Voy a coger el reloj y le voy a abrir la tapa de cristal y le pintaré nuevas cifras en la esfera y no serán cifras sino dibujos: los bisontes de Altamira, la Torre de Babel, Colón llegando a América, El viaje a la Luna, la Batalla de Austerlitz, El Congreso de Viena, Gengis Khan... y un total de figuras hasta doce... ¿y por qué no hasta veinte?... ¿y por qué no hasta cuarenta?. Si hemos luchado por la libertad de expresión por tantos siglos y siglos y milenios y milenios... ¿por qué no aprovechar esa libertad conquistada con sangre, sudor y lágrimas (como dijo Winston Churchill aunque luego fuese un falso y traidor demócrata al hablar mal de los españoles) y cojer todos nuestros relojes y convertirlos en un relajo de horas diferentes las unas a las otras. De horas que no sean 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11 y 12 sino de muchas menos o muchísimas más (a gusto del consumidor) para hacernos completamente libres (nunca jamás libertarios ni libertinos sino simplemetne libres de verdad) y escapar de las garras de los viejos buitres explotadores de nuestro tiempo que está ya viejo, rancio y obsoleto. !Que vivan los nuevos relojes!. Quizás esa sea la solución que quisieron hacer los jóvenes de los años 60 del siglo XX cuando quisieron cambiar el mundo y no pudieron. Ahora sí. Ahora liberando las ataduras (hartaduras) de los relojes es infalibe que podríamos volver a intentarlo pero con un éxito eficiente y evidente. Chausss a todos amigos y amigas...Cambiemos el mundo...