El deleite de lo prohibdo
Publicado en Jul 31, 2010
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“No dejes que nadie vea el mundo por ti, algunos pretenderán que lo veas todo oscuro, otros querrán que lo veas de mil colores, y por último, muchos no querrán que veas nada. Pero te digo: Solo tú puedes combinar los colores  con que   pintaras tu mundo.”
Soy un poco fisgón desde crio…
Pero con sinceridad es que nunca había ido expresamente a espiar a nadie.
La primera vez que vi otra persona excitada fue merodeando a mi hermano mayor. Quería darle un sobresalto y me encubrí en su guardarropa esperando a que llegara de la escuela.
Entró en la habitación como un torbellino, dando aullidos.
¡Así hacia siempre!
Pensó que estaba solo, y yo le miraba desde mi escondite, en cuclillas entre las camisas.
Se puso a trabajar en la computadora; probablemente hacía las obligaciones que le habían puesto esa tarde en la escuela.
Mientras le veía, la curiosidad me vencía y no quise romper el ambiente dándole un susto. Seguí allí dentro, disfrutando de la sensación morbosa que sentía, espiando a mi hermano  que ignoraba que mis ojos estaban allí.
Cuando terminó de escribir se puso a tocar la trompeta. Lo hacía muy bien y era el mejor en su clase. Estaba en una banda de salsa.
Allí estuvo sopla que sopla un buen rato, practicando más bien alguna que otra melodía.
De repente  la dejó a un lado; se paró y se estiró. Se extendió casi hasta tocar con las puntas de los dedos el techo.
Fue hacia la ventana y cerro las cortinas. Se quitó su pantalón  corto y se quedó sólo con los bóxer y una camiseta. Estaba excitado.
Se sentó sobre la cama y comenzó a tocarse...
¡No daba crédito a aquella imagen!
Su pene emergió recto, elegante, poderoso y joven...
Fue la primera vez que vi  a alguien masturbarse.
Algo para mí fascinante.
¡Casi mágico! 
2
 
Soy un poco mirón  desde niño…
Pero en realidad  jamás he querido expresamente  espiar a nadie.
Tan sólo en esta ocasión, siendo bastante tarde; cuando salimos de un torneo de baloncesto y nos fuimos a comer mantecados cerca del pueblo.
 Me acuerdo de haberme acercado por el parque  en compañía de un compañero del equipo y  su más reciente novia. Teníamos unos doce o trece años, no más. 
Llegamos al sitio sin pretenderlo.
Una vez en el parque, que está al lado de la repostería, vimos  una pareja  que estaba dentro de un coche. El coche se movía y nosotros nos escondimos medio entre risas detrás de un árbol de flamboyán.
Era la primera vez que contemplábamos una cosa semejante.
Pudimos ver más o menos a los ocupantes. La mujer estaba subida a horcajadas encima de los muslos de él y rebotaba. A él no se le veía la cara. Hubo un momento en que el movimiento se detuvo.
Estábamos los tres en la edad de los primeros  escarceos sexuales.  
Mi amigo Carlos se puso un poco excitado con su  novia acompañante y comenzaron a tocarse frente de mí. Pero el caso es que  yo estaba encantado allí mirando la pareja dentro del auto…
La pareja se vistió dentro del coche muy rápido y salieron de allí  a toda velocidad.
La ventanilla del coche se abrió por el lado del conductor un poco, y vimos que tiraba algo. Cuando ya no había nadie, nos acercamos y descubrimos que el suelo estaba lleno de condones.
Y vimos el condón que acababa de arrojar el chico. Mi amigo se agachó a cogerlo y anduvo asustando a su novia, haciendo ademán de arrojárselo.
Ella chillaba fingiendo asco.
Y digo fingiendo porque era evidente que estaba excitada por la situación.
No sé cómo fue aquello pero sí, después de un rato, Carlos deshizo el trabazón del condón.
Vimos primero algo blanquecino en el depósito de la punta; y luego todo aquel líquido se desparramó por el suelo. Recuerdo que nos acercamos los tres con enorme curiosidad.
 ¡Qué cochinada!__ Les dije.
Y la novia de mi amigo, sin sentir pudor, nos dijo que no era la primera vez que veía algo así. 
Yo disimulando les señalé que no sabía lo que era y ellos comenzaron a darme en la cabeza como señal de que les estaba mintiendo.
Sí, lo pienso hoy y me digo…
 ¡Qué porquería!
Pero recuerdo que aquella noche recordé la escena, deseando crecer para poder    salir con alguien en un coche y poder hacer la misma travesura que hicieron aquellos desconocidos.

Y la verdad es que ahora, cada vez que veo un condón tirado en el suelo o una caja vacía, me excito...
 
