De los canales a Canalejas-17 (Madrid) Sólo para futboleros y futboleras. Diario
Publicado en Oct 14, 2010
Mientras jugaba al fútbol-sala en el Transferencias del BHA-OP, también lo hacía, en mi última temporada, con el equipo de "Los Pitufos" tanto en fútbol 11 como en fútbol-sala. Era para poder demostrar que ambas facetas podían ser compatibles en un jugadror con suficiente fondo físico como para soportarlo sin cansarse. Recuerdo que en fútbol 11 les di las últimas lecciones. Una de ellas consistió en cómo se puede hacer un marcaje férreo, hombre a hombre, impecable e implacable, al mejor jugador del equipo contrario. Fue en la Casa de Campo y ya teníamos el partido perdido en la primera parte por culpa de ese dicho jugador y de que ni Andrés Castillo ni ningún otro jugador de "Los Pitufos" era capaz de frenarle. Así que en el descanso les dije la verdad: "sóis incapaces de anular a un jugador que es la figura del equipo contrario así que dejadme a mí que os lo enseñe cómo se debe hacer". Teníamos el partido perdido pero me preocupé solamente en anular a aquel jugador para evitar la goleada. Le hice un marcaje tan perfecto que ya no volvió a "entrar en el juego" pues allí dónde se colocaba yo era como "su eterna sombra". Me olvidé del resto del partido. Mi clase compartía en demostrar a "Los Pitufos" cómo se debía hacer. Ya lo había hecho anteriormente en un partido de un club de cuyo nombre no me acuerdo pero dónde también lo había demostrado aunque en aquella ocasión ganamos el partido. Así que lo hice dos veces: un partido ganado y un partido perdido(éste último con "Los Pitufos") pero en las dos ocasiones demostré cómo se puede anular a una figura con el simple hecho de marcarle a sol y sombra y no dejarle jugar. Y todo ello reglamentariamente y sin cometer falta alguna.
En aqulla misma ocasión les enseñé cómo se debía marcar un gol de penalty, pues no estaban capacitados para ello. Cogí el balón, lo sitúe en el punto de penalty y, sin pensarlo dos veces, marqué gol junto al palo izquierdo del portero rival y a media altura. ¡Imposible de detener!. Es otro de los goles que recuerdo haber metido gracias a la calma y la serenidad con la que lanzaba yo los penaltys, sin hacer alardes innecesarios ni posturas de "cara a la galeria" para que te sonrían las chicas guapas. No. Yo en el fútbol me olvidaba de las chicas guapas y de cualquier otra clase de chicas. Hubo un partido también muy recordado por mí pero por un motivo diferente. Estábamos jugando a fútbol-sala en un Pabellón de Deportes con el piso en perfecto estado (en muchos peores pisos había jugado yo al fútbol-sala) y dominamos el partido desde el principio hasta el final. Nos hartamos de presionar y presionar y presionar. Yo no me cansaba de lanzar en vertical a los jugadores de "Los Pitufos" pero nadie metía gol ante la desesperada defensa numantina de los contrarios que no pasaban del medio campo hacia adelante. Habían puesto el "autobús" en su área. Pensé que la mejor idea era tirar fuerte desde fuera del área y eso comencé a ordenar que hicieran mis jugadores e incluso yo mismo lo intenté varias veces. Pero aquel no era nuestro dia. Y aunque tuvimos varias docenas de ocasiones de marcar gol, el partido terminó con el 0-0 final. Era un partido amistoso y no pasó nada. Eso demuestra que, a veces, el factor suerte también influye en un partido de fútbol. Sólo que en aquella ocasión, en la que teóricamente debíamos haber ganado por lo menos por un 8-0, la verdad es que no pudimos pasar del empate a 0. Porque resulta que el tiempo es un factor importante en el fútbol. Y si no marcas cuando debes marcar (como les estaba ocurriendo a los delanteros de "Los Pitufos") te puedes encontrar con un empate a 0. Y menos mal que los rivales no se dedicaron a contratacar porque incluso podríamos haber perdido el partido por 0-1 como ocurre muchas veces en la vida real esta del fútbol y sus pasiones. El último partido de fútbol 11 que jugué con "Los