Está muy bien, Silvestre. Te debo una. Pero ya he descartado a dos de dicha lista. Uno de ellos es el estudiante Samuel. Totalmente descartado porque le gustan otras chicas con las que desea jugar partidos de fútbol mixtos con ellas. Esas chicas son sus compañeras de estudios.
- ¿Cómo has podido averiguar eso?.
- Gracias a Ciriaco desde el Bar "Dulcinea".
- ¡Pero si envié yo mismo allí al inspector Roberto y no me ha dicho nada!.
- ¿Quién es el inspector Roberto?.
- El mejor que existe en España para descubrir y desbaratar las células de los traficantes de drogas. Quizás hasta sea el mejor de Europa en esas labores. Viene de Madrid. Es madrileño pero nació en Badajoz. Ya no te puedo dar más datos de él. ¿Quién es el otro o la otra que has descartado de los posibles sospechosos?.
- !Pues a tí, amigo!. ¿Cómo voy a pensar que eres tú si de romanticismo sabes menos que del catecismo de Ripalda?.
- Jajaja... me hace gracia... y gracias por confiar en mi... pero no soy tan insensible como crees. También tengo mis pequeños momentos románticos y hasta escribo poemas en ese estilo.
- Deben de ser de verdadera pena. No me imagino a ti escribiendo poemas románticos.
- Al menos lo intento y no como tú.
- Yo es que no tengo tiempo con tanta tarea de descubrir al romántico que está acosando a Doña Inés con los ramos de flores que le envía a escondidas de su esposo.
- Bueno. En este caso no creo que se le pueda acusar de nada grave conociendo lo que sabemos de Don Antonio. En todo caso; si lo atrapamos le metemos tres meses en la cárcel y ya está.
- Te debo una, Silvestre. Así que te prometo ayudarte con eso de El Sapo y La Sapa.
- Te prohibo que te metas en ese terreno. Precisamente porque desconocemos todo sobre ellos son muy peligrosos.
- Pero te debo una y te voy a ayudar quieras o no quieras.
- Sólo con una condición. Cuando investigues algo sobre las drogas cuenta siempre con la compañia de Roberto y no digas a nadie quién es, de dónde viene, en qué trabaja, en qué ocupa su tiempo libre. No digas nada de él a nadie; pero llévalo siempre como compañero si me quieres echar una capote con el asunto de las drogas.
- Favor con favor se paga. Como los buenos toreros cuando están al quite para salvar a un compañero caído ante un toro.
- Por eso mismo nunca vayas sin Roberto cuando del asunto de las drogas se trate.
- Bien. Me has dado una lista total de 10 nombres; como ya he descartado a 2 me quedan 8. ¿Verás qué pronto lo cazo?.
- Haz el favor de no hablar de cacería. Quien sea debe ser una persona muy humana. Así que nada de ir de caza... ¿entendido?. Al menos tiene el valor que no tiene ni el esposo de ella. Debe ser alguien muy especial y con un corazón tierno... así que ¡no vuelvas a designar su búsqueda como si de la cacería de un animal se tratara!. Para que veas que también los policías tenemos corazón y somos sensibles. ¡Yo admiro a esa persona sea quien sea, la edad que tenga o a qué se dedica en realidad!.
- Está bien, perdona. Me he pasado un poco. La verdad es que debe ser muy valiente hacer lo que hace delante de las mismas narices de Don Antonio.
- Eso es muy fácil. Don Antonio siempre está borracho.
- ¿No sería mejor que pusieses policías vigilando la casa de Doña Inés?.
- !Eso no lo voy a hacer jamás!. !O le descubres con buenas artes o te vence él a ti... pero yo a alguien a quien admiro tanto no le voy a acosar!.
- Bien. Estamos de acuerdo en todo. Ahora corto la comunicación que tengo que seguir investigando mañana. Esta noche me aprenderé de memoria los 8 nombres y a qué se dedica cada uno de ellos.
- No te metas en problemas de ilegalidad o tendré que meterte entre rejas por una temporada.
- No haré nada ilegal. Te lo prometo.
Cuando cortó la comunicación, Doña Inés volvía mucho más contenta a su casa. Había leído todas las aventuras de "Por esos pueblos del Wayne" y tenía la moral totalmente levantada. Aquel libro le había hecho reír a gusto. Entró en la casa. Don Antonio dormitaba como siempre con sus dolores de estómago por culpa del alcohol. Sus ronquidos se oían desde la planta de abajo. Ella se quedó mirando a los diversos ramos de flores que se encontraban bien repartidos por la sala. Suspiró. Sintió deseos de seguir viviendo; como si aquel personaje desconocido se hubiese abierto un hueco en su corazón. Y por primera vez no se sintió enojada por ello sino todo lo contrario. Si algún día le descubría ella se encargaría de que no fuese a la cárcel ni una sola noche. Para amarla de esa manera debía ser que la amaba de verdad.   
- Puede ser...
Y Doña Inés se durmió en el sofá soñando con el imaginado joven de todas aquellas flores que le devolvía las ganas de reír.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Novela.

Palabras Clave: Literatura Novela Ficción Realidades Concimiento Verdad Cristianismo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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