De los canales a Canalejas-7 (Madrid). Sólo para futboleros y futboleras.
Publicado en Aug 19, 2010
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Había llegado ya la gran hora de la verdad entre el Estrella Olímpica (del cual me había ido para no soportar la dictadura de un entrenador) y el Deportivo Olímpico (equipo en el que me ordenaron ser jugador-líder y entrenador al mismo tiempo; mientras el capitán Cabello sólo era una mera circunstancia formal). A mi juego le empecé a dar la formalidad de la que antes estaba un poco dispersada y me concentré en mejorar las posiciones que debía cubrir a lo largo y ancho de todo el terreno. Aquel Primer Trofeo Juvenil AS que no consta como tal pero que si fue como tal porque el que consta como Primer Trofeo Juvenil AS fue, en verdad, el segundo, sirvió para dejar algunas cosas en su verdadero lugar. Los partidos que fuimos realizando, generalmente en los campos cercanos a las tapias del Cementerio de San Isidro de Madrid; con los gitanos y guapas gitanas ya totalmente controlados, sirvieron para que fuésemos, según los campeones del Colegio San Federico, el equipo revelación tanto en la Liga como en la Copa. Como ya cité había buenos equipos: el San Federico, el Betancunia, los del Mingorrubio, el Numancia y... si se quiere decir que era un buen equipo aunque no lo era... el Estrella Olímpica que anduvo toda la temporada en picado hacia los últimos puestos de la Clasificación General y elimiandos en la primera ronda de Copa; mientras mi Deportivo Olímpico ocupábamos puestos cómodos para jugar libres de cualquier carga excesiva. Como no aspirábamos a ser campeones de Liga ni de Copa, lo nuestro sólo era jugar con arte, espíritu y fe. Ocupamos en la Liga uno de los puestos destacados y en la Copa, por culpa de los traidores Jimy, Aranzana e Iglesias llegamos sólo hasta casi alcanzar las semifinales. Fue tal la vergüenza que tuve de aquellos tres jugadores que, sin ser árbitro, expulsé inmediatamente del equipo, en pleno partido, al chuleta de Jimy que se quitó la camiseta y la arrojó al suelo. Yo le dije: "!No eres digno de estar en este equipo como tampoco lo son tus dos lacayos!". Y el partido siguiente, de la Copa hablo, lo jugamos sin ellos... pero como habían conseguido hacer que la ventaja del rival fuese amplia (no me dejaron jugar a mí) nos empleamos a fondo para poder levantar la eliminitoria. El esfuerzo de Esteban y mío no pudo conseguir aquello. Pero la dignidad que le pusimos al partido nos hizo arrancar una victoria que, aunque insuficiente para pasar a semifinales, demostró una vez más que éramos el equipo revelación.

En cuanto a la Liga los partidos más interesantes eran los de la máxima rivalidad contra el Estrella Olímpica (sin olvidar aquel 14-0 que le endosamos al Numancia vallecano que si no fuese porque iban abandonando según les marcábamos un gol, habría podido terminar algo así como un 25-0 a favor nuestro pero el árbitro suspendió el partido quince minutos antes ante la huída denigrante de los jugadores del Numancia). Aquella victoria fue la máxima goleada del Trofeo y se publicó junto con la fotografía de nuestro equipo en las páginas del Diario AS que escribía el asombrado Solano que llegó a decir públicamente: "!Es mucho mejor el Deportivo Olímpico que nuestra Estrella Olímpica!". Y era verdad. Porque en los dos partidos contra ellos les sobamos bien de lo lindo pues, auqnue ambos partidos (ida y vuelta) terminaron con victorias nuestras por 1-0 ambas, el dominio nuestro fue tan aplastante que tuvieron que poner el "autobús" en su portería para no terminar tan goleados como el Numancia vallecano o más incluso.

Aún recuerdo aquellos dos goles que hicieron historia en dichos campos. El de ida fue la solución que le di yo a un barullo que se formó casi bajo los palos de la portería del Estrella Olímpica. Tirado en el suelo, rodeado de rivales por todos los lados, metí la pierna por el único ángulo posible y le serví en bandeja el gol a mi compañero Lidón que sólo tuvo que empujarla para dentro. Fue entonces una de las poquísimas veces que yo celebré un gol con tal entusiamso que nos abrazamos todos los del Deportivo Olímpico llenos de alegría mientras el señor Rueda y Solano nos seguían odiando más. El segundo gol (el de la vuelta) fue todavía más espectacular y me correspondió a mí meterlo. Dominé un balón difícil de controlar casi en el mismo centro del campo (hacía aire y eso dificultaba el dominio del balón) pero desde allí mismo, sin pensarlo dos veces, lancé un "sombrerazo" que el viento hizo que cayese como "hoja seca", al estilo del madridista Didí de los profesionales del Real Madrid, dentro de la porteria rival. Fueron dos victorias inolvidables contra nuestros eternos rivales que ya no levantaron cabeza en el resto de la Liga mientras nsotros seguíamos escalando puestos.

Aquella temporada coincidió con mi aparición en la Academia de las guapas chavalas de Cima. Esa era otro tipo de batalla que tenía que resolver para rematar las innobles acciones de "El padrino" y su pandillero Domínguez quienes, al verme llegar, huyeron como el diablo con el rabo entre las piernas. Sólo hice lo que tenía que hacer. Recuperar la sonrisa en las chicas de los corazones pequeñitos.

Pero eso es otra historia. El hecho de que el Deportivo Olímpico fue el equuipo revelación de aquel Trofeo (entre 17 y 18 años tenía yo) se demostró cuando el Colegio San Federico (campeón de Liga y Copa nos eligió como equipo rival para cumplir sus festejos). Como algunos titulares estaban cansados físicamente y ya los traidores Jimy, Arnanzana e Iglesias los había yo expulsado del equipo, tuvimos que sacar numerosos suplentes. Pero realizamos un digno papel de despedida (pues el equipo se disolvió al final del Torneo) y perdimos con tanta dignidad que fuimos felicitados por los rivales y el público asistente. En sus mentes se quedó grabado aquel disparo que realicé en parábola desde fuera del área grande que se iba a colar por toda la escuadra derecha del portero del San Federico, pero era el mejor portero del Campeonato y acertó a hacer tan gran estirada que me lo desvió a córner. De todas formas hasta él aplaudió el disparo.

Ya era hora de comenzar otra etapa más dura, contra hombres de mucha más avanzada edad que yo. Estaba preparado, a pesar d emis 18 años, a combatir incluso contra hombres de 30 años o más. Y esa fue otra oportunidad para seguir creciendo como futbolista. Por supeusto que no la desaproveché.
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Foto del autor José Orero De Julián
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