3
 
Soy un poco observador desde muy pequeño…
Pero de ningún modo he querido observar a alguien.
No me gusta mucho el beisbol.
Pero iba a menudo al parque  cercano a mi casa. La razón no es otra que ver a los chicos que jugaban.
¡No podía ser otra!
Sufría grandes excitaciones, muchas veces; cuando estaba estudiando en mi habitación con la ventana abierta y escuchaba sus gritos.
Hay veces que bajaba; daba una vuelta y entraba en el parque.
Había muchos jóvenes. En todos me fijaba y deseaba ser grande como ellos.
¡Con sus piernas musculosas y velludas y sus pantorrillas tensas!
¡Con esos pantalones tan ajustados, blancos, en los que indefectible se veía una protuberancia redondeada!
Me gustaba ver como una fina capa de sudor les cubría su piel. Mirar aquellos cuerpos hermosos, musculosos y perfectos era para mí un deleite.
Y a veces, cuando había suerte, hasta podía  ver alguno que se quitaba su camiseta y dejaba ver un pecho inmenso, en el que   sobresalía  su vello negro, que dejaba ver la fuerza de su virilidad.
Me gustaría ser como ellos; algún día mi cuerpo estará así, me decía a mí mismo.
De todos los peloteros había un joven con el número 8 en su camiseta. Era un muchacho alto, fornido, de color bronceado por el Sol.
¡Tenia cuerpo de atleta!
Se notaba en su cuerpo el trabajo de esfuerzo que vendría realizando desde hacía años.
Tenía unos abdominales totalmente planos y un pecho muy musculado, el cual estaba totalmente cubierto por una gran mata de pelos negrísimos, como su cabello que estaba un poco rapado de forma militar.
Cada vez que pasaba cerca de las gradas, era él, quien me miraba; en vez de yo a él.
Se ponía serio y parecía que deseaba ahuyentarme con su mirada. Parecía enfadado porque yo le  había mirado y se notaba molesto por lo que yo dejé de mirarlo para no tener que pasar por una situación desagradable.
Una tarde mientras descansaban del primer juego del torneo pasó cerca de las gradas y me preguntó:
___  ¿Querías algo?
___ ¿Qué?, le respondí nervioso.
___ No, nada sólo quería hacerte una pregunta, me he dado cuenta que todos los sábados cuando paso me miras, ¿Nos conocemos o algo?
Yo me quedé sin voz y en mi mente solo había una frase “trágame tierra”, pero turbadamente respondí:
___ No lo sé, yo a usted no lo miro.
De una forma seca me dijo:
__No, no creo que te conozca de nada, pensé que me mirabas porque te gustaba.
En ese momento mis nervios estaban a punto de estallar de coraje
Entonces respondí:
____No, no es mi caso.
Poco convencido insistió y me preguntó:
__ ¿Tú estás  tan seguro de lo que  dices? Pues yo creo que sí. Pues si te gusto, te lo dejo probar…
Me levanté apresuradamente  y salí huyendo del lugar…
Y así fue como  dejé de visitar aquel parque y  me matriculé en el gimnasio…
 
4
 
Soy un poco fisgón desde muy chico.
Pero no deseo tener  dificultades con nadie…
Una noticia conmovió  todo mi pueblo.
Habían encontrado muerto a un travesti  apodado La Prieta; lo que pareció vincularse a la cultura de odio hacia esas personas.
Le llamaban así porque cuando se vestía de mujer  su piel era morena y tenía cierto parecido con una intérprete de música popular; además porque se pasaba cantando sus canciones.
La había visto en las fiestas patronales de mi pueblo vestida con trajes muy llamativos; bailando  salsa, mientras a su alrededor la gente se reunía para verle mover su cuerpo.
¡Su cuerpo era perfecto!
Se murmuraba que muchos hombres casados del pueblo la buscaban para que ella le cumpliera sus fantasías sexuales.
Siempre que pasaba a mi lado  me tiraba besos; me decía que yo iba a ser el hombre más hermoso del pueblo.
Una   noche al salir del cine le vi caminando alrededor de la plaza.
Al verme me sonrió  y yo, que estaba solo, le devolví la sonrisa  mientras seguía caminando.
Luego me senté en uno de los banquillos de la plaza. Pasó frente a mí y de nuevo le sonreí, pero con cierta coquetería que jamás he vuelto a hacer con nadie.
Era  alta, de tez morena y pelo lacio, con los ojos de color miel. Llevaba su traje blanco muy ajustados y aunque la había visto otras veces, ésta era  la primera vez a que a mí empezaba a provocarme una excitación con  este tipo de  persona.
Se sentó cerca; en el otro banquillo, mientras yo movía mis piernas. Me miraba  y me giñaba un ojo.
Eso lo hacía con  los otros chicos del equipo y para mí era un gesto que  otras veces me ponía  puesto nervioso  y esa noche me gustó que lo hiciera.
Tengo que decirte que en esta plaza, después de la misa se queda totalmente vacía y es raro ver personas caminando en ella.
Estábamos solos…
No sé cómo fue exactamente, pero se levantó y me dijo que le siguiera. 
Yo le obedecí.
Entramos a su pequeño apartamento; nos metimos en su cuarto…
__ ¿Quieres ver lo que tengo?, yo le pregunté. Y me contestó que sí.
Me subió  la camisa y me bajó los pantalones.
Mis piernas todavía no tenían un pelo  tan espeso, pero empezaban a poblarse. Sin embargo bajo mi pantaloncillo tipo bóxer  se alzaba un bulto contundente que apareció  como una larga flor animada por un resorte.
___ ¿Qué edad tienes?, me preguntó.
Tengo catorce años, le dije.
Y me miró a los ojos.
Bajó su cabeza y me dijo en voz muy baja, con temor a que alguien le oyera.
___Tengo 40 años y si la policía sabe que estas aquí conmigo me mete presa, pero con gusto porque hoy he cumplido mi gran sueño. Estoy con el chico más hermoso que he conocido y sé que yo soy la primera.
__Hazme una, por favor le dije, mira que dura está.
Sus  manos  la agarraron  y empezó  a hacérmela…
Aquélla fue la primera vez y última vez  que tuve una erección con alguien como ella…
¡Pero aun recuerdos sus ojos  que  me parecieron enormes y extraños!
Dos  días después fue que se  supo la noticia de su muerte.  Fue para mí una gran sorpresa.
¡Hoy solo rememoro aquellos ojos llenos de tristeza!
A ella, la subieron a un auto;  la llevaron hasta un lugar despoblado fuera del pueblo; la ataron y le torturaron; golpeándola durante horas salvajemente.
Después le abandonaron allí…
Un corredor pasó por allí a las seis y media de la mañana, casi dieciochos  horas después de este violento ataque. 
Su cara estaba llena de sangre, excepto allí donde el reguero producido por las lágrimas la había limpiado.
¡Tenía tantas heridas!
Murió y nadie estaba a su lado.
 
