EL COLUMPIO
Publicado en Mar 29, 2010
El columpio seguía allí. La casa había cambiado, los años hicieron su trabajo, mucha de la madera se habían podrido y las termitas hambrientas eran las únicas habitantes fiel de aquel caserón que desde hace mucho tiempo no había sido habitada por humanos. Pero el columpio seguía allí. El hombre mecía suavemente a la niña y con cierta malicia veía hacia el interior de la jovencita cuando por el impulso y vaivén del columpio se le levantaba el vestidito blanco y veraniego. Paso mucho tiempo, el columpio seguía ejerciendo su poder, hasta que una noche, en la soledad de su cuarto, el padre subió y columpio a la niña entre sus piernas. Desde aquella noche el columpio del jardín dejo de moverse para solo ser material para que una triste enredadera hiciera allí su hogar, pero en la oscuridad , en las sombras la niña era columpiada... pasaron los años. Ahora después de mucho tiempo se ponía en venta aquella casa, no quiso entrar, la vendería por una miseria. Se quedo en el jardín, miró aquella enredadera de flores blancas de forma de lágrimas, se monto en el columpio y empezó a moverse mientras las florecillas caían dando la impresión de que el columpio lloraba y de sus tristes ojos también caían flores blancas.
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Felix Antonio Esteves Fuenmayor