De los canales a Canalejas-14 (Madrid) Sólo para futboleros y futboleras. Diario.
Publicado en Sep 30, 2010
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Uno de los partidos de fútbol 11 reglamentarios (o sea, con una duración total de 90 minutos en dos partes de 45) que más gratos recuerdos han dejado en mi memoria; debido al enorme partidazo que hicimos los del equipo de "Los Pitufos" y de ahí que, tras finalizar el partido, que detallaré a continuación, nos hiciésemos una fotografía de la cual algún jugador del equipo afirmó: "!Es el mejor equipo de toda la historia de Los Pitufos"!, fue el que celebramos, como visitantes, contra el equipo, mucho más veteranos que nosotros, del Colegio La Salle, cuyo campo de juego estaba situado en la calle General Romero Basart, 50 (entre las calles Rafael Finat, Valle Inclán y José Cadalso del Barrio Las Águilas de Madrid) que era el campeón de toda la barriada. El partidazo que hicimos "Los Pitufos" fue verdadermaente extraordinario. Y eso que yo, particularmente tuve que darme una verdadera "palixa" para llegar hasta allí utilizando la caminata a pie y el Metro-Renfe hasta llegar al barrio de Las Águilas.
Sólo me bastó que viniese a jugar con nosotros un nuevo jugador, totalmente desconocido para mí, que sabía perfectamente jugar a lo largo y ancho de todo el campo. La empatía que surgió entre él y yo hizo que fuésemos los motores principales de nuestro equipo. Ya desde el comienzo del partido tomamos la iniciativa. Una iniciativa que nunca dejamos durante todos los 90 minutos. Por eso, al poco tiempo de comenzar el encuentro ya habíamos marcado un golazo. 1-0 a nuestro favor y nosotros (especialmente porque aquel desconocido jugador sabía perfectamente entender mi juego y me apoyaba continuamente en todos los desplazamientos tanto ofensivos, defensivos o centrocampistas) siempre atacando a un La Salle cuyo líder naufragaba tanto que no supo controlar en ningún momento los "tempos" del partido. Además del 1-0, casi al final del primer tiempo, dominé un balón en la parte derecha del medio campo (mi ubicación preferida de jugador nñúmero 8) y avancé con rapidez para dar un pase medido (al estilo del ex jugador del Real Madrid Miguel González "Michel") a la cabeza de un delantero de "Los Pitufos" quien, limpiamente, saltando entre dos defensas, cabeceó magistralmenet y marcó otro golazo. Si impresionante fue mi medido pase, igual de impresionante fue el cabezazo limpio y legal a todas luces. Pero de nuevo tropezamos con esa clase de árbitros que se asustan de ver cómo un pequeño equipo barre del campo a uno considerado mucho más grande. Y anuló lo que era un gol justo y legal. Protesté ligeramente pero seguí jugando la primera parte aumentando más la presión hacia el rival y, de paso, anulando por completo, con la ayuda de aquel desconocido jugador, al líder del La Salle que nos veía circular de un lador para otro del campo sin saber a donde acudir para poder recoger algún balón. No se lo permitimos. El partido debería haber terminado, en la primera parte, con un 2-0 a nuestro favor... pero el árbitro, ¡siempre los dichosos árbitros que pitan contra los más humildes y a favor de los más poderosos!, lo había evitado. Más en el descanso animé a mis compañeros a que na bajásemos la guardia ni la presión a los del Lasalle. Para eso les prometí que yo sería el primero en dar ejemplo. Un verdadero líder (sea capitán o no sea capitán) es siemrpe el jugador más valioso de un equipo (piensen por ejmeplo en Ivñan de la Peña del Español de Barcelona) y por eso se le debe de exigir el máximo de la entrega hacia los demás.
