Hay desnudos y hay muertos
de un uppercut certero;
me enseñaste que al fantasma se lo encara
si no hay un crepitar del fuego.
Tu evangelio fue el de los malditos
que se mean en un bar mitzvah,
con cara de borracho doctorado,
de judío de Harvard con nubes como cejas,
de angélico abogado del sueño americano
(pero con un arma en mano)
y de los nocturnos ejércitos
de melenudos psicodélicos
contra las matanzas en Vietnam.
Aunque la voz de la villa te deba
el saber que a la poesía de un hombre duro,
aunque se la cante a la nuca como el verdugo,
jamás se la podrá bailar como Cassius Clay.
 
A Norman Mailer (1923-2007)