LOS VECINOS
Publicado en Mar 20, 2010
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Recodaras que esa noche tenías una invitación de los vecinos del espectacular pent-house y aunque ya tenías más de doce años viviendo en ese edificio no conocías a aquella misteriosa pareja, nunca habías coincidido con ellos en las áreas sociales ni en las reuniones de propietarios, pero no eras la única persona que desdichadamente se perdía de tan excelsa amistad, ya que todos los vecinos tenían tu misma experiencia, es decir todos sabían de la existencia de ellos pero jamás le habían visto las caras y escuchados sus voces. El conserje decía que él era un diplomático ingles con sangre de aristócrata y que ella era una afamada pianista alemana que después de su matrimonio se había retirado de los teatros para solo tocar las delicadas teclas de marfil a su amado esposo. Las chismosas del edificio que nunca faltan, comentaban que él era un riquísimo hombre de negocios japonés y coleccionista de arte que se había casado con su media hermana y que por la vergüenza del incesto se trasladaron de Tokio para esta insignificante parte del mundo donde podían vivir su tórrido romance alejados de los familiares indignados por tan nefasto pecado; pero realmente todas esas habladurías eran producto de la incansable imaginación de todos los vecinos que de alguna manera se sentían marginados por tan excelentes residentes.
 
Te vendrá a la memoria que una mañana te despertó el timbre y saliste en pijamas para ver quien osaba tocar tan témpano a tu puerta ese domingo, pero no había nadie, solo un sobre de un inmaculado blanco que contenía una invitación para el jueves en la noche de los enigmáticos del PH. Saltaste de placer al ver que por fin ibas a pertenecer a ese círculo tan importante y particular del jet set, llamaste a los vecinos para ver si ellos tan bien habían sido invitados, pero no, eras la única persona del edificio que recibió la invitación y te pavoneaste durante esos cuatro días delante de todos que te veían con la cara verde de la envidia.
 
Por fin llego el tan esperado día y te vestiste con tus mejores galas, llevaste una botella del mejor vino tinto y tocaste a su puerta, esperaste unos segundos y enseguida te abrieron, sorprendentemente te recibieron ellos personalmente pues tu esperabas que tuvieran mayordomo o algún personal de servicio, en seguida te distes cuenta que no eran ni japoneses ni británicos, ella tan poco era alemana, eso sí parecían en realidad unos seres de otro mundo, eran tan blancos que parecían transparentes, de azulísimos ojos él y de encarnados labios rojos ella, iban vestidos de un elegante totalidad que te dio vergüenza como ibas arreglado. Te hicieron pasar a un amplio salón de paredes forradas de terciopelo rojo y un brillante piso de mármol negro donde había como mobiliario una simple silla blanca, ni un cuadro, ni una mesa, ningún adorno, sin embargo nada de eso hacía falta, solo la presencia de aquellos personajes llenaban el espacio, ellos eran los protagonistas de todo en aquel inmenso lugar. Hablaron afanosamente de todo, la noche pasaba rápidamente, era muy ameno conversar con ellos, te tomaste muchas copas de vino, lo cual ellos no hicieron, jamás mojaron sus labios, también te distes cuentas que durante toda lo noche siempre permanecieron de pie, siempre caminando a tu alrededor que estabas sentado en el medio del salón, también te percataste que más que caminar parecían que flotaban, eran casi aéreos como fantasmas, pero omitiste eso porque pensaste que eso era típico de las personas elegantes y finísimas de la alta sociedad.
 
Era difícil saber qué tipo de profesión tenían, pues sabían de todo y te daba vergüenza preguntar, no querías pasar por maleducado e impertinente, conversaron de la situación económica actual, de la crisis en el medio Oriente, de la colección del Museo Británico, de las últimas tendencias de la literatura, llego un momento donde ya no sabias de lo que hablabas, pues salían de tu boca palabras que nunca habías pronunciado, empezaste a hacer comentario en inglés y francés, pero a todo le diste la simple explicación que el alcohol te soltaba y relajaba, claro estabas muy sobrio a pesar de que habías bebido ya mucho, pero era que al estar en tan excelsa compañía tu mente era una fábrica de información que competía con la de ellos. Así paso el tiempo hasta que te desmayaste y caíste en un sopor. Recuerdas que te desvistieron, te bañaron y te untaron con finísimos aceites... de repente sentiste un dolor fuerte en tu muslo y abriste muy inmensamente los ojos, era ella que empezaba a comerte, mientras él se preparaba a dar el próximo mordisco.
 
Ya han pasado varios años desde que fuiste el banquete de esa noche, ahora estas solo en tu apartamento vacío con forradas paredes de terciopelo rojo, nadie ha visto tu cara ni escuchado tu voz, eres el misterio del edificio pero todos quieren conocerte. Tu piel se ha puesto tan blanca que pareces transparente, tus ojos azules como el cielo y tu boja roja como la sangre se han pintado desde entonces, sientes una inmensa ganas de comer carne... pero carne humana y flotas con desesperación en lo alto del pent-house pensando a cuál de los vecinos le vas enviar una invitación a cenar.
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Foto del autor Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Textos Publicados: 362
Miembro desde: Jan 07, 2010
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Descripción

Palabras Clave: Cuentos Vecinos Antropofagia Canibalismo Vampirismo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Flix Esteves

Derechos de Autor: Reservados


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Felix Antonio Esteves Fuenmayor

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March 21, 2010
 

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