Pitufos" también lo recuerdo. Me enfrentaba contra el portero titular de "Los Pitufos", uno de los primos de Andrés Castillo y hermano de Javier San Martín (no era, por lo tanto ninguno de los pitufos Carlos ni Constancio que sí eran mis amigos de verdad, además de excelentes compañeros) quien cuando me veía dirigir algunas jugadas de ataque llegó a decir: "Le temo más a él que a todo el equipo rival junto". Se lo agradecí en silencio... porque era hora de jugar y no de envanecerse con los elogios (cosa en la que jamás he caído cuando he jugado al fútbol o practicado cualquier otro deporte). En otra ocasión, esta vez en el último partido de fútbol-sala con "Los Pitufos" demostré cómo se puede jugar bien ante la presión del exterior, cómo se puede uno "meter" en un partido de fútbol y, de paso, cómo se puede controlar un balón si te has caído al suelo y has sabido levantarte a tiempo. Ya estaba confirmado que decidieron sacarme del equipo. Otra vez los celos de Andrés y las envidias de otros me echaban de un equipo de fútbol pero me fuí dándoles la última lección a ellos y a los vanidosos que tanto abundan en fútbol-sala. El suceso aconteció en un Torneo Triangular que jugaban "Los Pitufos" y otros dos equipos más. Uno de ellos los "eternos rivales" de "Los Pitufos". En el primer partido, entre los celos de Andrés Castillo y la envidia de Javier San Martín, no me llamaron para jugar el primer partido de triangular. Y "Los Pitufos" perdieron por goleada. Así que Andrés otra vez me vino "llorando" para que jugase el segundo partido. Ya estaban "Los Pitufos" sin posibilidades de llevarse el Torneo que quedaba en una lucha entre los "eternos rivales" de"Los Pitufos" y otro equipo al cual yo no conocía ni supe nunca quiénes eran. El asunto es que los "eternos rivales" de "Los Pitufos" necesitaban ganar a "Los Pitufos" para alzarse con el triunfo final, ya que un empate les hacían perder el Torneo. Empezó el partido y pocos minutos después nos marcaron un gol. Entonces llegó otra vez la soberbia de algunos que no saben que a los rivales hay que saber respetarlos. Uno, que jugaba medocremente por cierto, dijo los siguiente, refiriéndose a nosotros: "Estos son más inocentes que Espinete". Esto me dolió en el alma y también juré que se tragaría las palabras cuando yo mismo me encargara de empatar el partido y hacerles perder el Torneo. Así sucedió efectivametne. Estaba el encuentro en los últimos minutos de partido y me lancé al ataque rebasando al defensa central de los engreídos rivales; pedí el balón por arriba y me llegó el pase adecuado, me di media vuelta y lo empalmé con la derecha sin que tocara el suelo. El balón pasó entre las piernas del portero rival. El partido había terminado en 1-1 y el equipo del vanidoso "hablador" y mediocre jugador por cierto, perdió el Torneo. Sé que me echaron la culpa a mí. Y claro que yo fuí el culpable de su eliminación. Pero bien merecido se lo tenían. Después de aquello y recomendarle a Javier San martín (el envidioso) de cómo se debía jugar de defensa central en fútbol 11 y de líbero en fútbol-sala) explicándole que la patada sin mirar a donde va el balón debe ser sólo una jugada in extremis para salvar un peligro pero no la forma de jugar de un verdadero líder pues éste (defensa central o líbero) debe saber controlar la pelota y salir jugando con ella para mover las maniobras tácticas y estratégicas del equipo donde estás jugando (como hacía siempre el alemán Franz Beckenbauer del Bayern Munich y, antes de ello, el hispano-uruguayo José Emilio Santamaría del Real Madrid). Y es que, en el fondo, yo era otro pequeño "Beckenbauer" cuando jugaba al fútbol-sala y otro pequeño "Santamaría" cuando en el fútbol 11 me colocaba en el puesto de defensa central. Y con estas demostraciones dije adiós para siempre a "Los Pitufos" marchándome de un equipo donde la envidia había comenzado a carcomer la amistad y la alegria.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|