Cuando dices las palabras, que mi corazón anhela
y me miras a los ojos,  se esfuman todas las penas.
Se que tienes la virtud  de acabar con mis angustias,
sólo con tomar mis manos y albergarlas en las tuyas.
Si buscas colmar mis ansias y es ese tu pensamiento,
cobíjame entre tus brazos,  muy cerquita de tu pecho.
Sentiré tu corazón, junto al mío, ambos latiendo
en acompasado ritmo, de un  espléndido concierto.
Y si pretendo algo más, es  lo que estás sugiriendo,
no lo voy a rechazar. Dejemos al sentimiento
y al  instinto, en  libre  obrar,  de común y mutuo acuerdo.