Descubrió demasiado temprano que en las noches cuando dormía era más productivo. Todo empezó cuando su representante lo llamo para decirle que su novela pronto sería editada por una afamada casa editorial europea. Sorprendido comprendió después de muchas explicaciones y por los mensajes y archivos guardados en su computadora que había escrito una interesantísima novela, de esas que hacen historia y dedujo entonces que todo aquella actividad literaria había sido realizada durante un estado de sueño o sonambulismo. Emocionado porque tenía tiempo que no escribía en estado conciente decidió prolongar sus horas de sueño. Pero fue imposible ahora no podía conciliar el sueño. Angustiado por su ahora falta de sueño y por lo tanto de la parasomnia noctámbula, estableció tomar pastillas. Apenas llegó la noche tomó más de la dosis recetada, enseguida cayo en un estado lento y en vez producirse el deseado sonambulismo, el hombre quedo dormido produciendo un extraño sonido, y por mucho que quisieron despertarlo, se quedo dormido por siempre rechinando de rabia sus ya gastados dientes.