5
 
Soy un poco solitario desde niño…
Creo que esa muerte cambió mi forma de pensar.
Sólo siento placer en lo prohibido…
Aquella noche en que se corrió la noticia del asesinato de “La Prieta”, me dieron  unas fuertes pesadillas.
Me veía corriendo rio arriba y perseguido por todos los chicos del equipo, que me tiraban piedras.
Llevaba el rostro maquillado. Vestía  el mismo traje blanco que ella  tenía puesto aquella noche…
Los chicos me golpeaban, me halaban del cabello, me escupían y se burlaban de mí diciéndome:
__Eres un sucio maricón. No te queremos en el equipo.
Cuando desperté  mi corazón latía muy rápido y estaba totalmente sudado.
Fui al baño  y me di una ducha bien fría, mientras lloraba por aquel travesti que habían encontrado muerto en un malezal totalmente desnudo…
¡Por  aquellos ojos tristes de un ser que me hizo descubrir un mundo para mi desconocido!
 
6
 
Lo supe desde niño…
¡Pero siempre tuve mucho miedo!
Hoy solamente busco placer en mi mismo…
Todo me parece maravilloso. La forma en que se me robustece a medida que lo voy castigando. Las contorsiones de mi cara que se desencajan con el placer.
Desde que vi a mi hermano  en su habitación, el espermatozoide tiene para mí un encanto casi fascinante.
¡Hay algo que me enloquece!
Verme desnudo  y sentirme contraerme con los jadeos de un éxtasis inminente y los poderosos chorros que luego surgen y me salpican todo.
El arrobamiento llega cuando toda esa savia caliente me golpea en el rostro.
Con los ojos entrecerrados y dóciles punzadas de calor; a la vez dulzón y salado,  me alcanza, violenta e intermitente la piel.
Y el olor...
Ese olor del esperma...
Muchas noches, sin  sueño, imagino aquel suceso del parque; me parece que unas manos  me acarician, imagino que me bajan el bóxer…
¡Algo largo, duro y caliente emerge  de mí!
 ¡Orgulloso y desafiante!
Otras noches pienso que ella, con su traje blanco y su piel de caoba fina, me acaricia una y otra vez, con mayor intensidad y  al final un calor espeso y unos disparos enormemente placenteros se adueñan de mí.
Apenas puedo controlar el movimiento de mis piernas, que quedan extendidas en la cama y entreabiertas.
¡Ese liquido que sale  queda desparramado sobre mi vientre!
Otras veces recuerdo aquellos torsos descubiertos,  sus vellos negros y espesos, que se asomaban en sus axilas e inundaban todo sus ombligos.
Y mi espectáculo  termina en un rio espeso y blanco sobre mí…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Luis Marrero
Textos Publicados: 400
Miembro desde: Jul 28, 2010
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Descripción

Es un cuento homoertico,,, Real y tierno a la vez...mi priemr cuento con este tema que puede parecer fuerte...

Palabras Clave: cuento homoertico

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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