LAS HERMANITAS EVERLEIGH
Publicado en May 16, 2009
LAS HERMANITAS EVERLEIGH
"No sólo pienso en comida todo el día, sino que además, sueño con ella por la noche". Henry Miller. Yo no las conocí. Nací demasiado tarde para ese placer, pero cuentan personas dignas de ser escuchadas que estas precoces damitas tuvieron por 12 años el burdel más lujoso del Hemisferio Occidental. Siendo así no hay que detallar las cualidades del mismo ni los precios exorbitantes que allí se cobraban. Sus visitantes eran lo más selecto y poderoso del vasto imperio norteamericano. Aunque soy un ignorante en asuntos culinarios, no resisto la tentación de transcribir algunos de los platos más comunes que estas adorables criaturas preparaban cada día para sus protegidas, y que leí casualmente en un libro muy edificante especializado en esa clase de historias: El desayuno consistía en zumo de almejas y aspirina para abrir el apetito. Luego huevos a elección, riñones salteados, huevas de sábalo y pechugas de pollo, pescado, pasteles, tostadas y café turco. Para la cena casi siempre invitaban a sus admiradores, con quienes compartían, entre otras cosas, ostras fritas, gallina de Guinea y conejo galés, cangrejos picantes, pichones a la parrilla, faisán, capón, langosta y pavo asado, además de ganso estofado, pato y caviar. En ocasiones especiales, cisne relleno acompañado de finos y variados licores. Más tarde el famoso club, ya clausurado, sirvió de modelo para otros burdeles que se fueron abriendo en los Estados Unidos, aunque muchos, como es lógico, fracasaron pronto y estruendosamente. Por su parte, las hermanitas Everleigh desistieron del negocio cuando tenían esquilmada media humanidad, y se fueron a vivir a Nueva York, no sin antes invertir sus millonarias ganancias.
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