Y me qued ah, dormidito.
Publicado en Aug 03, 2010
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Tuve tanto miedo,
Sude frío y vomité esperanzas.
Caía la tarde y el teléfono no sonaba; por esas cosas que pasan, pensé que todo sería un sueño, una mala pasada del éxtasis juvenil. Más que juvenil, sería adolescente, porque era carente de conciencia, estaba recién construyéndola cuando debí esconderla, desmoronarla, por mi y contra mí. Tome la frazada, y me envolví en ella, como cuando jugaba a hacerme el dormido con mi papá, pero ahora en vez de dormido, era estar muerto, inerte, inexistente... nada.
No sabría explicar cómo supe que me buscaban, es como decía mi abuela, lo de sexto sentido de las mujeres, sólo que no soy mujer, ni tampoco tengo muy desarrollado los sentidos básicos como para pensar en tener uno extra. La cosa es que lo sabía, y con eso basta y sobra. Sin más tiempo me despedí de todos, extrañamente todos se iban, sospecho que ellos también lo sabían, que vendría. Escribí un montón de líneas, que con los nervios y el apuro no tenían mucho sentido, pero eran mi legado, algo así como: "Escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol"; para ser más exactos fallé en todo, porque mis líneas carecían de un hilo conductor o argumento, pero digámoslo de una manera elegante, fue mi aporte a la humanidad. Tome la frazada, y me envolví, ahí atrás de esa silla morada. Comenzó todo a temblar, o tal vez sólo era yo, cerré los ojos y aguante la respiración, sentí como me miraba, pasó por un costado y se alejo; exhale y al parecer me oyó, porque el muy hijo de puta volvió. Arranqué a la cocina, y lance a mis espaldas platos, copas, ollas y el azucarero de la vieja Dominga, de nada me sirvió, porque el otro estaba frente a mí. Ahí me di cuenta que no tenía mucho sentido mi ímpetu loco por huir; total ya me habían encontrado, y tanto él como yo sabíamos que era mi hora; ahora me acuerdo de mi madre, y en realidad, ella siempre tuvo razón. Le ofrecí un vaso de agua, mal que mal, todo era inevitable, y por último, que fuera un trámite agradable para ambos.
Lo del agua no resultó, porque yo había reventado todos los vasos, así que nos conformamos con comer unas galletas de dudosa procedencia, para amenizar la tarde. A este tipo le había encontrado una cara que me era familiar, no sé a quién se parecía.
En un momento este tipo salió de la sala, y yo muy listo, tome mi frazada, y repetí mi acción; y de nuevo me encontró, pero ahora él no demoró más tiempo, y yo me quede ahí dormidito, entre la asfixia y los nervios. Cuando recupere la conciencia, seguía ahí tapado con la frazada, pero ahora, era insoportable el dolor de cabeza, y el cansancio me sobrepasó, me senté a la mesa cabizbajo, mi mamá me sirvió una taza de té, miré a un costado y ahí estaba mi padre, que extrañamente tenía un aura muy parecido al de este tipo que vino en la tarde; me miro y me dijo: ‘no trasnoches que César me dijo que mañana en la mañana empiezas a trabajar', ahí no atine a decir que no quería ir, porque di por supuesto que era mi obligación. Mi mamá salió de la cocina y quedó sorprendida con el desastre que dejé, siendo que sólo había tenido una entrevista de trabajo, pero más allá de la sorpresa, no me dijo nada, tal vez con su sexto sentido pudo captar como se murieron mis sueños, y como cayeron a mí las obligaciones, y la sentencia.
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Foto del autor Malena
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Miembro desde: Jul 31, 2010
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Descripción

Palabras Clave: cuento

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Guillermo Capece

Malena:
MUY bueno, te felicito.
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August 04, 2010
 

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