en el mes de los suicidas: Ernest Hemingway, el desenlace de un bipolar
Publicado en Sep 16, 2010
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Toreando la vida (fragmento)
por Rodrigo Fresán
 
(...) Esta vez Hemingway viajó solo, no se programaron celebraciones de onomásticos, la atmósfera era mucho más sombría. Ocho días después de su llegada a Madrid, una noticia en la radio aseguraba que Hemingway había perdido el sentido en Málaga y que probablemente hubiera muerto. Hemingway -ya curtido en el fino arte de la necrológica antes de tiempo- le envió un telegrama a Mary y le dijo que todo estaba bien, pero sus cartas mostraban a un hombre angustiado que sólo respetaba a Ordóñez. (11) El resto eran basura y buitres: "Querida, no tengo ni idea de cómo acabar con este verano... Me siento tan jodidamente solo, y el negocio de las corridas se ha convertido en algo tan corrupto, y me parece tan insignificante teniendo tan buen trabajo por hacer en el futuro... Así que cada vez que me acuesto a descansar un rato aparece alguien que me da por muerto. Lo único a lo que en realidad temo es el quebrarme física y psicológicamente por demasiado trabajo... Desearía que estuvieras aquí para cuidarme y ayudarme a que no me derrumbe". Pero Mary no acudió a su lado. Ya estaba cansada de España y, además, pensaba que Hemingway estaba exagerando y que todo mejoraría una vez que entregara el artículo.
El 2 de septiembre, Mary cablegrafió a Hemingway diciéndole que la primera entrega de El verano peligroso ocupaba la portada de Life y que era tema de conversación en toda Nueva York. Hemingway no se mostró demasiado feliz al recibir un ejemplar: "Ese horrible rostro en la cubierta", dijo. El rostro era el suyo. Y agregó: "Siento vergüenza de haber entregado semejante trabajo". Después, enseguida, se metió en una cama de una habitación de La Cónsula y se declaró deprimido. Guardaba silencios sepulcrales, sólo hablaba para acusar a sus anfitriones de querer atropellarlo con un auto, insistía con múltiples y cada vez más elaborados delirios persecutorios, insultaba a los editores fotográficos de Life por publicar retratos que no hacían justicia a Ordóñez y a Dominguín, (12) temía estar al borde de la ruina (un gerente de la Morgan Guaranty Trust tuvo que llamarlo para explicarle que estaba todo en orden sin que esto lo convenciera del todo), (13) le preocupaban sin razón alguna los juicios por infamia y perjurio que podrían traerle los artículos de Life y, finalmente, consintió en ser subido a un avión de regreso a casa siempre y cuando se lo autorizara a viajar con todo su equipaje a su lado y no en la bodega. La máquina de Iberia no era un jet: viaje más largo pero más seguro, argumentaba. Menos plazas a ser ocupadas por sus siempre acechantes perseguidores. Quienes lo vieron bajar por la escalerilla al llegar a Estados Unidos comprendieron que la situación era grave.
Mary decidió internarlo en la Menninger Clinic, por entonces el más avanzado centro psiquiátrico, previo paso por el St. Mary's Hospital para un exhaustivo chequeo. Esa noche, en su habitación, Hemingway tuvo dificultades para responder preguntas sencillas como cuál era su nombre. El informe médico era casi un relato por lo extenso: ligera diabetes, hipertrofia del hígado, un curioso mal conocido como hemocromatosis (un desorden hereditario que afectaba al metabolismo por una acumulación de hierro afectando al hígado, corazón y demás órganos), hipertensión, problemas serios en la vista: "La córnea se seca, los lagrimales ya se secaron", comentó el escritor. La cantidad de medicamentos recetados -en especial el llamado Reserpine- pudieron ser en parte responsables de una todavía más profunda depresión, argumentó el médico. Redujeron la dosis pero ensayaron una estrategia más contundente. La nueva terapia -electrochoque dos veces por semana a lo largo de más de dos meses- pareció ayudar y Hemingway volvió a Idaho, pero no demoró en recaer. En una carta a L. H. Breague, Jr. -editor en Scribner's que entonces se ocupaba del "Libro de París" y estaba a la espera de la versión final de El verano peligroso (14)- pide que le envíen un ejemplar del Oxford Book of English Verse y una Biblia con letras grandes y, con respecto al estado de su salud, concluye: "Ya sé que tú, Max y Scribner se han acostumbrado a las mentiras de Scott; pero esto es serio". La frase no deja de ser extraña y, al mismo tiempo, apropiada: Hemingway invoca fantasmas. Scott Fitzgerald y Maxwell Perkins y Charles Scribner llevan varios años bajo tierra. A Hemingway le preocupa más lo que piensan de él los muertos que lo que le dicen los vivos.
Se suceden los arranques de furia por el dinero que se gasta en alimentos, explosiones de llanto ante la imposibilidad de escribir (culpando de ello al electrochoque) y, una mañana, Mary lo encuentra cargando un rifle. Consigue convencerlo de que no haga una locura. Vuelve a internarlo para un más agresivo tratamiento eléctrico; lo que no resulta muy indicado para una persona que había sufrido numerosos traumatismos en su cabeza a lo largo de su ajetreada vida. Pérdida de la memoria, entradas y salidas de hospitales y nuevos intentos de suicidio: Hemingway intenta romper el candado del armario donde se guardan las armas, Hemingway corre hacia las hélices de un avión próximo a despegar, Hemingway que pasa las horas llevando un obsesivo registro de su peso y funciones corporales, Hemingway cada vez más consciente de que ya no quedaba nada que contar, que sólo faltaba el punto final a demasiadas palabras.
Una madrugada del invierno de 1961, Mary creyó oír, entre sueños, un ruido "como el de un cajón cerrándose de golpe.
El verano había terminado (...)
Artículo completo en Página12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-1735-2005-09-11.html
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Foto del autor Miel
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Palabras Clave: Ernest Hemingway suicidio

Categoría: Artculos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones



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Guillermo Capece

Miel:
sabia que Heminguay se habia suicidado, pero no sabia nada acerca de estos desgraciados sucesos que lo disparaban hacia la muerte. Todavia tengo en mi memoria una foto que se "tiró" (dicen alla) junto a Fidel Castro, en 1959 o 60.
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September 23, 2010
 

Miel

Es tremendo ver cómo un hombre con personalidad regia e imponente puede perder su coherencia mental en estos extremos. Es sumamente lamentable...
Responder
September 17, 2010
 

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