Cicatrices en las Rodillas
Publicado en May 24, 2010
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Hay historias que nacieron para ser contadas. Historias que de tanto repetirlas parece que fueran mentira.
Las historias más crueles adquieren un encanto envolvente. Las historias trágicas se impregnan de una particular belleza. Y las historias de amor nos hacen soñar con princesas y castillos que no existien.

Esta historia, sin embargo, no es de aquellas historias nacidas para se contadas. Es algo que pasó un día cualquiera en una época cualquiera.
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Caminaba despacio por la calle empedrada. Polvo y calor. Calor y polvo. Así por varias cuadras. Pero ni el calor ni el polvo iban a impedir que le diera su merecido. Se miró las rodillas, aún no se salían las costras. Pero le dolía más la otra, la costra del orgullo. Esa no se caería tan fácil.

Mientras escudriñaba por entre los rincones de las callejuelas, Carlitos masticaba su rabia. Se sabía más fuerte y necesitaba vengarse.

Vio una sombra moverse como un rayo a su derecha y él, como un rayo, lanzó la piedra que llevaba en la mano.
Corrió hacia su blanco caído en el suelo polvoriento y seco. Le había dado de lleno en la espalda y yacía de bruces entre las piedras. Pero no lloraba. Se reía.
Con un grito de rabia, Carlitos lo agarró de las mechas y lo volteó. El muchacho lo miró con sonrisa burlona.

-A’er si ahora que’stay sólo te atrví a hacerme una zanca’illa – gritó Carlitos

Pero el otro chico sólo se rió. Apretó el puño con fuerza pero no alcanzó a apagar esa risa insolente con él. Varias manos lo agarraron de los brazos y se lo llevaron a un rincón detrás de un muro.
Las risas llenaban sus oídos.

-¿Qué se siente tener un sobrino guacho? – le gritó el muchacho

-¡Cállate conch’etumare! – gritó Carlitos

El otro puño si que encontró su destino y le dio de lleno en la boca. Se tragó el diente que tenía suelto.

-¡No me digai conchetu’mare! ¡Mejor dile a tu hermana que no sea una puta!

-¡Y voh dile a tu hermano que no sea maricón!

Sintió una lluvia de golpes, escupitajos.
Sangró su nariz. Sangró el hoyo de su diente. Volvieron a sangrar sus rodillas.


Hay dos recuerdos de ese día que Carlitos no ha podido borrar: las cicatrices de sus rodillas, y la imagen de su hermana llorando sobre el cuerpo de la guagua muerta.
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Foto del autor Isabel
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Miembro desde: May 24, 2010
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Descripción

Palabras Clave: cicatrices rodillas chile nios

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Isabel Barrera (Delia Dfago)

Enlace: http://pilagalvanica.blogspot.com/2007/11/cicatric


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