Un domingo
Publicado en Jun 06, 2009
Prev
Next
Image
    El reloj y sus ojos transparentes me avisaban, entre que ella dormitaba y su voz permanecía, que era la hora del final. Vos delante caminabas junto a la barra hacia la puerta de salida; yo detrás, apreciaba el paso de un segundo que sin querer se resistía. Entonces cruzábamos la puerta establecida.  Todo se detuvo cuando nuestras miradas se cruzaron advirtiendo el traspaso de nuestros pies a la bendita calle.
    Comprendía que abrazarte a mi deseo podría ser más certero que intentar ignorarte. Siempre siento las dos cosas al mismo tiempo; y tal vez el juego de la aurora se me valla de las manos algún día.  Pero eso no me inquietaría, de tu brazo a la avenida; ni tampoco disimularía, por si acaso se te ocurre preguntarme. Porque ayer yo por detrás y vos delante y nada más, solo eso, tan solo ayer.
    Se diría solo en la espera del pasaje a acompañarte, o esta vez yo por delante y lo recuerdo tan claro que lo siento.
    Desde mi butaca te apreciaba para  grabar tu cara en mi memoria; y vos mutabas de mi noche a mi escalera; sabiendo que nada sabes de mi espera. Igual pasabas del ocaso sin permiso y pensativo te miraba, te esperaba, nada más, y los virajes me tiraban seducido hasta tus ojos que no eran; esta vez no eran, los que creía conocer. Y tu boca se acercaba, y cada vez veía menos, y asediabas mis labios que redescubrían toda tu boca, esta vez caprichosísima como ahora sin querer lo superaba y me superabas. ¿He dicho que siempre siento las dos cosas al mismo tiempo? Y tu piel me sofocaba y ese asfixie era el caso, tan dulce de tenencia, tan oscuro al mismo tiempo. Te desconocía más que nunca.
    Desde esa esquina me volví de vos a todas las putas para atrás porque esta vez sí lo sentía, y me dejaba como nunca; porque esta vez sí lo asentía, y me jugaba como nunca.
    Volviendo otra vez a tu cara, que conozco y desconozco. Volviendo otra vez a tu iniciativa, dejándome perdido en una esquina, manteniendo el equilibrio en los virajes, y no parabas y nunca paraste, y no sabías que sentía; pero quizás adivinabas que ahí yo estaba, diluido esta vez, me envenenaba en tu saliva;  eso que busqué la tarde entera, tan significante y sin aviso aparecía  con vos encima mío en el asiento de atrás de un colectivo.  Eso que ando buscando por la vida vos lo regalabas sin que te lo pida.
    Y la insistencia de tu boca y tu dulce lengua que brotaba y otra vez renacía, que volvía a golpearme con más fuerza a cuatro paradas de tu casa. Entonces eran las frenadas y sabías tan bien lo que querías; entonces te abalanzabas sobre mí, como un tren llegando a la estación definitiva.
    En cada beso acataba y me sorprendía, en cada labio todo lo que tenías para darme, en cada parada de ese bondi respiraba y me restablecía.
    Porque no hacías más que disfrutar encima mío. Porque me dejaba devorar inofensivo por tus garras destiladas de todo entendimiento. Porque lo tangible no existía.
     Porque sin saber lo que hacías, no hacías más que hacer lo que querías.
Página 1 / 1
Foto del autor Juan Pablo
Textos Publicados: 122
Miembro desde: Jun 06, 2009
2 Comentarios 471 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Porque sin saber lo que hacías, no hacías más que hacer lo que querías.

Palabras Clave: DE LOS CIEGOS Y DE LOS QUE NO QUIEREN VER

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Filosofía


Creditos: Juampy

Derechos de Autor: Juan Pablo Aristi Muñoz


Comentarios (2)add comment
menos espacio | mas espacio

Juan Pablo

eNRIQUE LEE " el camino DONDE MARCHITAN LAS FLORES"
quisiera tu opinion
gracias
abrazo
Responder
March 06, 2011
 

Enrique Dintrans Alarcn

Hola Juan Pablo

Un relato de fantasía erótica que va creciendo a través de un hilo del recuerdo. No hay nombres, todo se concentra en una vivencia que primero es la del protagonista, pero luego se desplaza a la mujer deseada.
Responder
August 11, 2009
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy