El se iba y ella llegaba
La vida había puesto años y años de distancia entre ellos.
Había puesto fracasos, nombres, traiciones, lugares que
se habían perdido ya en el tiempo.
Pero a pesar de todo eso, cuando se vieron ninguno quiso
pensar en aquello. Al principio conversaron con dificultad,
incómodos, como ensayando un paso de baile al borde del vacío.
Después se acostumbraron a sus ritmos desiguales, a los silencios
de ella, a los ojos que se evitaban y que sin embargo se descubrían
mirando con deseo.
Fue más tarde después de una película y dos tazas de café que nunca
terminaron de beber. El beso y el deseo fue creciendoles por todo el cuerpo,
después se amaron hasta el amanecer, ella se durmió confiada, convertida
en un animalito feliz. El descubrió que se había vuelto cobarde con el tiempo.
Ella era tierna y por eso, para no golpearle los sueños, se fue sin darse vuelta,
fumando y en puntas de pie.-