Voy por la oscuridad de la noche, dibujando con mis dedos mis labios en tus deseos, esperando que mis sueños se cuelen a tu corazón, amándote más que nunca, quiero estar en tus brazos, perderme en tus besos, ser tu anhelo nocturno.

Tu saliva me embriaga, mientras las flores desde el hivernadero nos miran atentas. Entiendes mi silencio como la esperada aprobación, provocas mis ansias dulcemente, sabes que muero por tu boca, así que no te inhibes cuando de entregármela se trata.

A lo lejos la música suena, nos atrapa en su cadencia, los movimientos sedantes de tu lengua me hacen olvidar la ciudad, tu aliento se adentra a mi pecho arrancándome mil suspiros, tienes mi alma desnuda en tu poder, la luz de tus ojos me atrapa, siento cómo me bebes entera y no hago nada por evitarlo.

La luna sonríe pícara, ve que nosotros seguimos jugando a seducirnos, los grillos cantan, hasta las estrellas se hacen presentes para contemplar nuestro amor florecer, tan hermoso como la rosa, tan frágil como el jazmín, el balcón se ha vuelto el escenario perfecto para lo que vivimos en éste momento.


La felicidad explota dentro de mí al sentir tus manos tomando las mías, saber que me amas y no tener ninguna duda, es lo que más me satisface en éste mundo, aunque pocos lo entenderían, no quiero estar en otro lugar que no sea éste, junto a ti con mis brazos en tu cuello, colgándome porque no te alcanzo.

Se acerca la medianoche, me duelen los labios después de besarnos tanto tiempo, sin embargo desearía no tener que detenernos, te alejas de mí sin dejar de mirarme, no hacen falta las palabras, comprendo las frases sin ser pronunciadas: ambos nos amamos ahora más que nunca, después de destrozarnos la boca como locos, con el mundo de testigo.