Efectivamente. Mi segunda parte fue tan sensacional que es una de las mejores que he tenido en mi larga vida de fuitbolista. Seguimos presionando desde el medio campo a los prepotentes del Lasalle. Sabíamos que no estábamos jugando contra 11 jugadores sino contra 12 (porque el árbitro era uno más del Lasalle) y numerosos espectadores y espectadoras, una vez que habían salido de oír misa (era domingo) se acercaron a ver cómo iban las cosas. Ellos fueron testigos de un nuevo golazo de "Los Pitufos". Ahora el árbitro, quizás avergonzado por lo que había hecho en la primera parte, dio por válido el gol. !¡Ahora sí!. ¡Ahora podíamos vencer si seguíamos haciendo las cosas de la misma manera!. Me fui calentando a medida que pasaba el partido y ellos se iban hundiendo cada vez más ante el sofocante calor. ¡Era en pleno verano madrileño!. No sé en realidad cuándo nos metieron un gol. No recuerdo si fue antes o después de que nosotros marcásemos el segundo. Pero recuerdo con total nitidez que ganamos por 2-1 ante la estupefacción de los espectadores y la espectadoras (entre ellas, como siempre, algunas chavalas guapas había). Tanto fue nuestro dominio que un espectador le gritó al líder del "Lasalle": ¡Hoy no has "olido ni una"! que es, en el fútbol, como decir "hoy no te has enterado de nada" o "te han anulado por completo". Hasta me permití hacer, subiendo y bajando por todo el terreno de juego, una jugada de astucia con mi amigo Andrés Castillo. Fue un tuya-mía en la parte cercana al defensa derecho del Lasalle. Yo se la daba a Andrés y Andrés me la devolvía a mi. Lo repetimos un buen número de veces mientras los defensas contrarios no sabían qué hacer. Estaba ya a punto de terminar el formidable encuentro y pensaban que yo estaba haciendo pasar los minutos por temor a que no empataran a 2. ¡Estaban totalmente equivocados!. Lo que esta ideando era la manera de descolocar al defensa líbero y, en efecto, entró al "engaño". Salió impetuoso a acabar con aquella especie de "jueguecito" y, rápidamente, tras recibir el balón de Andrés Castillo lo cambié de dirección y se lo ofrecí en bandeja a un compañero que estaba por el centro del área. No fue gol. Creo que no terminó en gol porque el delantero marró el disparo. Pero la astuta jugada merecía el premio de haber acabado en gol. No importaba. Seguimos jugando presionando cada vez más. Yo no me olvidaba de bajar a defender, robar balones a los contrarios (con la ayuda de aquel jugador desconocido que sabía cubrir muy bien mis espaldas) y crear continuamente jugadas peligrosas con mis pases al estilo de "Michel". Fue inolvidable. Fue el mejor equipo de la historia de "Los Pitufos". Una victoria gloriosa en el mismísimo campo del Colegio Lasalle que no salían de su asombro.
Ahora bien. Aquí quiero confesar algo que lo hice sólo para dar un escarmiento a mi amgio Andrés Castillo. Resulta que mi amigo (inolvidable amigo a pesar de ello) había tenido algunos pequeños brotes de envidia o de celos o vaya usted a saber de qué hacia mi persona (olvidando la promesa que me dijo un dia de "más que amigos somos hermanos"). Así que aquellas extrañas acciones que creo que se debían a que siendo él el capitán el que era verdadero líder, sin quererlo ni ambicionarlo, era yo y no él, merecían una cura de humildad. Así que los del Colegio Lasalle, picados por la derrota, nos pidieron la revancha. Andrés la aceptó y se concertó que sería al domingo siguiente en el campo grande de La Chopera del Retiro de Madrid. Acompañé al equipo hasta el mismo campo... pero Andrés se merecía un escarmiento y con todo el dolor del alma le dije que no. Que no jugaba yo aquel partido aunque estaba deseando hacerlo. No jugué por miedo al Lasalle (nunca se sabrá qué pudiera haber ocurrido de haber jugado yo aquel encuentro). Simplemente le dije que si él se creía superior a mí (y no se lo dije por vanidad porque le seguía apreciando como siempre) que lo demostrase en la práctica. Y me marché aunque los del "Lasalle" pedían, insistentemente, que