El rector mandó a llamar a Garry ni bien éste ingresó al establecimiento. Lo había visto pasar por la puerta de la rectoría, ya que, para ir al aula, debía transitar ese camino sin otra alternativa.
Cuando se presentó en la rectoría -asombrado por cierto- el rector le dice:
-Escuché decir que tiene pensado cambiarse de escuela -dijo en tono suave pero intimidatorio, ¿es cierto eso?
-Tal vez, señor, pero -mientras observaba con asco un cuadro del dictador Videla colgado en la pared- ¿cómo lo supo? -preguntó ingenuamente-
-¡Aquí el único que pregunta soy yo! ¿Y qué es eso de "tal vez"? ¡Usted debe responder Sí o No! De modo que, a ver, -serenándose- repito la pregunta ¿es cierto eso?-
- Señor, no tome usted a mal mi respuesta, por favor, le repito que aún no estoy seguro de ello, es la verdad, pero si es de importancia, me comprometo a comunicarle mi decisión ni bien la tenga. Usted será el primero en saberlo -esa respuesta pareció conformar al rector... a medias-
-De acuerdo, pero le recuerdo que todo lo que yo pregunto es de suma importancia, y para asegurarme que cumplirá su promesa, le informo que le voy a pasar diez amonestaciones por su insolencia ante una autoridad. Así queda expuesto, pues le faltan cinco amonestaciones para ser expulsado. Sabe lo que eso significa ¿no?-
-Sí. Si me expulsan no podré ingresar a ningún otro establecimiento, al menos por un año-
-¡Correcto! ahora retírese de aquí y, cuídese -mientras se ajustaba el nudo de la corbata-