Cuando niño, un amor,
Enturbió mi joven alma,
No hay prisas en la niñez,
Y mi poesía, aún te guarda...
Sin quererlo encontré,
En recuerdos añejados,
Dos hojas amarillentas,
Y mil recuerdos pasados.
Las hojas tenían la azul,
Inocencia de mi alma,
Con dolor por el amor,
Que estos versos desgrana:
"Quiero llegar hasta vos,
partirme el pecho en pedazos,
si con eso consiguiera,
poder morirme en tus brazos.
Tanta pena mi alma siente,
Que me sangran las entrañas,
Y mis lágrimas cual ríos,
Nacen desde las mañanas.
Porque niña, tu amor es así,
Como un niño, que egoísta,
Ansía lo que no posee,
Y lo que tiene no precisa.
Así me tienen tus ojos,
Torturándome las tardes,
Invadiéndome los sueños,
Pues te gusta torturarme.
Por antojo de tu amor,
Contemplé una solo estrella,
Lleno mis ojos de cielo,
Llena mi alma de penas.
Hacia el alba, al cuarto día,
Me pediste, oh...malvada,
Que te entregara mi vida,
Si de verdad, yo te amaba.
Quise entregarte mi vida,
La muerte, llamó a mi puerta,
Mas antes llegó una amiga,
Y me vendó las muñecas..."
Hoy miro estas hojas viejas,
Y me perturban recuerdos,
Porque aprendí de camino,
Que amor, amor no es eso...
Hoy pasé frente a su casa,
La casa de la niña altiva,
El tiempo hizo estragos,
Con la casa y quien la habita...
Supongo que morirá,
Y junto a su tumba un día,
Si sobrevivo a su tiempo,
Dejaré...esta carta escrita.
Lo tuyo no fue amor,
Oh, dulce y lejana niña,
Yo te entregué lo mejor,
De mi niñez fugitiva...
Vos no diste nada a cambio,
Fue la tuya, alma mezquina.
Mas te agradezco el dolor,
Porque aprendí de la vida...
El amor no da dolor,
El amor da solo dicha,
El amor solo perdona...
Yo, te perdono...mi niña.