jugara yo el partido. Los del "Lasalle" no entendían por qué actué de aquella manera. No se lo expliqué a nadie sino que me fui al iglesia de Aluche andando dejándoles sólos para ver si eran capaces de hacer lo mismo contra el "Lasalle". No vi nada de aquel partido pero me imagino que debió de ser un correcalles sin sentido alguno por el resultado: Lasalle 5 Los Pitufos 3. Debió suceder que Andrés no era capaz de dirigir él sólo el partido y quizás el desconocido jugador que tan alto rendimiento tuvo en el Campo del Lasalle tampoco jugó aquel partido. El escarmiento era necesario. Creo que un partido de aquellas características debió de ser una "merienda de negros" (perdón pero es sólo una expresión castiza nada más) sin que nadie canalizase el juego del equipo. Lo hice sólo para demostrarle a Andrés Castillo que no me importaba en absoluto que me echasen del equipo de Los Pitufos (donde la mayoría de los jugadores eran muy mediocres aunque yo les influía coraje y valor con lo cual superaban sus limitaciones técnicas). No me importaron las miradas recriminatorias de nadie. Era necesario dejar las cosas en su sitio y darle el aviso a Andrés Castillo y los demás. No me importaba que fuera el último partido con el que contaban conmigo para seguir jugando al fútbol de 11. Me daba lo mismo. Andrés había "insultado" a mi honorabilidad y entrega para el equipo en general. Sólo era cuestión de hacerle entender si él era capaz de hacer lo mismo que yo o no era capaz. Lo que pensase de mí ya no importaba. El caso es que aquel fantástico partido del Colegio Lasalle 1 Los Pitufos 2 había pasado a mi historia personal como uno de los más compeletos que he jugado en mi vida de entre los que duran sólo 90 minutos.
Volviendo a aquel encuentro recuerdo que ellos vestían de amarillo y nosotros vestiamos con camisetas blancas. Y existe una fotografía que demuesstra que aquel equipo de "Los Pitufos" que ganamos por 1-2 al Lasalle (en su proio campo) fue el mejor equipo de la Historia de Los Pitufos que jamás habían soñado con ganar alguna vez al Lasalle, equipo que contaba con toda clase de elementos: campo de arena pero en perfectas condiciones (además que lo regaron en el descanso para quitarle dureza al suelo), vestuarios lujosos, entrenadores, directivos, presidentes, utilleros, etcétera, etcétera. Aquel domingo yo jugué al estilo Míchel y seguía siendo el pequeño Di'Stéfano amateur en la delantera, el pequeño Adelardo amateur como centrocampista, el pequeño Santamaría o Beckenbauer amateur como defensa central y líbero... y el pequeño Míchel amateur como pasador de balones. Lo digo si falso orgullo ni ninguna clase de vanidad porque sólo jugaba para ofrecer toda mi energía a mis compañeros olvidándome de las chavalas guapas que estaban observando como aficionada. Fútbol es fútbol y chicas eran chicas. Dos cosas complementarias pero en aquellas épocas separados por un cierto abismo. El abismo de tener que olvidar los desamores a fuerza de entregars en cuerpo y alma por la victoria de mis compañeros (y jutnos todos lo celebramos con unas buenas cerveza en un bar de "la familia de los primos de Andrés"). Nota: En la fotografía que todavía existe, se ve al Pitufo Mayor (el Pitufo Menor se llamabas Constancio y era hermano del Pitufo Mayor) hasta tiene pose de guitarrista. Sólo faltó eso... un guitarista que compusiese una canción para aquella victoria increíble pero cierta. Lo del segundo partido (el de rebajarle los humos al a veces "creído" y "celoso" Andrés Castillo y su hermana Mari Carmen Castillo y yo sabemos el verdadero porqué de aquellos celos que tenían forma de mujer joven y preciosa... y me refiero a mi esposa Liliana "Lina" De los Ángeles) fue un escarmiento necesario que me dolió, estoy seguo, más a mí que a él.
Pero la inolvidable experiencia de aquel partido de Colegio La Salle 1 Los Pitufos 2 nunca la olvidaré.
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Foto del autor José Orero De Julián
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