ZACARIAS DE ASHKELON
Publicado en Mar 30, 2010
La arena del desierto inundaba las carpas, los mercaderes resguardados dentro de ellas hablaban de un tal galileo que se decía que obraba milagros y que de su boca de profeta predicaba la igualdad de los hombres. Zacarías de Ashkelon miraba y escuchaba con recelo toda la historia que sus compañeros de viaje platicaban y en silencio imploraba a Yahvé su pronta llegada al hogar y por supuesto que su mercancía llegara en buen estado y desdeñaba con cierto recelo de aquel judío que deshonraba la palabra del altísimo el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y al Dios de Jacob. Zacarías era un hombre religioso, prospero que había conseguido cierta fortuna negociando con asnos y camellos desde el hermoso Egipto hasta las fructíferas tierras de Jericó, Gezar, Meguido, Gaza y Jerusalén entre muchas más, además aprovechaba la fuerza de sus ganados y transportaba en ellos dulces higos, carnosas aceitunas, rojas uvas que vendía a lo largo del camino. Zacarías había nacido en la ciudad de Ashkelon, pero su familia había emigrado a tierras Sirias cuando el Rey Herodes I El Grande mando a eliminar a todo niño y criatura varón de la tierra de Belén y todos sus alrededores.
Zacarías después de recorrer todo el desierto y escuchar a diario los milagros del nuevo Mesías, llego a su casa con una inmensa fortuna, pero su alegría no duro mucho, porque en su casa no lo esperaba ni su mujer ni su hija, habían contraído la lepra y los soldados romanos por mandato de Herodes de Antipas habían trasladado a todos los enfermos a unas cuevas en pleno desierto. Implorando por la misericordia de Yahvé Zacarías de Ashkelon se fue a buscar a sus seres queridos al desierto, pero su mujer ya había muerto de hambre y sed y su pobre hija casi desfallecía cuando el pobre judío las encontró en una caverna muy al sur del Mar Muerto. Zacarías tomó a su hija y la llevo a grandes médicos árabes, que eran los mejores eruditos de la época, utilizo los oficios de brujos y hechiceros egipcios, pero ninguno podía curar a la pobre joven que poco a poco iba muriendo, Zacarías había dado toda su fortuna en curar lo que era incurable ya el mismo había sido contagiado y vagaba ahora por el desierto con su hija llamada Verónica y un único asno que era ahora su única riqueza. Cuando ya sus cansados cuerpo no podían más Zacarías y su hija recostados en unas datileras en un oasis del desierto vieron unos hombres llegar, enseguida se escondieron por miedo al rechazo que producía sus terribles aspectos, pero el asno rebuznó y los hombres alertados salieron a ver quien se escondía pensando que podían ser soldados romanos. Piedad grito Zacarías y explico su mal a los hombres, y en eso, el hombre que atrás más estaba y que despedía un aura dorada le hablo y le dijo: Ven a mi, y hazte salvo, al pronunciar aquellas palabras el cuerpo de Zacarías y su hija Verónica fueron sanados y agradecidos se postraron a los pies del hombre y este les dijo que marcharan a donde los sacerdotes y que mostrasen sus heridas sanas y contaran las buenas nuevas del Reino del Señor, Zacarías emocionado le ofreció su única riqueza, le dejo el asno para que este entrara a Jerusalén como un rey y la bella hija de Zacarías de Ashkelon, Verónica, le ofreció un hermoso pañuelo blanco que su madre le había dejado antes de morir y aquel hombre le contesto que guardara el pañuelo, que más tarde ellos se encontrarían y que aquel hermoso lienzo sería utilizado a su debido tiempo... porque en el fondo de su corazón Jesús El Galileo, Jesús de Nazaret sabia que pronto moriría en la Cruz.
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Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Un fuerte abrazo
Félix
Alfonso Z P
sudor a Jesús en el camino al Calvario y en el Santo Sudario quedaría estampada
la faz del Señor. Felicitaciones.
Saludos: Alfonso