He Habitado desde  siempre y sin remedio al borde del abismo
a la orilla de mi cama la locura me visita por las noches
me corta los parpados y me llena de besos
que dejan en mis labios el sabor de la tristeza y la melancolía.
 
Me he perdido tantas veces  sin esperanza ni control alguno
en una realidad inevitable que me agobia
y sin embargo no quiero ni puedo aceptar.
 
Pero hoy, a pesar de todo me siento más fuerte;
más seguro;
más completo,
unos dicen son los barbitúricos que calman mis miedos
pero no es verdad...
 
Es un ángel de tres años que habita en mi casa,
pequeño y bulloso de pestañas gigantescas,
me propone juegos y canciones que olvide hace ya tiempo
y me libera de las trampas de esta vida endemoniada.
 
Ya no hay abismo que pueda derrotarme
porque este ángel de cabellos dorados y sonrisa perfecta
me devolvió mis alas y me recuerda que puedo volar
mientras me da el coraje y la valía
para cerrar los ojos y atreverme a soñar.
 
La locura sigue visitándome en las noches
pero ahora la miro a los ojos
y alcanzo a debatir sus argumentos,
ella lo sabe y lo sabe la muerte que me mira desde lejos.
 
Ahora todo es más claro
este pequeño niño me ha develado el secreto...
Puedo enfrentar a la muerte y engañarla.
Soy inmortal y no estoy loco
por lo menos por un tiempo.