Desde "La Espada"(Breve relato de caballería en verso nº I)
Publicado en Sep 14, 2010
Hacia occidente de la Jerusalén antigua, En medios de caminos polvorientos, huí, pobre bufón, al sufrimiento, que nacía con la espada, en silencio. Luego de la primera acaecieron otras, Tiene la muerte, eso, es contagiosa. Es una plaga implacable y veloz Que sabe a odio y a maldición furiosa. Encontrome un buen hombre en la mañana Dijose gentilhombre tras reverencia, Su postura y sus modales impecables, de caballero, diéronme la firme certeza. Ofrecí mis servicios de alegría, Sobraban saltimbanquis, dijo presto, Mas ofreciome el trabajo de escudero, A cambio de un techo y alimento. Muchos lugares conocí tras éste, Cargando los yelmos y los escudos, Defendía la fe, decía a cada paso, Pero que Dios quiera la muerte, dudo. Tras una épica y cruenta batalla, Combatía mi amo, junto a los cruzados, hirió su pecho una zaeta certera, y murió con valentía, en mis brazos. En el trascurso de la lid aquella, Un feroz moro acometió con furia, Le hicieron caer de bruces a un cristiano, Al que salve, de cruel muerte segura. Tras la batalla, los cuerpos apilados, Las hogueras de cuerpos y las penas, Corrió como de pólvora reguera, La valentía de un joven en la guerra. Fue el príncipe príncipe Fernando Quien se acercó hasta el ruedo, Rodillas en el suelo, miradas sumisas, La de todos y cada uno de los caballeros. Preguntó curiosamente por mi pellejo, Dos caballeros me arrastraron de los brazos, Me arrojaron al suelo ante el noble, Y el noble ayudó a pararme, con su mano. Cambiaste mi vida, me dijo Fernando, Pude haber muerto, será tuyo lo que quieras... Nada atiné a decir, de emoción y de temor Ante la inmaculada y real grandeza. Me dijo, arrodíllate, y levanta el rostro muchacho, Ante nadie haz de bajar la cabeza, Desde hoy y para siempre te conocerán, Como sir protector de la realeza. Mi amo muerto, era un solitario, Ni hijos, ni padres, ni deudos. Al abrir el testamento. Fue su voluntad... el haberme dejado de todo heredero. Tuve en el mismo día, el dolor, Y la fortuna. Hoy lo veo placentero. Un día antes fui peón y pobretón, Al otro día, troqué en rico caballero.
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